Álvaro Rico, segunda portada de Vanidad SS25 con total look de Loewe
En poco más de un fin de semana, «El Jardinero», la nueva serie de Netflix protagonizada por Álvaro Rico, ya lidera el ranking de las más vistas dentro y fuera de nuestro país. Algo a lo que, sin duda, el actor bien podría acostumbrarse (por eso tenía que ser una de las estrellas que protagonizan este nuevo número de Vanidad).
Los últimos meses han sido testigos de una intensa actividad en el mundo del entretenimiento, con galas de premios, estrenos de alto perfil y producciones de gran calidad que han captado la atención del público. La industria está viviendo un período vibrante, repleto de proyectos que están dejando una huella significativa, tanto a nivel nacional como internacional. Y, en medio de este panorama, «El Jardinero», la nueva serie de Netflix, protagonizada por Álvaro Rico y Cecilia Suárez, se perfila como uno de los estrenos más exitosos.
Elmer, el protagonista de esta historia creada por Miguel Sáez Carral, es un personaje profundamente afectado por la desconexión emocional, una representación perfecta de esa fascinación humana que todos llevamos dentro. Álvaro Rico es quien le da vida, con una vulnerabilidad inquietante que nos invita a explorar un universo lleno de matices y contrastes. Tantos como los que celebra «MYSLF Le Parfum», la nueva fragancia masculina de YSL Beauty, que nace para ensalzar la autenticidad y la dualidad de hombres como Rico:
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Álvaro Rico: «Como actor, la popularidad me ha hecho perder algo de espontaneidad»
Álvaro, acabas de estrenar «El Jardinero», la nueva serie de Netflix. ¿Cómo te sientes?
Con nervios, supongo. Más que nervios, siento mucha expectación. Es bonito porque, al hacer promoción ahora, es como si reviviera las sensaciones del rodaje, algo que ocurrió hace un año. Siempre digo que un rodaje es algo muy intenso, muy personal, ligado a tu vida en ese momento y, al mirar hacia atrás, puedo volver a evocar esas emociones y recuerdos.
Elmer es un personaje que empieza como una vasija, incapaz de sentir ninguna emoción. ¿Cómo abordaste esa etapa inicial de tu personaje, cuando no siente nada?
Trabajé mucho con mi coach y también hablé con una amiga psiquiatra para profundizar en la falta de emociones. Elmer comienza como alguien sin sentimientos, lo cual es un gran desafío, porque los actores tendemos a aferrarnos a las emociones, y este personaje me obligó a apartarme de eso. Además, me generó curiosidad saber si existía algo real que se pareciera a lo que Elmer experimenta.
En esa búsqueda, descubrí la alexitimia, que es cuando alguien no puede identificar o reconocer sus propias emociones, lo que me ayudó a comprender su comportamiento. Aunque Elmer no tiene exactamente alexitimia, me ayudó a entender cómoalguien con esa incapacidad se relaciona con su entorno, construyendo una forma única de ser para él: su manera de mirar, de estructurar frases y de relacionarse con los demás.
Las plantas son su refugio, su única conexión así que, en cierto sentido, Elmer podría ser más un vegetal que un ser humano, y eso me fascinaba. También hablamos de acercarnos a algo más robótico, un autómata, y esa idea me gustó mucho.
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¿Crees que la falta de emociones de Elmer en la trama es un recurso para que el espectador logre empatizar con él, a pesar de sus acciones y estilo de vida?
Es una buena pregunta. Tal vez sería más adecuado preguntárselo al guionista porque no estoy seguro de que se haya hecho con ese fin. Sin embargo, se habló mucho sobre la idea de que el espectador pudiera empatizar con Elmer. Creo que, si un personaje «cae bien», el público se siente más cercano a él. Sin embargo, personalmente, trato de no centrarme en eso.
Como actor, mi objetivo no es dirigir mi actuación hacia lo que el público debe sentir. Lo interesante es construir al personaje en las circunstancias que me dan y dejar que el espectador decida. A mí no me gusta que me den todo digerido, prefiero decidir por mí mismo. Incluso puedo llegar a odiar a un personaje, pero eso no significa que deje de ver la película o la serie. Entonces, no sé si se pensó para generar empatía, pero, viendo la serie, creo que el espectador sí puede conectar con Elmer. Y no creo que sea por eso, sino porque la historia de amor es lo que realmente me atrapó.
En el cine, los personajes psicópatas suelen estar contextualizados en realidades muy alejadas de la vida cotidiana, como Patrick Bateman o Anton Chigurh. ¿Elmer se aleja también de esas convenciones para hacer su historia más accesible al espectador?
Puede ser. En cuanto a los ejemplos que mencionas, no sé si se pensaron en ese sentido. Si hubiera sido yo el que escribiera la historia, podría dar una respuesta más precisa pero, sinceramente, creo que Elmer es un personaje complejo y rico, aunque se aleje de las convenciones. Los personajes como Patrick Bateman o Anton Chigurh tienen muchas capas y, aunque son sádicos o incluso aterradores, también pueden ser tiernos o tener algo fascinante.
Como actor, lo que más me atrae es crear un personaje único y complejo. Elmer no está necesariamente diseñado para alejarse de la idea clásica del psicópata, pero la riqueza de su personalidad hace que sea un personaje intrigante.
La idea de que estos personajes puedan existir en la vida real puede ser aterradora, ¿verdad?
Sí, claro, pero tal vez no todos lo ven así. Yo, por ejemplo, no me veo capaz de considerar el asesinato como una solución, ni siquiera en una situación extrema. Creo que es algo que tiene que ver con algo que no funciona bien en el cerebro de esas personas. Y, aunque como dices, a veces esos asesinos parecen personas «normales», en realidad no lo son, porque hay algo más detrás. De hecho, es fascinante pensar en cómo los guionistas construyen personajes así, ya que les dan una complejidad que los hace más entretenidos y fascinantes.
En cuanto a Elmer, también tiene algo hipnótico, algo que te atrae a pesar de no comprender completamente su situación. Mientras preparaba el personaje, vi de nuevo «No Country for Old Men» porque, aunque no me comparo con el trabajo de Javier Bardem, sus personajes también tienen ese algo que no entiendes bien, pero que no puedes dejar de mirar. En Elmer hay algo de eso, aunque no hable durante los primeros minutos de la serie, hay algo de su presencia que te atrapa.
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¿Te costó entender la relación de Elmer con su madre?
No me costó. Trabajé mucho en esa relación, y con Cecilia Suárez, que es una gran actriz, conseguimos darle mucha profundidad a esa dinámica.
Elmer ve a su madre como su todo, incluso al principio de la serie. La premisa establece que algo está pasando con él que no ocurría desde hace 15 años, lo que es clave para la trama. La madre de Elmer no solo es su madre, sino su protección frente al mundo. Él no sabe cómo relacionarse con los demás, así que ella lo ha guiado en eso.
Si imaginamos cómo habría sido su paso por la escuela, probablemente habría sufrido bullying y su madre le habría enseñado a plantar cara o a mostrar emociones. Ella es como un sol para él.
Elmer está destinado a jugar a un juego que va a perder, una historia de amor con una chica impulsiva interpretada por Catalina Sopelana. ¿Cómo ves esa trama?
Lo interesante es que Elmer no sabe que va a perder. Su forma de vivir esta historia es casi virginal, como si experimentara las emociones por primera vez, sin saber si eso lo destruirá o no.
Es como un amor pasional y desmedido, similar al de un adolescente de catorce años, pero él lo vive a los veintisiete, porque nunca lo había experimentado antes. Es algo que a esa edad no se suele vivir de forma tan pura, y eso es lo fascinante.
¿Cómo gestionabas, con quince años, ese tipo de interacciones emocionales?
Supongo que como cualquier chaval, pasando por el descubrimiento del amor, la atracción, las amistades… Esa etapa de transición entre la niñez y la adolescencia, que es tan bonita pero también tan peligrosa.
¿Te diste muchas «hostias» emocionales cuando eras más joven?
No tanto, tal vez un poco más tarde, alrededor de los dieciocho o diecinueve años. Pero nada traumático. La vida tiene sus altibajos, pero en general fui muy feliz durante mi adolescencia e infancia.
Lo que sí me impactó más fue el paso a la vida adulta, que llegó de golpe, con las responsabilidades y sus consecuencias.
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¿La popularidad ha cambiado tu forma de interactuar con la gente?
Probablemente sí, pero no con las personas de mi círculo más cercano. Con ellos nada ha cambiado, pero con el mundo exterior, sí.
La popularidad afecta de forma natural y es algo que no elegí. Lo que me pone un poco triste es el concepto de fama, porque se habla mucho sobre ello: sobre los que la tienen y los que no, sobre la intimidad perdida… Como actor, la popularidad me ha hecho perder algo de espontaneidad, algo que valoro mucho. La fama tiene sus ventajas, pero también implica ciertas renuncias.
Me gustaría poner el broche de oro a nuestra conversación preguntándote cómo sueles cuidarte en tu día a día.
Lo cierto es que, a diferencia de otras cosas, como el deporte, en términos de belleza no tengo una rutina marcada… Bueno, excepto el perfume, en mi caso MYSLF Le Parfum, que sí es algo que me pongo todos los días.
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Texto: Juan Marti @sswango
Fotografía: Antártica @antarticaestudio
Estilismo: Jesús Lafuente @jesuslafuente_
Grooming: Fernando Torrent @torrentfernando
Asistentes de estilismo: Isa Moreno @isawkndy Aitor Roto@akabadguy
Agradecimientos a Espacio Nueva Carolina @espacionuevacarolina, CRAM Talent @cramtalent y «MYSLF Le Parfum», de YSL Beauty @yslbeauty