CHAKA KHAN, crónica de 50 años de música soul en las Noches del Botánico

Anoche le pedí a ChatGPT emocionado una crónica del increíble concierto que acababa de presenciar en el Botánico… y esto es lo que sucedió:

La verdad es que, después de una hora y media de concierto, disfrutando de la potencia de –probablemente– la diva más longeva y emocionante de la historia del soul, la música disco y de muchísimos otros géneros, resumir la noche que vivimos me parecía imposible. Así que le pedí ayuda a ChatGPT.

Ahora bien, lo que la IA no pilló fueron mis gritos, ni los llantos, coros y aplausos de un público emocionado en las gradas del que para nosotros es el festival más mágico de todos los festivales: las Noches del Botánico.

Mi amigo GPT tampoco captó los recuerdos que sus temazos me suscitan, noches mágicas de antaño en las que lo único importante era bailar en venues icónicos de todo el mundo, en la época en la que las discos eran lugar de culto y encuentro y en lo que lo único que valía era lo guay que fueras. Una época sin zonas VIP, en la que todo se mezclaba y de nada te sorprendías, en la que los músicos eran músicos de verdad y en la que, para poder destacar en un universo de grandes voces, tenías que tener un huracán en la garganta como el de Chaka Khan. Pacha, Amnesia, Archy, Hanoi, Le Bain Douche, Ku, Tunnel, Palladium, Café de París (el de Londres, por favor)… Son tantas las horas –y lugares– donde hemos podido disfrutar de la música de esta mujer…

Crónica del concierto de Chaka Khan

Crónica del concierto de CHAKA KHAN en las Noches del Botánico

Ayer volvíamos a hacerlo en poco más de noventa minutos de concierto y en una noche en la que no se movía el viento, con un calor sofocante, que de repente se rompió cuando Michelle Obama, Stevie Wonder, Whitney Houston o Prince (sí, amigos, Prince) nos introdujeron a la reina viva del soul (sorry Tina): Chaka Khan.

La Chaka arrancó con un certero golpe de potencia e irrumpió en escena con «This Is My Night». El efecto fue inmediato: el recinto se transformó en un mar de aplausos y energía cuando el primer grito salió de los labios diminutos pero furiosos de Khan, envueltos en una figura dorada y llena de volantes. Su voz rompió la pausa tensional, poderosa, con el brillo de quien aún posee dominio total de su instrumento vocal, aunque los ingenieros de sonido intentasen sobrecargarla…

Sin pausa, el espectáculo se adentró en los cimientos de su historia: hits con Rufus como «Tell Me Something Good» y «Do You Love What You Feel» dieron el tono funk característico. Su groove profundo, con sonido ajustado y banda fina, capaz de alternar momentos sueltos y direccionales, se ensalzaban con una banda potentísima de dos guitarras, teclados, batería, percusión y un director de orquesta, maravilloso al bajo y un coro de tres voces que, aunque nunca hacían sombra a la diva, ensalzaban posiblemente la voz más potente de la historia de este género.

Tras el fragor funk inicial, el concierto bajó el pulso con baladas más íntimas, como una versión mágica de «My Funny Valentine», la célebre melodía de Richard Rodgers y Lorenz Hart, célebre por la interpretación a la trompeta de Chet Baker, que apareció casi como un susurro devocional en versión contenida que obligaba a los allí presentes a sostener un silencio respetuoso.

Luego, la diva cantó éxito tras éxito, entre momentos estelares de una banda de jazz funk con unos músicos más que virtuosos que sostenían al público en vilo entre solos y duelos de las dos guitarras eléctricas, de sintes o de la batería y la percusión del concierto sin que eso detuviese el ritmo del espectáculo. También el equipo de coristas tuvo su momento estelar cuando la voz descansaba o sorteaba sonidos ásperos sin esfuerzo aparente, manteniendo una consistencia notable a pesar de los años.

Los himnos: «I’m Every Woman»

Y llegó el momento clave del concierto: los himnos con «I’m Every Woman», para algunos, un canto de empoderamiento, para todos, uno de los temazos llena pistas más importantes de la historia. Desde el primer acorde, la coreografía vocal se convirtió en declaración y celebración de identidad, comunión de voces –la suya y la del coro– y una épica sin exageraciones, orgánica pero grandiosa.

«Ain’t Nobody» y cierre catártico

El cierre de un concierto de la Chaka, es más que conocido: su himno por antonomasia «Ain’t Nobody», supone un cierre ineludible, cargado de groove, potencia y un levanta sillas que nos dejó con las gargantas y las manos tocadas para toda la semana. Un cierre apoteósico, fantástico y carismático que se alzó sobre cualquier tropiezo técnico.

La Chaka habla alemán, pero tiene una presencia escénica enérgica y carismática

Nos ha prometido que en un año va a hablar español, aunque para conectar con un público que la adora, se puso a hablar en un alemán académico que nos dejó perplejos. La voz que, aunque enérgica, muestra signos discretos del tiempo (como una menor movilidad, pausas más largas o largos descansos), sigue escénicamente radiante. Le gusta el humor y su actitud es la de una mujer que, a los 72, ha alcanzado la plenitud: sigue ocupando el escenario, pero con la serenidad de quien ya no tiene nada que demostrar.

El carisma, la voz y la presencia de Chaka Khan siguen siendo contundentes. En su voz, retumban 50 años de historia, amor, ritmo, sudor, ensoñaciones y desgarros musicales. Y, aunque la técnica intente imponer sus imperfecciones, esa voz insiste, desafía y se filtra en el corazón de quienes la escuchan.

Anoche se rindió tributo a alguien que lleva medio siglo reclamando su lugar en el rock, el funk y el soul; y lo hizo no con nostalgia, sino con una autenticidad desbordante. Khan clausuró la velada convertida en leyenda viva, con una voz llena de carácter y cuerpo en movimiento, mágica y real, tangible y fuerte. Porque Chaka Khan no celebra sus 50 en la categoría de recuerdo: lo hace desde el presente, en la cancha, con fiereza y elegancia. Y cuando se apagaron las luces, quedó claro que ella sigue siendo reina, en pie, en voz… en esencia. Y eso es lo que Chat GPT no supo plasmar…

¡Viva Chaka!

Texto: Emilio Saliquet

Imágenes: Cortesía de Noches del Botánico ©Vega Halen

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