Si pasas por la calle Barbieri te llamará la atención esta heladería. No podrás apartar la mirada de su mostrador repleto de todas las frutas y toppings que puedas imaginar. En su interior, el suelo de madera natural invita a descalzarse. A un lado, ladrillo blanco visto salpicado por un montón de lamparitas, todas diferentes; al otro, el nombre de la marca en grandes letras blancas sobre rojo intenso se convierte en el photocall donde posar helado en mano.
Puedes llevarte tu Yoy de paseo. Quizás sentarte en una de las butacas sobre el césped del escaparate. O en los taburetes altos junto a mesas fabricadas con tablones de colores. O, más apetecible todavía, balancearte en los mullidos columpios que cuelgan desordenados. Además del yogur helado 100% orgánico y artesanal, puedes disfrutar sus singulares recetas de zumos, cafés, tés y tartas hechas cada mañana por ellos mismos. En Yoy hay tantos tipos de asientos y lámparas como sabores puedas imaginar, lo que hace de cada visita una experiencia diferente. Inés García