¿Qué es feo y qué no? ¿Quién lo dicta? Silencio sepulcral. En términos de moda, nadie. O cualquiera, según se vea. El exceso de buen gusto provoca un revulsivo que ensalza lo poco agraciado. Cada vez más firmas forjan su nombre al margen de los códigos estéticos tradicionales y apuestan por diseñar auténticos esperpentos en el mejor sentido de la palabra, eso sí-. Por los ugly shoes, o los zapatos feos. Ese tipo de calzado sport, técnico, o de uso hasta el momento exclusivamente doméstico, anodino y poco atractivo que no paramos de ver sobre las pasarelas. ¿Es bonito?
Diseños de Gucci (Izda.) y Loewe
Sí y no. Depende. Vender, vende. Los nuevos Crocs de Balenciaga con plataforma y pines de flores y estrellas, obra del belga Demna Gvasalia –fundador y director creativo de Vetements- y última revisión del feísta zueco de goma, están agotados. Fueron lanzados a primeros de mes en la neoyorquina Barney’s y volaron. Mientras que los Crocs originales cuestan alrededor de 35 euros, estos rozan los 700. Sold out. Otro inesperado éxito de calzado ugly: los extravagantes mocasines de pelo que Alessandro Michele creó para Gucci hace dos años. Los principales prescriptores de estilo guardan un par en su armario, ¿y son horribles?
Diseños de Céline
La francesa Phoebe Philo sienta cátedra en el diseño de zapatos antiestéticos. Fue la primera en darle una vuelta de tuerca a las anatómicas Birkenstock y ha firmado toda clase de bonitas aberraciones. Etiquetas como Prada, Christopher Kane y Marc Jacobs también han apostado por el calzado de belleza distraída. Antes o despué, y con gran éxito. Las Ugg, las deportivas con tacón de Isabel Marant, las zapatillas duende de Loewe… Los caminos de las tendencias de moda son inescrutables. Los pies lo saben.

Christopher Kane

Maison Margiela

Isabel Marant

Ugg

Balenciaga

 

 

Alejandro Bernad - Imágenes cortesía de las firmas

 

 

 

 

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