¿Existe realmente el MAL GUSTO? Te contamos por qué nos gustan –y disgustan– las modas

Del rincón prohibido del armario a ser centro de deseo, las tendencias detestadas siempre pueden entrar en escena… Porque en moda, el mal gusto no existe… solo espera su lugar, ¡o su momento!

Durante años, el buen gusto se entendió como una especie de código secreto: discreto, caro y silencioso. Pero las reglas han cambiado.

El «mal gusto» —esa mezcla de lo excesivo, lo kitsch o lo descaradamente incorrecto— ha dejado de ser una provocación para convertirse en un lenguaje propio. Un lenguaje que no pide permiso, que mezcla sin miedo, que busca destacar aunque sea chillando un poco.

¿Por qué nos gustan –y disgustan– las modas?

En su libro «Mal gusto», Nathalie Olah sostiene que la década de 2010 estuvo definida por una estética deliberadamente anodina: el auge del normcore, ese estilo que rechazaba el estilo. Lo funcional, lo invisible y lo supuestamente neutro, eran el uniforme de una era que temía el exceso. Se enseñó a vestir para no molestar, a elegir prendas que no llamasen la atención y el estilo, si aparecía, era por omisión.

Pero algo ha cambiado. Las tendencias, como la historia, son cíclicas y la moda tiene un reloj interno que cada 20 años resucita lo que antes quiso enterrar. Lo hemos vivido con la combinación de rosa y rojo —antes considerada un crimen cromático, hoy elevada por firmas como Valentino o Jacquemus— o con el caso más insólito y fascinante: las Crocs.

La moda ha dejado de buscar aprobación. Basta con abrir TikTok para entenderlo. Hoy el «mal gusto» es tendencia, pero no por su estética, sino porque es honesto, emocional, y sobre todo, visible. Ahora queremos prendas con historia, con ruido, con presencia. Queremos un vestido de Versace del 95 encontrado en un mercadillo de Nueva York, unos Levi’s 501 naranja cazados en el Rastro por 5€, o ese bolso de Fendi que convierte una cuenta en números rojos en una publicación con likes. 

El «mal gusto» ya no es sinónimo de error, sino de riesgo. Y quizá eso es lo que más se parece al estilo personal: una suma de decisiones imperfectas que, juntas, cuentan quién eres.

Por todo ello, hoy vamos a explorar cuatro tendencias que dividen opiniones. Porque en la moda, como en la vida, lo que antes te horrorizaba… mañana te puede salvar un look…

4 TENDENCIAS que antes nos horrorizaban (y ahora no podemos dejar de llevar)

El animal print: más pattern más diversión

El animal print es uno de esos códigos visuales que, durante décadas, ha oscilado entre lo vulgar y lo sublime. Aunque hoy se asocia con la estética Mob Wife —tendencia que congrega la manera de vestir de la mujer de un mafioso—, el leopardo, entre muchos otros estampados, ha dejado atrás el estigma del exceso para infiltrarse incluso en los armarios más minimalistas.

Así, como todo lo que alguna vez fue tachado de «demasiado», ha terminado por integrarse en el buen gusto… ¡a su manera!

Fendi Resort 2026
Fendi Resort 2026.

Los pitillo: ya pasó con el tiro bajo

No debes preguntarte si van a volver, porque ya están aquí. Los vaqueros pitillo, enemigos declarados de la silueta oversized que ha reinado durante la última década, se han colado de nuevo en el circuito fashion a través de una vía inesperada: el renacimiento del estilo hípico.

Firmas como Celine —con sus botas de montar que han sido replicadas hasta la saciedad por firmas de todos los niveles— han abierto el camino. Amiga, ¿tú qué opinas?

Dsquared2 Resort 2026
Dsquared2 Resort 2026

Las manoletinas: las que son odiadas por ser «queridas»

Su regreso ha sido orquestado por una alineación perfecta de celebrities que las han llevado con un aplomo que se configura desde Alexa Chung a Zoë Kravitz.

Así, aunando la carga simbólica que arrastran junto a la era obsesionada con la estética aspiracional, las manoletinas se han convertido en una pieza que brilla sin tacón, y sin ruido –como buen lujo silencioso del que provienen–. ¿Tú las amas o las odias?

Miu Miu Fall 2025 Ready-To-Wear. 
Miu Miu Fall 2025 Ready-To-Wear

Las Crocs: para presumir no hay que sufrir

Nacidas en 2002 como un zapato ortopédico pensado para hospitales y barcos, pasaron de ser objeto de burla universal a convertirse en símbolo de irreverencia. Las llevó Balenciaga sobre plataformas imposibles y a raíz de ello, las abrazó la Generación Z como statment estético.

A día de hoy se han democratizado tanto que –irónicamente– duelen… pero en el buen sentido. ¡Como todo lo que alguna vez fue considerado de mal gusto!

Balenciaga Spring 2018.
Balenciaga Spring 2018

Y tú, ¿también has sucumbido a tendencias que antes te horrorizaban?

 

Sare Bosch: @sarebosch

Imágenes Cortesía de las firmas.

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