Decir que el mundo está fatal es tanto una simplificación mayúscula como un hecho ineludible. El mundo siempre ha estado mal y, viendo hacia dónde nos dirigimos (el colapso ambiental, social y económico) podemos sucumbir al pesimismo y la derrota. Pero el cambio es la única constante y ese cambio también puede ser a mejor. Con una actitud combativa, reivindicativa, pero también positiva, Andrés Jaque lleva más de veinte años intentando hacer que nuestro entorno sea un lugar mejor, tanto figurada como literalmente.

Es arquitecto e investigador y en 2003 abrió su estudio de arquitectura, Office for Political Innovation. Un nombre que es una declaración de intenciones. Políticas, se entiende. En esta entrevista se muestra contundente: necesitamos más compromiso con la sociedad, con la mejora de las relaciones humanas y con la naturaleza. «Sin una arquitectura interseccional, la humanidad no sobrevivirá», dice tajante. Y si lo dice una voz tan respetada como la suya, habrá que escucharla atentamente.

«Escaravox», Matadero Madrid. Andrés Jaque / Office for Political Innovation. ©Miguel de Guzmán

 

Andrés Jaque: «La crisis global es el resultado de haber apartado a los arquitectos de la evolución de las ciudades»

Andrés, es un placer hablar contigo. Arquitecto, diseñador, artista y no sé si usas la etiqueta de activista. ¿Cómo te definirías a través de lo que haces para quien no esté familiarizado contigo?

Yo soy arquitecto. La arquitectura es en estos momentos el lugar donde se está reinventando el futuro de la humanidad y de cómo esta se relaciona con lo no-humano. Por ese motivo es extremadamente importante afinar las herramientas que hacen que los edificios, las infraestructuras y el urbanismo puedan responder a cómo interceptan los grandes asuntos del momento: las crisis climáticas y ecológicas, la desigualdad social y territorial... Sin una arquitectura interseccional, la humanidad no sobrevivirá.

Hace más de veinte años abriste tu estudio de arquitectura, llamado Office for Political Innovation. ¿Qué te llevó a unir lo profesional con lo ideológico desde un buen principio?

Estudié a finales de los 90, en un momento en el que solo interesaban los aspectos visuales y estilísticos de la arquitectura. Mi trayectoria ha sido una labor de reconstrucción dedicada a transformar las herramientas y las referencias del diseño para que la arquitectura se convirtiera en un motor de cambio relevante. Cuando empezamos a trabajar en 2003, no había día en el que no nos preguntaran, ¿cómo es eso de que la arquitectura es política?

Estamos muy orgullosos de haber contribuido a un cambio global en la arquitectura y que en estos momentos una buena parte de los arquitectos jóvenes y de las prácticas más activas continúen la labor que hace ya más de veinte años iniciamos. En veinte años, OFFPOLINN ha politizado la arquitectura.

Imagino que crees que lo personal es político. ¿De qué manera(s) también lo es lo arquitectónico? 

La arquitectura hace política a través de la composición material, de su capacidad de incluir, cuidar y poner en relación diferentes realidades. No es un mero vehículo para la política de partidos y de discursos hablados. La arquitectura tiene su propia manera de hacer política.

Un edificio con aseos binarios promueve la exclusión de los cuerpos disidentes de género. Un edificio que se construye con materiales que pueden encontrarse en proximidad y que requieren en su colocación mano de obra especializada, hace posible el acceso de la población a condiciones de trabajo que les empoderan. La arquitectura transforma el mundo mientras otros se enredan en discutirlo. 

Los humanos evolucionamos, igual que las ideas e ideales que tenemos. Desde que abriste OFFPOLINN, ¿cómo dirías que han evolucionado tus creencias políticas y la manera de abordarlas en tu trabajo? ¿Qué sigue igual, y qué ha cambiado radicalmente (si hay algo)?

En estos momentos, el mundo experimenta una transformación tan importante como la aparición de la vida humana. Un cambio de paradigma en la manera en que diferentes formas de vida negocian su coexistencia. La hegemonía basada en la concentración de poder y privilegios en una parte de los humanos ha llegado a un punto de colapso, y en las grietas de este colapso está surgiendo un nuevo mundo basado en el cuidado mutuo. 

La arquitectura ha sido un componente fundamental en la manera en que el antropocentrismo, la carbonización, la racialización de una parte de lo humano, el colonialismo, el patriarcado, la tecnocracia y el capitalismo extremo se han coordinado para construir el mundo como un espacio de extractivismo que ahora hace aguas. 

Las crisis climáticas, el crecimiento exponencial del gasto militar, la implosión de cuerpos no binarios o la incapacidad de las instituciones financieras de estabilizar un pacto social, son los síntomas de un inminente cambio de paradigma. El futuro de lo más-que-humano será una alianza transespecie (ecológica, descarbonizada, inclusiva, espiritual, queer y no binaria) o no será.

«House in Never Never Land», Cala Vadella, Ibiza. Andrés Jaque / Office for Political Innovation © Imagen Subliminal (Miguel de Guzmán + Rocío Romero) 

 

El problema de la vivienda, sobre todo en las grandes ciudades, pero también en países y urbes que están siendo violentamente gentrificados (Barcelona, Ciudad de México, Bali, Atenas, entre otras) es algo que nos preocupa a todos. Cada vez es más y más caro el metro cuadrado y encontrar un sitio en condiciones. El problema es político y administrativo pero, ¿qué papel crees que juegan los arquitectos y los estudios en todo esto? 

El papel de los arquitectos es coordinar la visión de conjunto con la estrategia de acción rápida sobre el terreno. Hemos trabajado con las empresas municipales de vivienda de más de veinte ciudades estudiando en detalle sus tejidos domésticos y estableciendo planes de acción inmediata que les ayuden a cumplir objetivos de justicia doméstica. El conocimiento arquitectónico para acabar con las crisis de vivienda existe y está preparado para ser aplicado. De hecho, la crisis global es el resultado de haber apartado a los arquitectos de la evolución de las ciudades.

Llevándolo al terreno más personal, ante esta problemática, ¿hay algo que OFFPOLINN esté haciendo específicamente?

Por supuesto. Llevamos veinte años generando herramientas para que la arquitectura pueda ganar la adaptabilidad y la agilidad necesaria para generar justicia doméstica en sociedades que se enfrentan a transformaciones migratorias, demográficas y medioambientales. Esto lo hacemos desde el terreno de la teoría y las herramientas, con libros como «Dulces arenas cotidianas» o investigaciones como la de Ikea Disobedients (que transformó la manera en que Ikea representaba las unidades familiares que contribuía a conformar). 

Y con proyectos concretos como el edificio de viviendas en el Triangle Éole-Évangile de París, en el que trabajamos con Les Camionneuses para que el propio edificio aportase oportunidades de trabajo a una población en riesgo de exclusión. Para mí, discurso y acción son inseparables.

«Plasencia Care Home», Cáceres. Andrés Jaque / Office for Political Innovation with Miguel de Guzmán and Enrique Krahe ©Miguel de Guzmán 

 

Uno de los temas que más has tratado es la domesticidad. Para muchas personas, lo doméstico es lo privado, donde nadie «externo» entra (solo invitado, claro), un lugar para desconectar de la sociedad. Sin embargo, no es del todo así. ¿Cómo definirías tú lo doméstico tras tantos años de investigación y cuáles crees que son las mayores equivocaciones o falacias que la gente todavía cree sobre ese concepto?

La arquitectura doméstica es el más político de los espacios. Es en el hogar donde tomamos las decisiones ecológicas, identitarias y relacionales que nos conectan con lo colectivo. Separando la basura, apagando el aire acondicionado, utilizando métodos anticonceptivos, favoreciendo el pensamiento crítico en la educación de las personas jóvenes, repartiendo de manera equitativa el cuidado de los dependientes y generando parentescos más allá de lo familiar es como hacemos política ahora.

El diseño de lo doméstico como una arena bio y cosmopolítica ha sido una prioridad para nuestra oficina desde hace más de veinte años. Y nos llena de orgullo ver el impacto que proyectos como las Tupper Homes, the Rolling House for the Rolling Society, IKEA Disobedients, House in Never Never Land, la Residencia Sacerdotal de Plasencia, la Rambla Climate-House, la investigación Fray Foam Home, o el complejo residencial Väsby Lab, han tenido.

Si enlazamos lo doméstico con el problema de la vivienda, algo que se me viene a la mente es cómo cada vez más personas compartimos piso con desconocidos hasta edades más avanzadas, lo que casi imposibilita cierto desarrollo. Antes vivías, primero, con la familia que te criaba y, luego, con la que decidías formar tú (teniendo en cuenta que el modelo tradicional de familia heterosexual era la norma). Pero ahora convives con otra persona cuyo sueldo no da para más. ¿Cómo crees que esto afecta a nuestro desarrollo psicológico y social? 

Sin justicia doméstica no hay ciudadanía. Pero como vemos en estos momentos alrededor del mundo, sin justicia doméstica tampoco hay prosperidad. El papel de la administración pública es crear el marco para un urbanismo inclusivo que retenga el talento y la capacidad de riqueza, cultura e innovación de las ciudades. Esto no es posible si las ciudades se convierten en artefactos de exclusión.

Como ocurrió también con el arte, en las últimas dos décadas se ha producido una transformación en el mercado inmobiliario que ha conseguido que una parte de las viviendas se conviertan en productos financieros. Esto ha cogido de sorpresa a urbanistas y alcaldes que, por lo general, tienen muy poco conocimiento sobre cómo se regulan los productos financieros que tienen una dimensión estratégica, como es el caso de la vivienda. 

Como Decano de la Graduate School of Architecture, Planning and Preservation de la Universidad de Columbia, he tenido la oportunidad de trabajar con mis colegas expertos en planeamiento y mercados inmobiliarios y con la Gobernadora Kathy Hokchul y el Congresista Adriano Espaillat para establecer alianzas sostenibles entre la acción pública y los mercados inmobiliarios. Este tipo de trabajo interdisciplinar y políticamente independiente (non-partisan) es, en mi opinión, el que puede ser más efectivo en estos momentos para abordar la crisis de vivienda.

Hablando de la familia como pilar social y como casi única norma a seguir, ¿qué podemos aprender de aquellos que siempre han vivido en los márgenes? 

La realidad es que muy poca gente vive en familia. Residencias de ancianos, conventos, residencias de estudiantes, pisos compartidos, hospitales, centros de día… Una cosa es la hegemonía narrativa y otra la realidad.

Hablemos de la última película de Almodóvar, «La habitación de al lado», a quien felicitabas en Instagram por alzarse con el León de Oro a Mejor Película en la última edición del Festival de Cine de Venecia. Creo que su trabajo es ideal para entablar una conversación sobre interiores, decoración y el espacio personal como el espacio político. Como arquitecto, ¿cómo valoras la cinematografía de Pedro y sus localizaciones?

El trabajo de Pedro Almodóvar ha sido fundamental para entender la complejidad de la vida misma y para traer al primer plano realidades que a menudo están olvidadas. La complejidad social, laboral, espiritual y cultural del portal del barrio de la Concepción de «¿Qué he hecho yo para merecer esto?», la construcción de una red de parentescos que exceden de lo familiar en torno al personaje de Marina Osorio en «¡Átame!» o los tránsitos emocionales que acompañan los procesos de reubicación doméstica en el caso de «Dolor y gloria», han enriquecido de una manera radical cómo entendemos la arquitectura en estos momentos.

Su trabajo, al igual que el de Chantal Akerman o Steve McQueen, son imprescindibles para entender la arquitectura contemporánea. 

«Colegio Reggio», El Encinar de los Reyes, Madrid. Andrés Jaque / Office for Political Innovation. © José Hevia

 

Si lo personal es político, lo público también. Uno de tus proyectos más recientes es el multipremiado Colegio Reggio en El Encinar de los Reyes, Madrid. El edificio va a contribuir a la educación de sus alumnos más allá del contenido académico y curricular. ¿De qué manera esperas que esta construcción contribuya al desarrollo de los niños y jóvenes? ¿Hay algún valor o enseñanza en particular que esperas que todos se lleven?

Nuestro principal objetivo es atender con extremo cuidado las necesidades de aquellos con los que trabajamos, pero haciéndolo es inevitable que abordemos las grandes preguntas de nuestro tiempo. Siempre nos ha cogido por sorpresa el éxito internacional de nuestro trabajo. El Colegio Reggio responde a las expectativas de un grupo de educadores, alumnos y familiares o tutores que confiaron en que la arquitectura podía generar una manera valiosa y educativa de conectarse con el mundo. El éxito que este proyecto ha tenido y cómo ha ayudado a repensar a nivel global los espacios de la educación nos llena de orgullo. 

En la oficina trabajamos con una gran intensidad y dedicación, sabiendo que cada proyecto es una oportunidad para cambiar un mundo que necesita cambios. Somos muy conscientes del extraordinario valor que tiene que nuestro trabajo entre en diálogo con las sensibilidades de tanta gente y que en estos momentos ocupe un papel tan visible en las discusiones de la arquitectura. Esto no es algo que hayamos buscado. Precisamente creo que es porque nos hemos tomado muy en serio trabajar dentro de nuestros compromisos y nuestras obsesiones políticas sin preocuparnos de qué pensarían otros por lo que hemos conectado con tanta gente alrededor del mundo.

«Rambla Climate-House», Molina de Segura, Murcia. Andrés Jaque / Office for Political Innovation + Miguel Mesa del Castillo © José Hevia. 

 

La construcción desmesurada y descontrolada ha arrasado con gran parte de la naturaleza, desde la costa hasta varios parques naturales. En proyectos como Rambla Climate-House intentas reparar un poco el daño que se ha hecho, aunque es una iniciativa privada. ¿Crees que falta apoyo por parte de las instituciones públicas en enmendar errores del pasado? 

Las administraciones públicas son muy diversas. En estos momentos estamos trabajando con los ayuntamientos de Montevideo y Amberes, y debo decir que hemos encontrado una interlocución informada y comprometida sin la cual no podríamos abordar proyectos tan ambiciosos como los que estamos desarrollando para estas ciudades. Pero es cierto que en España, por lo general, hay una falta de preparación y de curiosidad entre muchas de las personas que ocupan cargos desde los que se podría hacer mucho.

En estos momentos, en que yo mismo ocupo cargos institucionales y participo en las juntas de gobierno de varias instituciones alrededor del mundo, muchas veces echo de menos en algunos lugares de España figuras con la capacidad de escuchar y crear alianzas y consensos entre grupos con intereses contrapuestos. Viendo en la Universidad de Columbia el importante papel que juegan a nivel internacional personas como Marina Otero, María Nicanor, Mireia Luzárraga, Carlos Mínguez, Jorge López Conde, Ignacio González Galán, Gonzalo Herrero o Paula Vilaplana, confío en que las nuevas generaciones que tienen una formación y una experiencia más internacional puedan de alguna manera contribuir a elevar la inteligencia institucional de las ciudades españolas.

Has trabajado en decenas de proyectos. La práctica arquitectónica no es barata precisamente, y mantener una empresa a flote tampoco es nada fácil. ¿Alguna vez has tenido que comprometer tus ideales políticos o éticos y aceptar un trabajo para poder pagar nóminas o seguir adelante con el proyecto?

No. De hecho, una agenda clara y el expertise necesario para llevarla a cabo, es la mejor garantía de competitividad. Jamás hemos trabajado en un proyecto que no estuviese alineado con la agenda de nuestra oficina ni lo haremos.

«PHANTOM. Mies as Rendered Society» Andrés Jaque / Office for Political Innovation. Fundació Mies van der Rohe, Barcelona. Art Institute of Chicago Permanent Collection, Chicago.

 

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Texto: Arnau Salvadó @arnaumauvais

Fotografías: Cortesía del artista y de Office for Political Innovation

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