Tras el susto que nos llevamos con Brad Pitt vestido de pollito la semana pasada, en esta ocasión vamos a descubrir los comienzos de una de las mujeres más glamorosas que ha paseado por las calles de Nueva York: Sarah J. Parker. Antes de convertirse en Carrie Bradshaw y ser la chica con el trabajo perfecto, las amigas perfectas, el hombre perfecto y encima en la ciudad de ensueño, la actriz tuvo que pasar diferentes pruebas, casi todas en torno al mundo de la televisión y lo que es más sorprendente, cantando.
Sarah Jessica Parker Sarah Jessica Parker
Con tan solo ocho años su rostro apareció en el programa “The Little Match Girl”, un relato navideño, realizado con escasos medios, donde podemos ver a la jovencísima Parker cantando con una voz angelical. A pesar de su aparición estelar, su nombre no figuraba ni en los créditos, seguro que esto no le sentó muy bien a la pequeña, pero al menos supuso un primer paso. Tras esta primera y corta intervención, Sarah continuó sus estudios de danza y música, lo que la hizo ganar papeles en diferentes musicales hasta los 14 años. Es difícil imaginar una versión melódica de “Sexo en Nueva York”, con Carrie dando brincos y mostrando su voz por la Quinta Avenida, pero es bueno saber que ella sería capaz. Los 80 supusieron un gran salto para la actriz y es que a pesar de realizar programas algo vergonzosos dirigidos a adolescentes o incluso niños, como “3-2-1 Contact”, donde Sarah nos conciencia sobre el cuidado de animales con una especie de escarola sobre la cabeza, también obtuvo sus primeros papeles en el cine y fue metiendo la cabeza poco a poco en el mundo al que ella sí quería pertenecer. Se suele decir que hay personas que tienen estilo desde que nacen, pero la elegancia para Sarah Jessica Parker no surgió hasta sus primeros pasos en Nueva York, así que a cantar y a bailar mientras tanto, que eso nunca pasa de moda. Berta Gómez Santo Tomás