Allí encontramos un hotel que nos convence, primero, por su relación calidad-precio (nos atrevemos a decir que insuperable): el Aguas de Ibiza, situado en Santa Eulalia. Nos topamos con un lujo sin ostentaciones, aunque nuestra habitación es una esquina de 40 m totalmente acristalada de suelo a techo, salvo dos paramentos, y con vistas al exterior. Esa sensación de espacio y limpieza visual nos impacta ya desde el hall de recepción.
Nos apetece pasar unos días relajados y por eso, nuestro primer plan pasa por su aclamado spa by Clarins, que merece más de una visita. Lo primero que hicimos en este territorio de paz y calma fue entrar en la sauna. Después, pasamos a las duchas vaporizadas de agua fría, que nos dejaron listos para volver, esta vez, al hammam o sauna húmeda. Las luces LED que lo iluminan hacen que el tiempo pase muy deprisa ya que te mantienen entretenido sin pausa, admirando la especie de auroras boreales que se dibujan en su techo y paredes.
Seguidamente, nos damos otra ducha fría y tomamos un agua con limón (siempre a disposición para los usuarios) que nos ayuda a descansar en sus tumbonas con vistas a un jardín. Allí nos permitimos administrar todos los contrastes vividos anteriormente y estar preparados para la siguiente fase. Llega nuestro momento favorito: el masaje y la limpieza e hidratación de facial.
Aquí la experiencia ya alcanza su culmen. Unas manos expertas cabalgan por nuestra espalda hasta dejarnos casi dormidos. Luego viene el momento estético, la limpieza y posterior hidratación con productos de Clarins. En resumen, una verdadera caricia para la piel que se queda tersa y deseosa de las aventuras por venir.
Ya más relajaditos, elegimos cenar en la azotea del hotel, donde el chef Omar Malpartida ha creado Maymanta, un restaurante viajero que nos acerca sabores de Perú, Amazonia o los Andes. Además, nos acompaña una vista panorámica que quita el hipo.
Como nos sentíamos tan cómodos en el hotel, al día siguiente decidimos comer en Alabastro. Magnífica elección, porque pudimos degustar frente a la tranquilidad de la piscina y en medio de la exuberante vegetación, una cocina sencilla pero elaborada que nos dejó muy buen sabor de boca.
Por cierto, no os podéis perder el momento desayuno en su terraza. Tiene una variedad y calidad que no olvidaréis.
Al final, nos acercamos un ratito a dar un paseo por la hermosa ciudad para sentir su sello de cerca antes de volver a casa...
Si no tenéis plan para Semana Santa, ya sabéis, dar la bienvenida a la nueva temporada en un hotel como el Aguas de Ibiza siempre será buena elección. Ahora os toca a vosotros regalaros unos días de ensueño...
Carlos Sánchez
Imágenes: Cortesía del Hotel Aguas de Ibiza