Final del desfile Dior Men’s Winter 2025-2026. Imagen: Cortesía de la firma.
Aunque no sabemos si este ha sido, definitivamente, el último show de Kim Jones para Dior Men, la transformación y evolución del enfoque de la línea masculina de la Casa supone, por el momento, un nuevo paradigma que, ¿continuará explorando el británico?
De nuevo en la École Militaire de París, con la Torre Eiffel presidiendo el particular espacio que la Maison construye cada temporada para albergar sus desfiles, celebridades y amigos de la casa como Gwendoline Christie, Robert Pattinson, Kieran Culkin, Kate Moss o J Balvin, acudían al punto de encuentro para presenciar el que, según los rumores (imposibles de ignorar), sería el adiós definitivo de Kim Jones a Dior Men.
Sin embargo, no hubo ningún signo claro que lo confirmara. Aunque sí los suficientes para alimentar otro murmuro… Después de dejar Fendi, ¿será Kim el encargado de diseñar, también, la línea femenina de la firma francesa?
Con el permiso de Maria Grazia Chiuri, su actual directora creativa, si esto fuera cierto, el diseñador habría desplegado todo su potencial siguiendo con su indagación en la Alta Costura y centrándose, esta vez, en el legado de Christian Dior desde su «H Line», la colección femenina que presentó en otoño-invierno de 1954.
Prácticamente sin presencia de sus característicos toques de streetwear, Jones exploró la transformación del prêt-à-porter masculino y la influencia de la Alta Costura femenina en él, encontrando el equilibro perfecto entre extravagancia y pureza, ayer y hoy, elegancia y practicidad. Una completa metamorfosis de la línea Dior Men que, al igual que todo cambio y proceso de transformación, solo podía ser sinónimo evolución.
«Queríamos volver a las raíces y centrarnos en la quintaesencia de la casa, pero no de manera histórica, sino para decir algo sobre el ahora», asegura el diseñador.
Desde el salto por diferentes etapas de la historia, a la fusión de prendas originalmente femeninas en el armario masculino, pasando por piezas que, literalmente, se transforman, como un abrigo que se convierte en falda.
El término «metamorfosis» cobra más sentido que nunca en esta colección, al igual que el juego de volúmenes, que, de manera omnipresente, abarca desde los abrigos «Ópera», hasta bolsos y zapatos, rematados con un lazo de satén anudado, motivo que se repite a lo largo de toda la línea.
La fusión de ostentación y excelencia, brilla también a través de la concentración de tejidos y acabados más nobles, como las sedas y los satenes, confiriéndole una sensación sofisticada a la colección, apoyada por intrincados bordados de Alta Costura , presentados en forma de raya diplomática, salpicaduras de gotas de lluvia cosidas a mano estratégicamente o, como en el espectacular look de cierre, adornando un sorprendente kimono que demuestra la excelencia de la artesanía de la Maison mediante flores.
Simultáneamente, en términos de color, la paleta se presenta mucho más reservada, con grandes dosis de negro y blanco y con el rosa pastel, tono predilecto de Monsieur Dior, marcando el ritmo, además de grises, tonos marfil y marrones, que daban paso a las prendas más contemporáneas.
También cabe destacar las joyas en plata de ley que colgaban de los cinturones, en forma de dedal, tijeras y herramientas varias, propias del trabajo del modisto.
Por último, el hecho de que algunos modelos desfilaran con los ojos vendados (o semivendados), ¿a qué se debe?
Algunos dicen que se trata de un simple detalle para otorgar aún más dramatismo a la colección, pero nosotros preferimos encontrar la referencia en el refranero español y ese «ojos que no ven, corazón que no siente»… pues nada cobraría más sentido en estos momentos de la historia de Jones en la Maison…
Anna Alarcón @_annalarcon
Imágenes: Cortesía de Dior
