Desgranamos la colección primavera/verano 2011 de
Loewe (ya en tiendas) a través de
tres de sus looks más representativos.
Look 1. La colección de
Loewe es descaradamente
dulce y tan irresistible como un algodón de azúcar. Dando la espalda a planteamientos retorcidos, la aparente simplicidad en el corte de las prendas nos sitúa ante una propuesta clara y directa. La combinación del rosa chicle y el amarillo yema apetece casi tanto como el tacto de la exquisita
piel. Sorprende especialmente que este material, por el que la casa de origen madrileño es conocida, se utilice tan profusamente en la época estival. Sin embargo, en ello radica precisamente el reto creativo, pues tanto los
colores como el diseño consiguen dotar a la napa de una frescura que incluso podría hacer cuestionar el algodón egipcio. Un T-shirt recto y holgado, con un bordado de pequeñas flores cortadas a láser, una ajustada minifalda en piel de avestruz que equilibra el volumen en la cadera, y unos zapatos planos, en rojo, contribuyen a la amabilidad de un look que se corona con un
maquillaje flúor, esa palabra que tanto oiremos los próximos meses.
Look 2. Una inyección de pura vitamina A, B y C contra el drama que a menudo envuelve la inspiración en la moda. El optimismo de Stuart Vevers, director creativo de Loewe, le hace sumergirse en los archivos de la casa hasta encontrar este mítico
estampado de inocentes mariposas de tan estimulante efecto visual. Vestido que querrán adquirir abuela, hija y nieta para disfrutar de su veraneo en South Hampton, St. Tropez o Amalfi, no sin el pañuelo de seda a la cabeza, tan Jackie Onassis (que no Kennedy). Mención especial a los complementos a juego, ese concepto que un día tanto se valoró, para caer más tarde en las garras del mix.
Look 3. Un
trench, término que debería recoger la RAE, pues tiene ya la categoría de prenda. Si es complicado hacer
dócil el empleo de la piel, todavía lo es más si lleva impreso un estampado de leopardo. Lejos de un efecto agresivo, Vevers integra con picardía esta pieza en piel haircalf desde su perspectiva juvenil y encantadora. No hay rastro del exceso que en ocasiones el lujo puede malentender, sino que se tamiza y hace accesible con los accesorios adecuados. Un look compuesto por gabardina, bolso de mano con tintes vintage, diadema con lazo zapatero y bailarinas es
ladylike, esa tendencia que a veces se apaga en las editoriales de moda, pero que nunca desaparecerá porque es una forma de ser. La forma de ser de una lady.
Por Jorge Acuña.
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