La banda Boston Babies para la campaña «La Navidad de cada UNO», de UNOde50. Imagen: Cortesía de la firma.
Hablamos con Mitch Martín, Nico Uriarte y Breixo Omil, miembros de la banda Boston Babies y ahora también protagonistas de la última campaña navideña de UNOde50.
Tanto si eres de los que tiene a Mariah Carey (o, si eres miembro de la gen Z, a Sabrina Carpenter) dando tumbos por su playlist desde principios de diciembre, como si todavía andas en busca del regalo perfecto, tu forma de celebrar las Navidades es única, y eso es lo que homenajea UNOde50 en «La Navidad de cada UNO».
Y es que el hecho de que vivamos estas fechas tan señaladas a nuestra manera, dónde, cuándo y con quiénes queramos, es realmente lo que las hace tan especiales. Por ello, desde Vanidad nos sumamos al propósito de la firma de joyería entrevistando a tres de los protagonistas de su campaña, Mitch Martín, Nico Uriarte y Breixo Omil, miembros de la banda Boston Babies. ¿Cómo celebrarán cada uno de ellos la Navidad? ¿Se juntarán para cantar villancicos cambiando la zambomba por el bajo y la batería?
Boston Babies: «no pretendemos que se fije en nosotros alguien muy grande de la industria.
Boston Babies está compuesta por Mitch (guitarra, voz), Nico (bajo, coros) y Breixo (batería, coros). ¿Cómo dirías que os complementáis cada uno de vosotros?
Depende del momento, del tiempo que tenga cada uno o de la canción en sí. Hay veces que Mitch trae una canción más o menos ya hecha, y otras veces que, de repente, nos ponemos a tocar, la vamos haciendo y va generándose… Pero, aún así, lo bonito es que, sin ninguno de nosotros, no sería una banda. Sin Nico no hay banda, sin Breixo no hay banda y sin mí tampoco hay banda.
Boston Babies somos los tres, con nuestras respectivas personalidades. Siendo los tres gente muy simpática… (risas).
He leído por allí que la banda nace de otra banda que teníais. ¿Cuándo y por qué surge la necesidad de presentaros como Boston Babies?
Aunque, como te decimos, cada uno viene de una realidad bastante distinta, algo que tenemos los tres en común es ese sentimiento de «estoy hasta los cojones de todo».
Empezamos a tocar juntos con 15 años, sin ni siquiera ser banda, por tener un sitio en el que poder hacer ruido, pero llegó un momento en el que sentimos que no había sitio para nosotros, no terminábamos de sentirnos identificados con nada, así que fue como: «no te preocupes, que si no hay sitio, lo vamos a hacer».
Tener un proyecto con el que comunicarnos como queramos, sin que nadie nos diga nada, es maravilloso, porque para nosotros Boston Babies no es un producto, es un vehículo que nos acompaña, nos enseña y con el que estamos creciendo poco a poco.
Nunca hemos hecho esto con «la intención de», así que no pretendemos que se fije en nosotros alguien muy grande de la industria.
Ya que habláis de ella, ¿creéis que actualmente la industria sigue sin respaldar suficiente a los artistas emergentes que se alejan de lo que hoy consideramos «mainstream»?
La industria es asquerosa, les interesa el dinero (y es lógico). No nos referimos a sellos pequeños o autogestionados que velan por los artistas y ayudan a generar cosas desde abajo.
Nosotros, al final, también estamos en un sello, formamos parte del tejido musical, pero de una manera no tan puramente comercial. Lo nuestro es más de pasito a pasito y de ir viendo lo que queremos hacer que de vender directamente.
Queremos aprovechar para agradecer a la gente que apuesta por hacer cosas así más raruras o un poco distintas, porque sin ellos no habría esta escena a la que pertenecemos.
Esta supone la primera colaboración que hacéis con una marca. ¿Por qué decidís que sea UNOde50?
Al final ellos buscaban naturalidad, autenticidad, ¿y qué hay más natural que aparecer en una campaña con tu madre, tu novia y tu círculo de amigos más cercano? (risas).
La campaña tiene como lema «La Navidad de cada Uno». En vuestro caso, ¿cómo conseguís ser Uno a pesar de ser una banda de tres jóvenes con realidades paralelas?
Por la misma necesidad de incomodidad y malestar por cómo funciona todo alrededor nuestro. Y porque hay una buena amistad de por medio, somos familia, así que, aunque a veces no se nos dé bien, siempre intentamos hablar las cosas y ponernos de acuerdo para ir a una.
A propósito, ¿cómo celebráis la Navidad?
Todos somos bastante familiares… En mi casa, por ejemplo (Breixo), como soy gallego, se toca la gaita y movidas así.
Mi madre y yo (Nico) siempre nos disfrazamos y lo celebramos de manera bastante informal. Siempre viene algún amigo, viene no sé quién… Digamos que somos cada uno de su padre y de su madre.
Mi padre (Mitch) tiene casi 70 años, es decir, somos una familia muy tradicional, así que tengo que jugar con ese rol en Navidades, pero aún así les amo (risas).
¿Qué creéis que aportan los Boston Babies al panorama musical actual? ¿Algo que tal vez no había?
No, al final ya está todo hecho. Aunque siempre todo es fresco, porque estamos viviéndolo en otro momento de la historia, estamos muy hartos de que todas las bandas luchen por ver cuál es la más original y se ponga una etiqueta nueva cada dos por tres.
Lo realmente importante es darse cuenta de por qué a día de hoy hay bandas que siguen haciendo esto, es decir, el mundo sigue igual de jodido 50 años después y por eso mismo siguen saliendo bandas con la misma mala hostia que nosotros, que quieren decir cosas.
A pesar de haber grabado y autoproducido vuestro primer álbum homónimo este 2024, «Boston Babies» lleva resonado en los antros de este país y en festivales como el Funtastic Drácula Carnival de Benidorm o el Gambeat Weekend de Barcelona, desde hace un par de años. ¿En algún momento le temisteis al hecho de hacer gira sin tener nada editado?
Todo lo contrario, es aún mejor. De hecho, lo preferimos. Es todo más espontáneo y, al final, es como se ha hecho siempre. La gente antes iba a un bolo a ver qué tocaba ese grupo, a descubrir música, no a consumir el producto que ya conoces y que te ha llegado por una red social…
En muchas biografías de bandas que nos gustan dicen: «tocaban todos los días en este lugar y después de 5 años sacaron su disco».
Nosotros siempre hemos dicho que, antes de sacar un disco, tenemos que ser capaces de defenderlo. Si no eres capaz de hacer 30 fechas tocando en directo todos los fines de semana, pues tío, no eres capaz de grabar un disco.
Aunque eso no da mucho dinero, la verdad. De hecho, cuando sales a tocar fuera, pierdas pasta. Ahora, por primera vez, estamos no perdiendo dinero y llegando a ganar algo. Pero ni siquiera algo para repartir, sino para tener para el siguiente bolo.
Bueno, si no me equivoco, habéis sido los ganadores de los premios Rock Villa Madrid 2024. ¿Qué habéis hecho o qué haréis con esos 6000€?
De momento no han llegado, pero se supone que llegarán, así que… Hemos hablado de dos cosas: o invertirlo en instrumentos que nos hacen falta o ir al casino y jugárnoslo todo al rojo (risas).
¿Por qué creéis que, sin tener ni un solo tema en plataformas digitales, conseguisteis colgar el cartel de «sold out» en todos vuestros conciertos?
Porque nos pasamos todo el día en la calle y el contacto con la peña es lo más importante. El cara a cara y el boca oreja. Todo esto forma una gran parte de nuestra movida. Y más en un nicho tan pequeño como es el del rock and roll, el punk…
Es un poco raro a día de hoy, porque no estamos acostumbrados, sobre todo las nuevas generaciones, pero es la realidad. Aunque también usamos redes y videoclips y tenemos Instagram, que es un altavoz que lo flipas…
Volviendo al álbum, este consta de siete canciones, seis de ellas en inglés y una en español. ¿Habéis pensando en seguir la línea de «Mullets y Cigarrillo» o vais a seguir cantando mayoritariamente en inglés?
Estamos grabando y preparando un disco entero nuevo, mucho más maduro, y todo van a ser canciones en castellano. Creemos que el sonido así es más fresco, el otro quizás sonaba un poco antiguo, y este va a ser totalmente nosotros. Tenemos mogollón de ganas de soltarlo.
¿Va a seguir teniendo referencias a Madrid y a su (y, al mismo tiempo vuestro), espíritu inconformista?
Muchas más. Madrid es una ciudad maravillosa, pero también muy intensa, así que, inconscientemente, su saturación hace que no podamos dejar de hablar de ella. Y también sus bares, las barras de metal, que cada día de la semana tienes un sitio donde ir a las seis de la mañana…
Aunque también estamos un poco enfadados con la gente que la está gestionando, porque, aunque no es una ciudad del todo prostituida, tenemos que luchar para que no terminen consiguiéndolo.