«Berghain» es el primer adelanto del cuarto álbum de Rosalía, un viaje hipnótico donde lo espiritual, lo sensual y lo surreal se entrelazan. Bienvenidos a la era de «LUX».
«Berghain» la primera canción que conocemos del álbum «LUX» de Rosalía.
Así es «BERGHAIN», el primer acto de ROSALÍA en su era «LUX»
El misterio que comenzó en la plaza de Callao ha encontrado su primera respuesta. El 27 de octubre a las cinco de la tarde, hora peninsular, miles de personas esperaban el regreso de Rosalía. Después de casi cuatro años del lanzamiento de «Montomami», la artista ha regresado a su canal de YouTube con un nuevo lenguaje.
«Berghain», es la carta de presentación del esperadísimo cuarto álbum de Rosalía, «LUX», que verá la luz el 7 de noviembre. Un tema que combina espiritualidad, deseo y redención con la audacia visual que solo la catalana sabe firmar.
El tema, interpretado en tres idiomas —alemán, inglés y español—, es una colaboración con Björk, referente absoluto de la experimentación musical, y con Yves Tumor, productor y artista estadounidense de electrónica oscura. Además, está dirigido por Nicolás Méndez (CANADA), responsable de anteriores universos de Rosalía como «Malamente» o «Pienso en tu mirá». La mezcla define a la perfección la nueva era en la que Rosalía quiere embarcarnos: mística, desbordante y absolutamente fuera del pop convencional.
Pero si quieres descubrir más secretos escondidos en este primer tema, quédate en Vanidad, que te los contamos.
«BERGHAIN», el primer single de ROSALÍA en su era «LUX»
«Berghain»: un nombre que no es casual
El título del tema ya viene cargado de intenciones. «Berghain» no solo es el club más legendario de Berlín, sino también un símbolo universal de lo prohibido, del exceso y de la búsqueda de lo trascendente a través del cuerpo. En este sentido, la elección no puede ser más precisa: si «Montomami» representaba el impulso vital, «Berghain» es la confesión posterior, el intento de purificación tras el ruido.
El club, con su fachada brutalista y sus rituales de acceso casi litúrgicos, ha sido descrito muchas veces como una iglesia pagana moderna. Dentro, la música techno sustituye al órgano, el DJ al sacerdote, el trance al rezo. Y puede que eso sea exactamente lo que Rosalía quiere: transformar en metáfora el club.
Tampoco es casualidad que el tema esté interpretado en tres idiomas, ni que haya tres voces protagonistas. La tríada no parece casualidad y mucho menos solo musical. También es simbólica. En la tradición cristiana, el número tres representa la perfección divina: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Aquí se convierte en una trinidad profana, donde cada artista encarna una parte del ser: Tumor es el cuerpo, Björk, el espíritu y Rosalía, el alma, que recita en alemán sobre el miedo y la redención, intentando reconciliar ambos extremos.
Pero adentrémonos más en el análisis del videoclip.
Primer acto
El vídeo arranca con Rosalía vestida de negro, entrando en un apartamento vacío: un espacio que quizá representa su mente y su cuerpo. Al correr las cortinas, la luz invade la habitación y revela una orquesta sinfónica de oboes, clarinetes y violines con coro, tocando apasionadamente mientras realiza tareas del hogar: hacer café, hacer la cama, planchar la ropa…
El coro canta:
Seine Angst ist meine Angst, (Su miedo es mi miedo)
Seine Wut ist meine Wut, (Su rabia es mi rabia)
Seine Liebe ist meine Liebe, (Su amor es mi amor)
Sein Blut ist mein Blut (Su sangre es mi sangre)
Suena casi como un rezo, un acompañamiento ritual que dota de sacralidad lo doméstico. Se convierte en un rito de ordenamiento del caos.
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Rosalía lo interrumpe para expresar el peso de los recuerdos, emociones y culpas que carga en su interior:
Die Flamme dringt in mein (La llama entra en mi cerebro)
Gehirn ein wie ein Blei-Teddybär, (como un oso de peluche de plomo)
Ich bewahre viele Dinge in meinem Herzen auf, (Guardo muchas cosas en mi corazón)
Deshalb ist mein Herz so schwer (por eso mi corazón es tan pesado)
Luego, su voz transita al español:
Su yo se muy bien lo que soy,
Un terrón de azúcar,
Sé que me funde el calor,
Se desaparecer cuando tú vienes,
Es cuando me voy.
Aquí, la dulzura y fragilidad de su yo íntimo contrastan con la intensidad del alemán, mostrando un equilibrio entre lo pesado y lo ligero, entre lo doloroso y lo vulnerable. Algo que también refleja en el electrocardiograma que se hace.
Segundo acto
La música acompaña su caminar por la ciudad (Viena), los espacios públicos y hasta en el autobús, mostrando que lo espiritual puede coexistir con la vida urbana.
Surge entonces el corazón dorado, un objeto que Rosalía intenta vender sin éxito. La metáfora es clara: renunciar a lo material para quedarse con lo esencial. En esa joyería donde ofrece su Sagrado Corazón, cuelga un cuadro que no parece elegido al azar: «La dama y el armiño» de Leonardo da Vinci, símbolo de la dualidad entre la inocencia y la pasión. La modelo del retrato, Cecilia Gallerani —amante del Duque de Milán, mecenas del artista— sostiene un armiño, animal que representa la pureza. Pero su mirada revela deseo, inteligencia y poder. Rosalía parece hacer suya esa misma contradicción: una mujer que intenta conservar su pureza en medio del deseo y el sacrificio.
Este gesto recuerda, además, a Santa Rosalía de Palermo (aunque no está confirmado, hay rumores que la señalan como inspiración del álbum), quien abandonó lo mundano por lo divino, un paralelismo al desprendimiento de la artista frente al oro y la fama.
Tercer acto
En el tercer acto, el videoclip se vuelve surrealista. Björk aparece como un pájaro, cantando «The only way to save us is through divine intervention» («La única manera de salvarnos es mediante intervención divina»), reforzando la dimensión religiosa y mística del tema. Yves Tumor interviene con la frase «I’ll fuck you till you love me» («Te joderé hasta que me ames»), un guiño a la famosa declaración de Mike Tyson después de un combate (¿será una grabación de ese mismo momento?), que en este contexto simboliza el instinto y el deseo del que solo la intervención divina puede salvarnos.
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La estética visual toma referencias del cine nórdico con planos que evocan a Yorgos Lanthimos y Lars von Trier, con ecos de «Ida» y escenas de «Anticristo». La naturaleza se convierte en un espejo del caos y la brutalidad de la vida: un ciervo, lechuzas, zorros y mapaches deformados, símbolos del dolor, la belleza y la pérdida.
En este punto, la referencia a «Blancanieves» cobra todo el sentido. No solo por los animales que rodean a Rosalía o la atmósfera de cuento, sino por la lectura simbólica: «Blancanieves» representa, de nuevo, la inocencia, la pureza que solo puede sobrevivir mediante un sacrificio. En el cuento original, escrito en alemán —el mismo idioma en el que Rosalía canta al inicio—, el cazador sustituye el corazón de la joven por el de un ciervo (que en este punto sangra por los ojos). Aquí, esa imagen resucita como metáfora de la pérdida de la inocencia, del precio de mantenerse pura en un mundo corrupto.
Este tercer acto refuerza la idea de que «Berghain» no es solo un lugar físico, sino un templo metafórico donde la música, la espiritualidad y el deseo se funden en un ritual de renacimiento interior.
Está claro que solo son interpretaciones y que hasta que no escuchemos el álbum completo no tendremos una visión más detallada. Pero de momento, nuestras ganas de que llegue el 7 de noviembre, no han hecho más que aumentar. ¿Las tuyas?
Sofía Villar: @sofiavillarb
Imágenes: Instagram, YouTube y Museo de Czartoryski.
