La New York Fashion Week no olvida su lado más elegante y femenino. Además de las firmas rendidas a la vanguardia y a los toques masculinos, el espacio para los clásicos, como Carolina Herrera y Oscar de la Renta jamás quedará eclipsado. Gowns de ensueño y vaporosos vestidos de noche llegan un año más para hacer las delicias, no sólo de la alfombra roja, sino también de esa aristocracia neoyorkina cuyos títulos se miden en popularidad -sí, estamos pensando en Olivia Palermo-. Carolina Herrera aseguraba tras su desfile que se encuentra en su "periodo rosa". Y desde luego lo está, literalmente, a juzgar por la cantidad de diseños rendidos a este tono, en todas sus vertientes. Del rosa empolvado al rosa chicle, la diseñadora desgranó una selección de diseños llenos de dulzura: Oscar de la Renta tiene un gran valedor en su sucesor Peter Copping, que continúa respetando el legado del creador sin esfuerzo. Los claveles -y en consecuencia, los colores rojo y blanco- eran el hilo conductor de su nueva colección, inspirándose en la asistencia de Ava Gardner a las corridas de toros de los años cincuenta. Rodarte defiende un año más su delicadeza, vestida de retrofuturismo. Las hermanas Mulleavy aseguran que "mirar en el pasado tiene un punto futurista", y así lo hacen. Con influencias de los años setenta mezcladas con toques del Old Hollywood, elaboraban una colección que exhala feminidad y romanticismo en cada puntada.