Antes de nada, tranquilidad: este es
un artículo 100% libre de spoilers. Hoy sólo hablaré de por qué
Juego de Tronos se ha convertido en el mayor fenómeno televisivo (y no televisivo) de los últimos años. Y es que esta serie, cuya
cuarta temporada acaba de estrenarse en España, es un éxito por…
Uno de los carteles promocionales de "Juego de Tronos".
Su calidad como producto televisivo: Juego de Tronos está en esa selecta y extraña categoría de series que son
muy superiores en calidad y entretenimiento a muchas buenas películas. Y culpa de ello tienen no sólo su apabullante nivel técnico sino también su cuidado a la hora de adaptar a televisión el original literario de
George R.R.Martin y las excelentes interpretaciones de un reparto en el que sobresale con todo merecimiento el que es ya todo un icono televisivo:
Peter “Tyrion" Dinklage.
Su talento para sorprender: Si algo está claro viendo o leyendo esta saga es que
nunca puedes estar seguro de nada ni de nadie. En
Juego de Tronos (o en su matriz
Canción de hielo y fuego) uno no tarda en descubrir su talento para romper esquemas, clichés, predicciones o conjeturas de cualquier clase. Así, parte de su éxito se basa en la
maestría de George R.R.Martin para mantener la tensión al otro lado de la página/pantalla utilizando la sorpresa como un elemento fundamental para el avance de las tramas y la evolución de sus protagonistas.
Sus personajes: En línea con lo anterior, el gran activo de
Juego de Tronos es tener unos personajes tan ricos en matices e incluso contradicciones que el público no tarda en descubrir que cara y cruz forman una sola moneda. Así, sabiendo que la mayoría de sus protagonistas son una hábil, desequilibrada y sin embargo coherente
mezcla de luz y oscuridad, al lector/espectador no le queda más remedio que ahorrarse cualquier ejercicio adivinatorio y disfrutar viendo cómo unos caminan hacia la redención, otros hacia la perdición y el resto se limita a algo tan humano e impredecible como sobrevivir.
Su manejo del suspense: Como resultado de todo ello,
Juego de Tronos es una ficción
modélica a la hora de enseñar cómo crear y mantener el suspense. Y no sólo por hacer un uso ejemplar del
cliffhanger sino por su habilidad para provocar preguntas en el público y esconder o retrasar las respuestas o explicaciones a las mismas. Resultado: el lector/espectador se vuelve un yonki de la historia.
Su mezcla entre lo irreal y lo histórico: Si a primera vista los elementos fantásticos presentes en
Juego de Tronos podrían acercarlo a ficciones como los de
El Señor de los Anillos o
Dungeons and Dragons, lo cierto es que no son pocos los
artículos que, acertadamente, señalan que
Juego de Tronos utiliza
trasuntos de hechos y elementos históricos tales como la
Heptarquía anglosajona (siete reinos), el
Muro de Adriano (el Muro), el
Imperio mongol (los dothrakis), la
Guerra de las Dos Rosas (Lannister vs Stark)o el
fuego griego (fuego valyrio), por citar sólo algunos ejemplos. Una combinación que ayuda y mucho a que lo ficticio nos parezca no sólo conocido sino hasta verosímil.
Ser un fenómeno transmedia: Partiendo del original literario,
Juego de Tronos dio el salto a la televisión (gracias HBO) y a continuación a los
cómics,
videojuegos y a
Internet. Es decir,
Juego de Tronos es un universo ficticio cuya salida sólo conoce el bueno de Martin pero con muchas entradas y ventanas que permiten al público tener
distintas experiencias complementarias que retroalimentan el impacto y la expectación asociadas a un fenómeno mundial como éste.
Gigamesh y Canal +: El éxito de
Juego de Tronos en nuestro país sería impensable sin el criterio y el talento tanto de
Gigamesh como de
Canal + a la hora de apostar por un producto como éste. Porque
lo bueno no basta con que sea bueno sino que hay que darlo a conocer (y bien). Así de sencillo.
En resumen, con tantos motivos y razones para valorar un éxito tan innegable como es
Juego de Tronos la única conclusión que se puede sacar es que
hacer las cosas tan bien es tan difícil como mantenerse con vida en Poniente…lo cual no es imposible si tienes una cosa: talento.
Javier Crespo Cullell
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