Las espectaculares vistas aéreas de Big Lagoon, en la zona de El Nido, Palawan.

Viaje. Descubrimos FILIPINAS con BELÉN HOSTALET

En nuestro último número SS20, la influencer nos ha llevado a recorrer las maravillas que se esconden detrás de los paradisíacos paisajes de Filipinas. ¿Te subes a este avión (virtual) con nosotros?

11 may, 2020   /   Living   /   Anna Alarcón

Ansiosos por buscar aventura y un poco de sol en pleno mes de febrero, Alejandro y yo nos decidimos a coger un vuelo de último minuto a Filipinas con Singapore Airlines. Hemos leído y escuchado hablar tanto sobre El Nido, Corón y las islas que forman parte de dichas localizaciones, que no nos lo pensamos dos veces y vamos para allí de cabeza.

Belén llegando a una isla remota en Corón

 

Aterrizamos en Manila. Hemos de hacer noche aquí y coger un vuelo local a primera hora de la mañana. Próximo destino: El Nido. Desde el avión, ya podemos apreciar lo maravilloso que es Filipinas y eso que no hemos ni llegado...

Vista aérea de El Nido, Palawan.

 

Decidimos pasar nuestras dos primeras noches en El Nido para conocer las islas y formaciones rocosas de la zona. De momento no hemos comprado una SIM card local, queremos aprovechar estos días para desconectar, relajar nuestra mente y llenarnos de la experiencia.

Nuestro hotel es una fantasía. Regentado por unos españoles, pasamos las primeras noche en Panorama El Nido, un hotel boutique a pie de playa en Corong Corong. Allí las puestas de sol son inigualables y se sirven con unas bravas: puro escándalo.

Atardecer en Ariara, propiedad privada de One Cay, en la que decidieron hospedarnos durante su aventura por Corón.

 

Alquilamos una moto, ya que es la forma más sencilla, cómoda y accesible de moverse por aquí. En nuestro primer día, decidimos perdernos y visitar varias playas. Por la mañana, nos acercamos a la playa de Las Cabañas, donde hay un precioso y curioso hotel llamado The Birdhouse. Ahí empezamos nuestra mañana con una clase de yoga, seguida de un espectacular desayuno lleno de frutas tropicales y algún que otro balanceo en sus hamacas colgantes.

Restaurante The Nesting Table, en el resort The Birdhouse El Nido, Palawan.

 

Bajamos a la playa y nos quedamos ahí, disfrutando de sus tantas palmeras y la brisa filipina. Volvemos a coger la moto y vamos a pasar lo que queda de mañana y tarde a Nacpan Beach, una de las playas más largas, con el mar un poco más salvaje, miles de palmeras que la rodean y chiringuitos donde poder tomar el agua de un delicioso coco, tumbarte en alguna hamaca y disfrutar de un buen libro y algún que otro baño en el agua.

Belén durante el atardecer en Panorama Beach Club, en El Nido, Palawan. Bañador 100% sostenible de Maurie and Eve.

 

Para cenar, decidimos visitar El Nido Town. Su oferta gastronómica es enorme, pero nuestras recomendaciones son claras: para los amantes del Thai, el delicioso Big Bad Thai, a base de sopas de coco, curris y pad thais. Seguimos con el japonés Osaka Castle. Si tenéis mono de sushi, Cafe Athena es uno de los establecimientos más conocidos del municipio, entre otras cosas, por su cocina griega. Por último, si lo que buscáis es una opción vegana, no podéis perderos Happiness Beach Bar y Taste Cafe. ¡Ambos están para chuparse los dedos!

Paisaje de las formaciones rocosas tan identificativas de las islas de Filipinas.

 

Al día siguiente, decidimos dejar la moto y alquilar un barquito para visitar las islas más bonitas que definitivamente hayamos visto nunca. Como no, en nuestro itinerario no podía faltar Big Lagoon. Cogemos un kayak y remamos alrededor de ella, con baño en sus cristalinas aguas incluido. Os recomendamos ir pronto porque es una de las islas más visitadas por los turistas... Snake Island, Miniloc Islad, Matinloc y Hidden Beach, son otras de las preciosidades de visita obligada. Además, hay varios tours (o “island hopping”, como ellos lo llaman) que se pueden realizar para seguir un itinerario concreto y no perderte detalle. Aunque siempre puedes ir a tu bola, como hicimos nosotros.

A nuestra vuelta por la tarde, hacemos el check out de nuestro hotel y ponemos rumbo a la desconexión, a la privacidad, al edén más remoto que podíamos imaginar...

Belén enfundada en bañador de Fella Swim delante de la espectacular propiedad Ariara.

 

El resto del viaje lo pasaremos en una isla llamada Ariara, situada aproximadamente a tres horas en barco de El Nido y a otras dos horas de Corón. Lo dicho: estamos perdidos en el mar de Filipinas. Nos alojamos en una villa privada que los dueños de la isla decidieron construir, se llama Ariara Resort y pertenece a la colección de propiedades que regenta One Cay Global. Ellos nos han organizado los próximos días en el paraíso.

Belén disfrutando de Ariara Island con vestido de White Story.

 

Es increíble todo lo que nos explica Florian, el manager de la propiedad. Intentan ser lo más sostenibles posibles: no hay rastro de plástico y todo lo que vemos en cuanto a artesanías, incluyendo sillas de rafia, mesas, incluso los techos, los fabrican allí. Nos explica también cómo viven las colonias que podemos ver en las islas de los alrededores. Son autosostenibles y la mayor parte de sus ingresos, provienen de la pesca de una especie de calamar que dejan secar y exportan a Manila. Además, entre ellos apenas hay intercambio de dinero. En cada poblado hay tal sentimiento de comunidad, que entre ellos se ayudan e intentan dar oportunidades a las generaciones futuras.

Amamos pasar los días junto a la playa, meditando por las mañanas en lo alto de la isla y observando las islas vecinas. También bañarnos en la piscina a la caída del sol que se pierde en el mar y las cenas que, con mucho cariño, nos preparan cada noche en una localización secreta del resort.

Belén en los puestos del mercado local de Corón con camisa de Albus Lumen, bucket hat de Avenue The Label y cesta de Loewe.

 

Pero no todo iban a ser días tirados al sol... El resort dispone de un barco privado y ansiamos el momento de visitar las “Lagoons” de Corón. Hemos leído que son maravillosas por sus aguas cristalinas y menos transitadas que las de El Nido. Antes pero, visitamos Corón Town y descubrimos el mercado en el que se compra la comida que luego se servirá en el resto de resorts, casas y poblados.

Belén bañándose en una playa remota en Corón, con bikini de WeWoreWhat.

 

Finalmente, llega el momento de descubrir la isla de las islas. Sin turistas, completamente virgen... solo dos cabañas por encima de la costa, habitadas por dos familias que la protegen. No lo he mencionado con anterioridad, pero las islas que visitamos están protegidas y no está permitido vivir ahí a excepción de algunas familias como estas, que son las “protectoras” del territorio. Ellos están ahí para mejorar las condiciones de las islas, las formaciones rocosas tan peculiares de Filipinas y así, protegerlas del daño que los turistas puedan ocasionar.

Belén caminando por la playa con bañador de Eres.

 

Sin duda, lo que más voy a echar de menos de este viaje son las puestas de sol. El horizonte está dibujado por las diferentes islas que tenemos delante y cada tarde, cuando el sol se esconde entre ellas, deja una silueta de colores anaranjados, rojizos, que más tarde pasan a ser rosados, malvas... ¡una locura! Los paseos en la orilla, los libros en la piscina de Ariara y las duchas al exterior también se quedan en mi retina. El sitio es un sueño así que cuando todo esto pase, lo primero que haremos es planear una vuelta, eso seguro.

  

Texto e imágenes: Belén Hostalet @belenhostalet

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