Analizamos la colección de
Vuitton para la
primavera/verano a través de tres de sus principales looks.
Look 1. El tigre, uno de los símbolos más representativos del imaginario chino, fue utilizado para adornar la pasarela de Louis Vuitton. Convertir un elemento de impronta "kitch" en glamouroso parece uno de los retos del diseñador. Aquí, el estampado del animal aparece en una falda lápiz de largo "longuette", aportando riqueza a un vestido nude y negro de crêpe. La silueta es decididamente Poiret, quien adoraba y puso de moda, recién comenzado el siglo XX, la delicadeza oriental. El escote, estilo tank top, tan años 20, se superpone a una segunda pieza de aire lencero. El resultado es exótico, sofisticado y un tanto excesivo, palabras que definen el tono general de la colección.
Look 2. Uno de los aspectos más atractivos del desfile es la revisitación de China no sólo en su faceta tradicional y conservadora, pues podría haberse convertido en una deprimente caricatura. He aquí un mono setentero y aires disco dance con sedas orientales, o un pijama chino de seda con un guiño al Halston más sofisticado. Según se mire. La cadera baja es una de las reivindicaciones que Jacobs manifiesta para la temporada, lo que le otorga, junto al gran escote en "V", una lánguida sensualidad al look. Un patchwork en seda donde convergen un naranja caldero, un turquesa salpicado en exquisitos bordados de flecos carmín y un gran fajín de paillettes burdeos que haría las delicias de una joven Jerry Hall.
Look 3. El desfile de Louis Vuitton, a primera vista, tiene una inspiración única y evidente: China. Su cultura aflora en cortes, colores, estampados, maquillaje, peluquería, decorado, e incluso en la gran cantidad de modelos asiáticas en el casting. Sin embargo, un gran diseñador no puede permitir que la idea esencial de su colección se descontrole, y dependiendo de cómo la sosiegue o potencie, el resultado será magistral o no. Como un flashback a la colección de 1977, donde Monsieur Saint Laurent revisaba el atuendo oriental, esta primavera-verano Vuitton devuelve a occidente el famoso cuello mao. El mayor atractivo del vestido es un lúrex discotequero que se ve tamizado por la sobriedad de un corte severo. Sin embargo, no nos hayamos ante un vestido dramático de cuello halter, como en aquella tendencia provocada en 2000 por el cine de Won Kar-wai, sino de un orientalismo con aspiraciones festivas, de vivos colores delimitados por un vivo negro casi naïf. Decadencia "glitter" en estado puro.
Por Jorge Acuña.
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