Volvemos a la gran manzana con un propósito: descubrir una parte de Nueva York que, poco a poco, ha ido superando expectativas no solo arquitectónicamente, sino como forma de enfocar la vida, más alternativa y relajada, pero no exenta de intelecto que lo respalda en la sangre fresca y joven que le da forma.
Para empezar, elegimos como vértice de nuestro despliegue el 1 Hotel Brooklyn Bridge, un edificio que se ha consagrado ya como uno de los pioneros en su categoría abanderando todo lo eco friendly. Con una decoración desenfadada pero muy elegante y urbana y sobre todo, con una ubicación ideal bajo el mismísimo puente de Brooklyn, hecho que le confiere la gran ventaja de unas vistas insuperables.
Aunque el emplazamiento es la orilla que besa el puente más conocido de la ciudad, realmente este hotel y su enclave, DUMBO, podríamos decir que siguen siendo parte activa de Manhattan. No solo por la cercanía, sino porque participa de la península como si estuviera construido en ella, aunque todo en este pequeño territorio cedido es más amable, más relajado.
Llama a la atención al entrar al lobby que una fuente con grifo te invita a NO usar plástico; toda una declaración de intenciones para dar la bienvenida a un viajero deseoso de mundos nuevos, de perspectivas diferentes que se hacen realidad en los materiales de construcción de estilo RAW, con cemento en los suelos, maderas sin barnizar, acero sin pulir. Todo ello con un aire industrial, pero sin dejar de lado la comodidad y mucho menos, la calidez que demuestra en sus espacios públicos.
Como la entrada, que parece un cuarto de estar gigante y te invita casi sin casi darte cuenta a disfrutarlo tumbándote en sus sofás a distintas alturas mientras escuchas la música que en directo suele acompañar a los clientes. Subiendo a las habitaciones, sus cristaleras enmarcan retazos de la ciudad que son símbolos en sí mismos. El Brooklyn Bridge o el World Trade Center te convierten, casi sin darte cuenta, en espectador y participante de un cuadro siempre diferente, vivo e impactante.
Os recomendamos encarecidamente subir a la piscina a relajaros, pero mejor que no lo hagáis hasta el último día o no saldréis de allí el tiempo que paséis en la ciudad. Las vistas desde la altura de todo el Sky Line del Downtown Manhattan son hipnotizantes y hay mucho por descubrir en los alrededores con esa perspectiva a medio camino entre el nuevo hippie y la exquisitez.
Sin duda, lo primero que debemos explorar es este enclave singular y único: el parque que lo abraza y DUMBO, la zona que lo envuelve y que está trufada de tiendas vintage, muebles y curiosidades situadas junto al mercado Time Out, lleno de restaurantes que saciarán tu apetito de una manera informal. A destacar, la tienda de Supreme, infinitamente más descongestionada que la del Soho, aunque sus dependientes son igual de desagradables...
Otra recomendación es cruzar el puente de Brooklyn a pie. Os dejará en el mismo Chinatown y junto al East Village, que merece una exploración individualizada y exhaustiva según lo que a cada uno le interese. Sin duda, este es el nuevo barrio de moda y es que ya lo eligen firmas como Louis Vuitton (para instalar su pop up este verano) y locales tan exclusivos como el dedicado a la venta de croissants que se exponen de forma independiente sobre una mesa de mármol como si tratará de alta joyería.
Un barrio que fue testigo de los inicios de Madonna, como muchos otros grandes de la música y el arte, y que se mece entre la extravagancia, la provocación y el buen gusto. Os recomendamos comer en Tuxedo, un restaurante chino renovado cuya comida es excepcional en calidad y representación y la decoración es fantástica aunando lo funcional, la imaginación y el atrevimiento. Otro restaurante de referencia es Lucien, ubicado en 1st Ave y 1st St, un local que ha conocido a todos los grandes de la ciudad empezando por Andy Warhol. Si tienes antojo de dim sum, sin duda, el Dim Sum Go Go en el 5 de East Broadway. No es muy bonito pero la calidad y sabor del producto merecen la pena y además es muy econçomico. Para comida japonesa, el Omen Azen en Thomson Street, SoHo, el Japonica en University Place y el Sushi Yasuda en la 43 y la 3rd Ave. Este último es un poco caro aunque francamente bueno...
Y no nos olvidamos de dos galerías de referencia: Friedman Benda, que podría decirse que es la mejor en cuanto a diseño se refiere y Salón 94, ambas situadas en la zona de Bowery. También el Color Factory, el primer museo del color del mundo, sorprendente y divertido a partes iguales. En cuanto a tiendas, caben destacar las librerías Mast Books, en Avenue A por el east Village y McNally Jackson Books, en Prince St, SoHo. Si queréis ver tiendas de moda, os aconsejamos las que están por NoLiTa. Son tantas y tan variadas que resulta difícil recomendar alguna en concreto. Y, si lo que os apetece es buena música, no dudéis en acercaros al Berlín Club, en el East Village.
Para terminar, deciros que la única forma de conocer cualquier zona es pasearla, andar por esos lugares que os llamen la atención y queráis investigar. Empaparos del ambiente y respirar su atmósfera para volver a casa un poquito transformados por esa amalgama cosmopolita, moderna y cambiante que es Nueva York siempre.
Carlos Sánchez
Imágenes: Propias y cortesía de los establecimientos