Apareció en "La casa Azul", como llamaban
Frida Kahlo y Diego Rivera a su residencia mexicana de Coyoacán. Unas gafas de sol, varios corsés decorados, vestidos, zapatos... Pertenencias que cuentan una historia, pero no una cualquiera, sino la de la inimitable Frida. Se hallaban en un armario, que Rivera había pedido no se abriera hasta pasados quince años de su muerte. Sin embargo, a veces los misterios tardan demasiado en desvelarse, y no fue hasta 2004 cuando el equipo del
Museo Frida Kahlo -ubicado en la antigua residencia de la pareja-, decidió hacer inventario y catalogar todas las piezas. Entonces se abrió aquel armario que albergaba retazos de la personalidad de Frida, y la fotógrafa japonesa Ishiuchi Miyako fue invitada a fotografiar cada pieza. Hoy las imágenes se exhiben en "Frida", la muestra que acoge la Michael Hoppen Gallery de Londres.
Ishiuchi. Michael Hoppen Gallery
La melancolía y el dolor acompañaron a Frida durante toda su vida. Desde los seis años pasaba los días postrada en la cama debido a la polio, que dejó su pierna derecha visualmente mucho más delgada que la izquierda -que le fue amputada un año antes de su muerte-. A este padecimiento se sumó el accidente de autobús que sufrió a los dieciocho años -y que la obligó a someterse a numerosas cirugías-. Las secuelas físicas siempre acomplejaron a la pintora, que se refugió en la moda para disimularlas, y en el arte para calmar su desasosiego. En la imagen observamos un par de botines con tacones a diferente altura, que Frida utilizaba para mitigar la cojera.
Ishiuchi. Michael Hoppen Gallery
El accidente marcó a Frida para siempre, pero no sólo a nivel físico. Tras este episodio, Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón -así figura su nombre completo en su partida de nacimiento-, decidió abandonar sus estudios de medicina por la pintura, disciplina que la convertiría en inmortal.
Ishiuchi. Michael Hoppen Gallery
Los corsés que portaba por recomendación médica, se convirtieron en auténticos símbolos para la pintora. A través de ellos reivindicaba sus ideas comunistas y defendía el derecho a ser la mujer que deseaba ser, y no la que la sociedad le imponía. Frida pintó su dolor, el físico y el emocional. El que nacía de las infidelidades de Diego Rivera, -que engañó a Kahlo hasta con su hermana pequeña Cristina- de los tres abortos que sufrió, de sus limitaciones físicas... Su pintura, una mezcla de la tradición mexicana y sus exvotos y las iconografías cristiana y judía, se centró especialmente en los autorretratos "Me pinto a mí misma porque paso mucho tiempo sola. Soy el tema que mejor conozco". Sin embargo, el padecimiento de Frida no le impedía soñar. Así se expresaba tras perder la pierna "Pies, para qué os quiero, si tengo alas para volar".
Ishiuchi. Michael Hoppen Gallery
En la imagen vemos uno de los corsés incorporados a sus vestidos. El gran círculo horadado en la parte central del corsé, que dejaba a la vista su abdomen, le servía para pintar sobre su propia piel, y en los círculos pequeños depositaba los pigmentos.
Tras las infidelidades de Diego, Frida hizo lo propio, manifestando abiertamente su bisexualidad. Mientras sus relaciones con mujeres no importaban a Rivera, no soportaba que le engañara con hombres -Trotsky se contaba entre sus amantes-.
Ishiuchi. Michael Hoppen Gallery
Frida solía utilizar faldas largas para ocultar sus piernas, pero además, decidió adoptar el traje típico de Tehuantepec para rescatar las tradiciones de su país, tal y como hacía en sus cuadros.
Ishiuchi. Michael Hoppen Gallery
En aquel armario secreto de La Casa Azul, se ocultaban objetos cotidianos de una vida que tuvo poco de corriente. Los esmaltes de uñas, el traje de baño, varios corsés, guantes e incluso una pierna ortopédica de la pintora aguardaban, cogiendo polvo, para seguir contando la historia de Frida.
Arancha Gamo
@arancha_gm
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