“¡Esto es un descontrol!”. La frase la pronunció unas cuantas veces la pareja que tuvimos al lado durante el concierto y es la síntesis de lo que se vivió anoche en el Circo Price.
Devendra Banhart volvía a España, con un nuevo disco bajo la manga ("Mala") aunque daba la impresión que gran parte de los asistentes estaban allí para gritar piropos al músico y no por su obra. En cualquier caso, Devendra estuvo sonriente, espontáneo y en ocasiones caricaturesco; parece que no está tan cómodo en ese papel de mito erótico y gesticula al máximo para que se olviden de su atractivo.
El concierto no pasó de la hora y cuarto de duración pero el músico fue complaciente en el repertorio, antes del bis preguntó educadamente al público qué quería escuchar y pese a no acordarse de cómo tocar "Santa María da Feira" (Cripple Crow, 2005) nos dedicó unos segundos de la canción.
El ambiente del teatro se asemejaba al de un piano-bar, por la media luz que lo iluminaba y por las apariciones puntuales de una banda liderada por Rodrigo Amarante, colaborador habitual de Devendra. Al son de “Te amo”, “quédate aquí”, “tío bueno”, el texano-venezolano intercaló canciones de sus tres últimos discos: "Mi Negrita", igual de evocadora que en Mala, una dulcísima "Baby" o la melancólica "Bad Girl" fueron algunas de las más celebradas.
La banda fue eficiente tanto en la música como en los coros, en "Your Fine Petting Duck" no pudimos escuchar a Ana Kras pero sí a cuatro barbudos poniendo voz de mujer a propósito y en "Seahorse" se extendieron casi hasta los diez minutos, creando capas psicodélicas puramente setenteras. Cuando ya había transcurrido más de la mitad del directo, Devendra se animó a continuar con un
setlist en español, uno de los puntos fuertes del artista porque sus canciones se vuelven más coloridas si cabe y con ellas, crea imágenes surreales, evocando al tropicalismo de Os Mutantes, Caetano Veloso o Arnaldo Baptista.
Texto:
María Clara Montoya
Imágenes:
Marcos Domínguez
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