La influencia de la cultura estadounidense es inevitable dada la invasión de sus productos audiovisuales que desde aquí abrazamos con ganas y hoy por hoy conforman nuestro imaginario colectivo. Sin embargo, no podemos asimilarlo todo. Es divertido ver el capítulo de Acción de Gracias de cualquier serie, pero de ahí a adoptar una costumbre nacional de los Estados Unidos... ¿qué sentido tiene celebrar la fortuna los primeros moradores de aquel país? Bueno, a excepción de que acompañes en el festejo a un amigo americano afincado aquí. Y es que nos estamos malacostumbrando a abusar de los hábitos gastronómicos que llegan del otro lado del Atlántico.
El brunch El brunch
El brunch, lo hemos acogido y nos encanta. Porque el fin de semana nos gusta remolonear en la cama y si salimos, con más razón. Así que se nos junta el desayuno con la comida y esta es la mejor opción para llenar nuestros hambrientos estómagos. Pero, un momento: ¿no existía nada antes del brunch? ¿Qué ocurría hace unos años ante semejante situación? Pues que te quitabas el pijama, bajabas al bar más cercano y te pedías un buen pincho de tortilla regado con una caña. Vamos, el aperitivo de toda la vida. Desde aquí abogamos por recuperar esa costumbre con los colegas o el ligue. Hacer el plan de tarde empezando con un buen picoteo: en lugar de huevos Benedict o revueltos, pincho de tortilla o sandwich mixto; en lugar, de bacon, embutido de los nuestros; y en lugar de uno de esos cócteles rimbombantes, mimosa o bloody Mary, caña o vermú.
El vermú El vermú
Lo mismo pasa con el consabido afterwork. Ahora se nos olvida que ya hacíamos nuestro networking (sociabilizar y hacer contactos) antes de la llegada de este plan al acabar la jornada laboral. Y es que claro, en inglés, la habitual composición de palabras genera términos cortos y fáciles de recordar, más ahora que estamos tan habituados al uso común de los términos anglosajones (principalmente en el lenguaje de las tecnologías). Pero antes de que quedaramos para un afterwork, simplemente preguntábamos: ¿unas cañas después del curro? La finalidad es la misma, romper la monotonía, desestresarse de la jornada, afianzar vínculos, generar nuevos contactos y quizá hacer amigos, además, de mantener a los que ya tenemos.
Unos cosmopolitan para el afterwork Unos cosmopolitan para el afterwork
Otra palabra que deberíamos replantearnos es candy bar. Pensémoslo un segundo: cierto que es un poco novedad poner una mesa de dulces durante le baile y la barra libre de una boda o de un cumpleaños pero, ¿es indispensable llamarlo candy bar? ¿Da más empaque? ¿Lo sofistica? Es una mesa con dulces. Simple y llanamente. Y siguiendo en la línea de los dulces, ¿qué ocurre con los muffins? En este caso, tengo mis dudas porque se suele decir que un muffins es una magdalena pero no es del todo cierto. El aspecto es muy similar, pero la receta es un poco diferente, de ahí que su consistencia no sea igual. Además, nuestras magdalenas siempre han sido una especie de bizcocho esponjoso con forma de montaña con la copa azucarada; en cambio, los muffins tienen distintos sabores y pequeños tropezones: trocitos de chocolate, crema, mermelada...
¿Te apuntas a llamar a las cosas por su nombre?
    María Díaz del Río -  @distritoeme Ilustraciones - Mónica Ríos