Hablamos con el escritor Yago Ferreiro de literatura, cine y recuerdos coincidiendo con la publicación de su último poemario, “Antología de la poesía espectacular”.
¿Qué hizo que empezaras a escribir poemas? ¿Recuerdas el primero?
No recuerdo el primer poema que escribí, así como tampoco el motor que lo inició todo. Supongo que uno escribe porque no le queda más remedio. Para explicarse las cosas o para entenderlas.
¿Cuándo decidiste que era el momento de compartir tus textos y publicarlos?
En mi caso, a diferencia de muchos otros escritores, los procesos de publicación han sido puramente azarosos. Cuando comencé a escribir no creía que acabaría publicando porque no veía la necesidad en ello. Aún hoy, secretamente, lo pienso.
Tanto en tu anterior trabajo como en este empleas seudónimos, ¿lo de ocultarte tras ellos es timidez o se debe a otros motivos?
Como lector de literatura siempre me han gustado los escritores que proponen un juego. El uso de estas mascaradas se podría ver como un guiño a esos escritores de los años sesenta que publicaban novelitas
pulp bajo seudónimos descacharrantes.
Tu primer poemario es una especie de homenaje a “Solaris” y en “Antología de la poesía espectacular” hay varios guiños cinematográficos, ¿cómo te influye el cine a la hora de escribir?
He sido consumidor de productos audiovisuales desde mi infancia y eso, de alguna manera, configura tu manera de mirar y de estar en el mundo.
En el mundo literario, donde a veces parece que enriquecerse y alimentar el ego es lo único importante, de repente surgen escritores -como tú- que cuelgan sus textos y libros para descargar libremente. ¿A qué crees que se debe?
Entiendo que si un escritor se quiere hacer respetar, triunfar o lo que sea, debería valorar su obra en su justa medida. A mí me gusta pensar que alguien en algún remoto lugar quiere leerme y que no le voy a complicar la vida con cuestiones pecuniarias.
¿Cómo surgió y se llevó a cabo toda esa aventura que supuso la película “El Cosmonauta”?
Responder a esto podría llevarme días. Todo fue un golpe de fortuna para mí, y un ejemplo de generosidad por parte de Nicolás Alcalá, su director. Él encontró mi libro en una librería de Lavapiés en pleno desarrollo del guión y en vez de quedarse el pequeño hallazgo para él decidió compartirlo con todos y añadirlo a las influencias troncales de la película. Nunca se está lo suficientemente agradecido con cosas así.
Un poema propio favorito y uno ajeno.
En general, veo en mi propia obra tantos errores que me sería imposible destacar la bondad de alguno de ellos. En el caso del resto me es más fácil. Cualquier poema de Pedro Casariego Córdoba puede modificar mi estado de ánimo, que es lo que yo busco a la hora de leer poesía.
Dos libros que te han marcado.
”La Casa Encendida" de Luis Rosales me parece un libro imprescindible, y “El día del Watusi" de Francisco Casavella, un libro que me acompañó en momentos no estrictamente felices y que consiguió sacarme poco a poco de situaciones adversas. Siempre lo llevo conmigo.
¿El lugar perfecto para escribir?
No tengo muchas manías a la hora de escribir. Necesito cierto aislamiento básico, que no suene música, ni haya muchos ruidos que puedan distraerme, pero me vale con una silla y un escritorio.
Tu vida resumida en un olor, una película y un recuerdo.
El olor de los helados de pistacho, “El apartamento" de Billy Wilder, la primera vez que vi a aquella persona.
Ya puedes hacerte con el poemario de Yago Ferreiro aquí.
Por Ana G. Ramos
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