Todo empezó como las grandes historias de amor. Por Instagram. 

Una simple sugerencia que la aplicación consideró relevante según mis búsquedas y sufrí un flechazo. La imagen en cuestión mostraba a un americano blandiendo un vaso de líquido verde desconocido, ante el que mostraba una gran sonrisa de felicidad. ¿Qué era aquel brebaje? ¿Podría aportarme tanta felicidad como a él? Profundicé en el tema, resultaba ser un licuado de apio crudo, el cual, tomado en ayudas, le había ayudado a encontrar la tan ansiada salud que la medicina tradicional le había negado durante años. En primera instancia sospeché, la nueva arena digital basada en las redes sociales ve nacer y morir con rapidez múltiples zumos milagro, superalimentos o dietas desintoxicantes con supuestos beneficios holísticos. ¿Sería mi nuevo objeto de deseo uno más en la era posmilenial o la respuesta definitiva?

Imagen: Instagram @theglowcoach 

 

Mi investigación llegó hasta el origen del movimiento, englobado bajo el hashtag #celeryjuice, y el instigador del mismo, Anthony William. Autor de un superventas en Estados Unidos, Medical Medium Celery Juice: The most powerful medicine of our time healing millions worlwide, William es un auto-proclamado doctor con una trayectoria no exenta de polémica, al afirmar que el virus Epstein-Barr era responsable de múltiples dolencias, entre ellas el cáncer. Con esta presentación las probabilidades de que fuera la última moda pasajera eran muy altas.

Imagen: Instagram @medicalmedium. Anthony William en una entrevista para la televisión norteamericana junto a Renée Bargh.

 

Sin embargo, las múltiples fotografías de personas que habían seguido el reto, consistente en beber en ayunas dos vasos de zumo de apio cada día, en las que mostraban casos de acné y eccema visiblemente mejorados eran bastante atractivas. La aparente facilidad para sumarse al mismo y la accesibilidad del superalimento en cuestión eran muy tentadoras. Según William, al seguir su método se conseguía reducir la hinchazón y la inflamación, mejorar los niveles de energía y afecciones de la piel como las anteriormente mencionadas. Aunque no hay evidencia científica ni estudios que apoyen estas afirmaciones, el pseudodoctor afirma las críticas se debían a que su propuesta es económica y excluye al sector farmacéutico para mejorar la salud en determinados casos. Para Anthony el apio sería un equivalente al té verde, un tónico de excepcionales propiedades, cuyas sales combatirían los virus responsables del acné y el eccema. Para beneficiarse de estas propiedades el zumo debe ser ingerido por la mañana con el estómago vacío, sin ser mezclado con ningún otro alimento, semilla o suplemento.

Imagen: Instagram @markyramone. Marky Ramone toma zumo de apio. ¿Qué puede fallar?

 

Lo que está claro es que, aunque en el proceso de licuado se pierde la fibra de esta verdura, el apio contiene una alta proporción de agua, resultando diurético, además de minerales, como potasio, magnesio, sodio y calcio, vitaminas del grupo B y K y polifenoles y flavonoides, de propiedades antioxidantes.

Miranda Kerr también afirma tomarlo desde hace seis años.

 

Así que, como no es lo mismo contarlo que vivirlo, me embarqué en la aventura de tomar el tan valorado zumo de apio durante 21 días. Pero, no lo hice sola, sino que convencí a mi pareja, que sufre eccema, de que me acompañara en la tarea, ya que me interesaba saber si efectivamente le ayudaría con la dolencia y podía descartar el uso habitual de corticoides.

El primer día fue interesante. Con el estómago vacío el aroma del apio resultaba demasiado fuerte para empezar el día, pero sorprendentemente el sabor era bastante más suave y tolerable. Tras ingerirlo de un sorbo me marché a la oficina. La primera media hora mi estómago se quejó, o por lo menos se manifestó con variados movimientos y rugidos. Aguanté el tirón, especialmente en el autobús, en el que quizá por la bebida, quizá porque iba leyendo, tuve náuseas. Sin embargo, pasada una hora, dos horas todo había vuelto a la normalidad. Desayuné como todos los días (hay que esperar un mínimo de media hora para ingerir cualquier otro líquido o sólido) y el día transcurrió como otro cualquiera.

El segundo y tercer día fueron menos duros a la hora de pasar el trago del apio. Mi estómago pareció acostumbrarse y ya no se manifestaba, aunque seguía acogiendo aire, que iba saliendo poco a poco durante las siguientes horas. El punto positivo que observé es que me resultaba saciante y me daba energía para empezar el día. Sin darme cuenta desayunaba más tarde de lo que lo hacía antes de empezar el reto.

Imagen: Instagram @thefreespiritfoodie mejoró su acné tomando el licuado.

 

Poco a poco la rutina fue invadiendo el hábito y ya no me costaba prepararlo ni tomarlo. Me notaba menos hinchada, tenía mejor ritmo gastrointestinal y empezaba el día con un momento verde, que nunca está de más. Pero, por su parte, mi pareja tuvo algún problema más a nivel digestivo. En su caso, que ya era regular, aceleró demasiado su frecuencia de ir al baño hasta el punto de tener que detener su ingesta. Durante las dos semanas que pudo realizarlo sí que notó mejoría en uno de los eccemas que más visible era. Se tornó menos rojo, más similar a un lentigo solar, sin descamaciones ni picor. Puede que fuera resultado de algún otro factor, pero está claro que el único factor que varió

Imagen: Instagram @renee.fit afirma que su piel se transformó tras introducir el zumo de apio.

 

Volviendo a mi, los días pasaron casi sin darme cuenta y el apio se convirtió en mi manera de despertarme. Bebí su zumo religiosamente cada día, excepto un fin de semana de escapada en el que, obviamente, la licuadora no estaba invitada. Curiosamente los días que no lo tomé me descubrí echándolo de menos. Probablemente por eso y porque me encuentro mucho menos hinchada y energética un mes y medio ha pasado desde el inicio del reto y el apio sigue siendo el básico de la lista de la compra.

No sé si conseguiré que me acompañé años y años, como muchos de los testimonios que leí en la red, y, desde luego, no es una cura para ninguna enfermedad severa, pero sí que resulta seductor darle una oportunidad por sus efectos a nivel dermatológico y digestivo. Al final nuestro segundo cerebro se encuentra justo en el estómago e intestino y, a su vez, su salud repercute en cómo luce nuestra piel, ¿por qué no probar? Resulta más económico que otros métodos o tratamientos, además de que la verdadera curación en muchos casos pasa por la alimentación seguida por el paciente. Lo único que puede pasar es que tomes algo más de verdura (aunque de forma licuada) de lo normal. Llega la revolución verde, ¿Te sumarás a ella?

 

Berta Almagro - @bertalmagro

Imágenes: Instagram