Pedro Aguilera (San Sebastian, 1978) no estudió cine. Ni siquiera pensó nunca en dedicarse a ello. Y, probablemente, ahí reside su mayor virtud: el interés de su mirada; un punto de vista transversal, multidisciplinar y abierto, muy abierto. Licenciado en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid, sus primeros contactos con la industria del Séptimo Arte fueron casi circunstanciales. Hizo el storyboard de algunas cintas (entre ellas “A Ciegas”, de Daniel Calparsoro). Después conoció a Carlos Reygadas y Amat Escalante, dos jóvenes maestros del cine contemporáneo, e hizo de ayudante de dirección en varias de sus películas. Tras un entrenamiento así estaba preparado para lanzarse a dirigir. Con su primera película, “La Influencia”, estuvo en la prestigiosísima Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, lugar de encuentro para las películas más especiales venidas de todos los rincones del mundo. Aquí, en España, no le hicimos mucho caso. Sin embargo, él no desistió y se lanzó a buscar financiación para su segunda largo, que ahora se estrena. “Naufragio”, una historia entre mística, terrorífica y metafísica -que ya ha logrado la mención especial del jurado en el Festival de Sevilla y el premio del jurado en el Atlántida Film Fest-, narra la venganza de Robinson, un inmigrante -”un icono, una estatua, un tótem” comenta Aguilera- que llega a las costas españolas con un misterioso objetivo. Una especie de Terminator tribal. Para Pedro Aguilera, “el título del proyecto, ‘Naufragio’, no sólo expresa la forma concreta por la que el protagonista de la historia, Robinsón, llega a las costas de Almería, sino también el ‘naufragio’ de nuestras instituciones sociales y del estado de derecho al enfrentarse a esta cuestión. La estructura democrática europea todavía no está preparada para las desigualdades que se suceden en nuestro planeta global”.
Pese a no querer oír ni hablar de obra de tesis, lo cierto es que su película resulta, en cierto sentido, fundacional. El cine -y la industria cultural española en general- se había dedicado a obrar producciones en las que el buenismo, los estereotipos acerca de la inmigración y la corrección política campaban a sus anchas. Todos estos elementos han hecho que la pereza se instale en los espectadores con tan solo oír juntas las palabras “película” e “inmigración”. Esta cinta es una respuesta a todo ese cine maniqueo y facilón, una obra compleja y fascinante, un “texto” que dialoga con otras obras. “El proyecto surge a raíz de la lectura de la novela ‘Robinsón Crusoe’, de Daniel Defoe. En realidad, surge como reacción y en oposición a ciertas imágenes propuestas por esta obra. Aunque se trate de una novela de aventuras, las ideas que circulan de fondo son más bien puritanas y colonialistas, pues su autor, Defoe, era de marcado carácter conservador. La clave de todo apareció cuando leí el libro de Michel Tournier ‘Viernes y los limbos del pacífico’ (1971, ‘Vendredi ou la Vie Sauvage’), una especie de respuesta mística al libro de Defoe. En esta novela se reproduce la misma historia de Robinson Crusoe, con idénticos detalles, pero la evolución del protagonista es totalmente diferente. Robinson Crusoe entrará en un nuevo viaje hacia la lucidez o la locura, penetrando en los misterios de su propio ser y de la isla, que se convierte en otro protagonista. Lo importante para mí aquí es como Tournier supo enfrentarse al cliché del mito de Robinson, y logró transformarlo y llevarlo más lejos, ya que comprende mejor que el propio Defoe la materia con la que está trabajando”, aclara el director. Además del “Robinson”, de Dafoe y de Tournier, Pedro se estuvo alimentando de otros productos durante el tiempo que duró el proceso de preparación y de rodaje de “Naufragio”. “Veía películas en las antípodas de las que veía durante ‘La Influencia’. Pelis ‘híbridas’, que no tienen un género definido, cachivaches con secuencias brillantes y otras muy malas. Películas que se hicieron, sobre todo, en los 70’. Por ejemplo, las de Nicolas Roeg que hizo una con Bowie – ‘The man who fell to earth’ y que también dirigió ‘El retorno de las brujas’, todo un clásico-, de Jodorowsky, de los polacos de esa época. Y también estaba muy metido en libros de místicos”, confiesa. Aguilera ya está trabajando en el guión de su próxima película, y por primera vez lo hace junto a un guionista, Michel Gaztambide (suyo es el texto, por ejemplo, de “Vacas” de Medem) porque dice que quiere que su siguiente proyecto tenga un punto más comercial sin perder la autoria. “Me gusta el estado de duermevela donde los bordes se difuminan y uno no sabe si sueña o vive, me encantaría poder reflejar ese estado en mis películas… Un poco como la música creada con heroína, sinuosa y espesa como un sueño… Ambigua y escapista”, dice él.
“Naufragio” de Pedro Aguilera se estrena el 17 de junio
Por José Ganga.
Fotografía de Domingo Fernández.
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-OLIVER LAXE.