Festibal Con B de Bici
Hempezar así, con una falta de ortografía como el cimborrio de Tarazona es sólo para llamar la atención. Para eso y, de paso, recordar que vuelve el Festibal con B de Bici -una iniciativa creada por Biernes con B en colaboración con Matadero Madrid.- Esta vez no es la ortografía la que pretende llamar la atención sobre un festival, sino un festival que pretende llamar la atención sobre la bici. La bici sobre todo si es la que te regalaron cuando tenías 10 años y le has subido el sillín, es tendencia como complemento, atrezzo, metáfora o fetiche, pero debería haber llegado para quedarse. Para quedarse como un medio de transporte urbano en el que todos podamos pensar como una posibilidad natural e inmediata para movernos. Otra cosa es que esa posibilidad ya sea real pero no se perciba así: En Madrid, el 75% por ciento de los trayectos que se hacen en coche son inferiores a 3 kilómetros y el 30% son, ojo, inferiores a 1.000 metros. No se trata tampoco de ir de centauras por la vida, pero teniendo en cuenta lo anterior deberíamos comenzar a barajarla como una de las formas en que mejor podemos llegar a un sitio. Las ventajas de la bici frente lo de coger el coche para ir a por el pan o al trabajo empiezan en el culo que te pone, pasan por los años de vida que te suma y terminan en la transformación a mejor de la ciudad en la que vives. La bici tiene esa capacidad de transformación urbana en la medida que sustituye coches. No es que el problema sean los coches, el problema es el uso que hacemos de ellos porque, directamente, no tiene ni pies ni cabeza. No lo tiene desde un punto vista económico, sanitario, medioambiental ni urbanístico. Hubo un tiempo en que los planes urbanísticos consideraban que una ciudad de ensueño consistía en círculos concéntricos de autovías. Hasta que empezaron a manifestarse los efectos secundarios. Aparte de los clásicos, un efecto curioso: resultó que los atascos demandaban mayor infraestructura viaria, pero la construcción de más vías estimulaba el uso del automóvil, lo que volvía a generar atascos y demandaba más infraestructura, de tal modo que los círculos concéntricos se convirtieron en una espiral en la que en el centro se termina circulando a 10 km/h entre ruido, asfalto y contaminación.
Fotografía de Luis Díaz Díaz
Pensar en estas cosas te puede llevar a conclusiones extrañas, como que las bicis deberían protegerse como se protegen las ballenas, los linces, los gorilas o los pandas. No porque estén en peligro de extinción (aunque en algunos sitios lo parezca) sino porque cumplen la misma tarea. Los tigres, los orangutanes o cualquier especie icónica y en peligro, cumple sobre todo una función: Para protegerla es necesario proteger todo el ecosistema donde vive y la biodiversidad que lo hace posible: las especies de las que se alimenta, sus rutas migratorias, los bosques donde habita, los ríos donde bebe... se les llama por ello “especies paraguas”, ya que su protección procura la de muchas más especies. Lo mismo ocurre con las ciudades en las que la bici no se encuentra amenazada sino alentada. Son necesariamente ciudades más habitables, inclusivas y con mayor calidad de vida. Ciudades más limpias, menos ruidosas y menos contaminadas. Ciudades que ven mejorar por ello la economía y la salud de sus habitantes o el atractivo y la calidad de sus espacios públicos y por tanto de su vida ciudadana. Todo esto, en pequeño, se podrá experimentar durante un día en Matadero Madrid. El día es el sábado 18 de mayo. Un día de sol para pasarlo con amigos y familia, asistir a conciertos, competir en carreras lentas, comprar una bici y llevártela puesta, participar en talleres, atender charlas, ver documentales, comer cosas ricas, presenciar desfiles de moda y moverse en bici por el maravilloso espacio publico de creación contemporánea con vistas al río que tenemos en Madrid. Biernes con B es una iniciativa creada por Viernes para promover el uso de la bici a través de eventos culturales y educativos.   Por Nacho Padilla, de Viernes - social innovation ideas

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