Hay una especie de aura nórdica que envuelve a todos y cada uno de los trabajos que llegan desde allí, sean de la disciplina que sean. Desde las películas de Aki Kaurismäki a las canciones de Sigur Rós, la producción artística procedente del Norte de Europa posee una pátina que hace rememorar el brillo del sol en la nieve, los atardeceres eternos y las noches de 24 horas.
Esa misma pátina es la que aparece en las obras de la artista sueca Annika Larsson, una de las creadoras nórdicas más interesantes del momento. Su trabajo aterriza ahora en la galería La Fábrica de Madrid. Allí presenta dos inquietantes obras («Drunk» y «Copia») en las que el voyeurismo, la figura del espectador o la producción amateur aparecen mezcladas y agitadas para generar una sensación, cuanto menos, incómoda.
ANNIKA LARSSON. HASTA EL 29 DE ENERO DEL 2011.
GALERÍA LA FÁBRICA. C/ ALAMEDA, 9.
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