Esta vez nos acercamos a vivir la experiencia de un grande dentro de los de su categoría: el hotel que diseñó Patricia Urquiola y que, pasen los años que pasen, no pierde vigencia. Porque el buen diseño es como los buenos vinos, gana con el tiempo demostrando que no fue pensado de forma caprichosa sino a conciencia, con unos valores y una definición de los espacios que permanecen.
Nos quedamos asombrados frente a este edificio con toques racionalistas y adornos en bajorrelieve que nos hablan de la espectacularidad que vamos a encontrar en esta serie de edificios de diferentes épocas y estilos aunados en su estructura interior de forma magistral. Entramos desde la calle, a través de una rampa que -sin solución de continuidad- desemboca en el Front Desk, permitiéndonos aclimatarnos de una forma suave.
Ya en el vestíbulo sentimos la serenidad que produce esa acertada elección de colores y tonos en paredes y muebles, haciendo de la decoración un todo que te relaja sin dejarte indiferente. La alfombra con sus grafismos tan Urquiola y las celosías, cuyo patrón se repite en diversas superficies, nos dejan con la boca abierta.
Llegar a la habitación supone una exhibición de confort en todos los materiales utilizados, que convierten cada mueble en un objeto de deseo por el impacto visual y anímico que provocan: sillones, mesitas, sofás, obras de arte o lámparas, sirven de preparación para aterrizar en esa estancia espaciosa y bien iluminada donde creemos que los sueños se hacen realidad sobre una cama enorme y firme.
La habitación sigue haciendo que el mundo Urquiola esté omnipresente para el goce de cualquier ojo sensible. Sin duda, te hace la estancia mucho más grata porque vives en primera persona el corazón del diseño desde el corazón de la ciudad.
Dentro de sus espacios definidos podemos destacar:
BLANC. Comida tradicional con el sello de Carme Ruscalleda que desde la cocina catalana llega a la internacionalidad que se le atribuye a esta gran cocinera. El espacio ayuda a amplificar los sabores porque en este restaurante se come también con la vista, la de la decoración del local, que siendo discreta no te dejará indiferente.
BANKER'S BAR. Cocktails de autor entre cajas de seguridad. No dejes de pedirte el bankers martini.
JARDÍN MIMOSA. Una jungla en medio del corazón barcelonés que da la sensación de alejarte del ruido y el calor de la ciudad. Aquí podemos disfrutar de algunas de las colaboraciones que hacen con distintos artistas, como las esculturas cinéticas en forma de mariposa que nos reciben a la entrada.
EL TERRAT. Nos ofrece una visión panorámica de toda la urbe que no tiene rival. Si te das un baño en su piscina parecerá que puedas salpicar al resto del mundo con tus chapoteos.
Si quieres cenar de la mano de Gastón Acurio descubrirás la fusión japonesa/peruana que te hará volar antes de que te sirvan un Pisco sour o cualquier otro cocktail de los que elaboran magistralmente. Ah, y todo amueblado con Kettal, para que te sientas en el mismísimo cielo.
EL SPA. Bajar a este oasis es una experiencia en sí misma porque la paz recorre tu cuerpo nada más poner el primer pie en la sala.
Aquí encontramos el primer Hair Spa de Miriam Quevedo, dónde te hacen un estudio exhaustivo de tu cabello con una micro cámara, lo que les permite aplicarte el mejor tratamiento posible según tus necesidades. Linda Meredith se encarga del cuidado de la piel con oxígeno, que completa el tratamiento y te ayuda a que los productos penetren de manera más profunda. La sensación de frescor está garantizada.
¿Qué ver en Barcelona?
Lógicamente, la ciudad tiene una infinidad de visitas deseables, por lo que es complicado centrarse solo en algunas... Sin embargo, la que recomendamos encarecidamente es:
CASA BATLLÓ. Aparte de disfrutar de esta joya a dos pasos del hotel que nos dejó el maestro Gaudí, podéis deleitaros con el acondicionamiento a cargo de otro grande, Kengo Kuma. Su característica sencillez hecha arte se refleja en las cortinas que sirven de separación para los distintos espacios de escaleras y tienda del museo.
Sin duda, un ejercicio de imaginación y de saber hacer que no os podéis perder. Saldréis hipnotizados por la ondulación de sus cadenetas colgantes. Arte en estado puro al alcance del ojo cotidiano.
¿Dónde comer?
EL NACIONAL. Aquí Lázaro Rosa Violan ha tenido espacio suficiente para lucirse, ¡y vaya si lo ha hecho! Sus 5 restaurantes en uno recorren este espacioso hangar. Nacido como teatro, pasó a ser concesionario de coches y fábrica de pieles, y toda esta historia se hace doméstica gracias a la mano del arquitecto.
Sin duda, merece la pena pasar a cualquiera de ellos. SB Hoteles son los promotores de esta genial idea, que desde hace 6 años copa los wow de media ciudad -y parte de medio mundo que la visita-.
BENZINA. Si quieres comer italiano en Barcelona, este es tu sitio. Con una playlist de música rock de los 60 y 70, tomarás sus platos revisitando la cultura culinaria italiana a un ritmo emocionante. La comida merece la pena, pero la música también. Un must al lado del bonito mercado de Sant Antoni.
XÀTIVA DE SANT ANTONI. Si quieres tomar un arroz espectacular, no dudes en acercarte al nuevo barrio de moda, donde podrás degustar el mejor producto. No te pierdas el de rabo de toro ni la carta de vinos, es la de un gran conocedor de caldos.
¡Qué lo disfrutéis!
Carlos Sánchez
Imágenes: Cortesía del Hotel Mandarin Oriental