Look 1. Tras un invierno en el que
Chanel forró una pasarela glacial de pieles, ésta muda radicalmente para cubrirse de
plumas. Evocando a
Delphine Seyrig en las escenas más icónicas de la película "L"année dèrniere à Marienbad", una flamante
Carmen Kass, modelo de la generación inmediatamente posterior a Tenant, hace una aparición digna del Hollywood más opulento. Bajo la languidez de unos largos pendientes orientales teñidos en negro y oro, una cascada de plumas en tonos melocotón flota sobre los jardines del
Kaiser, quien no olvida autografiar el
outfit con unas sandalias abotinadas de impronta
punk.
Las cursilerías no van con Karl.
Look 2. Karl Lagerfeld, director creativo de la firma, se inspira en el desconcertante filme
L"année dèrniere à Marienbad, para la cual
Mademoiselle Coco diseñó el vestuario en 1961, para crear su colección primavera/verano 2011. La película, transcurrida en un hotel versallesco, resuena en el
abrumador jardín art decó-barroco-oriental que Lagerfeld ideó como escenario del desfile. La modelo
Stella Tenant abrió el show como si del espectro de la diseñadora se tratara, con el pelo corto y un masculino vestido blanco, color que tanto le obsesionaba, quizás por una infancia marcada por el espartano orfanato donde se crió. Un cinturón cercano a la cadera que acaricia los años 20, unos mitones de cuero negro y un abrigo en
tweed de sisa y manga minúsculas gritan "Karl" con fuerza. Este tejido, atribuído a la clase obrera a principios del siglo pasado y que Chanel supo dignificar, es hoy uno de los emblemas de la
maison. Lagerfeld lo ha reinventado una temporada más sometiéndolo a novedosos procesos de láser, dándole un aspecto que oscila entre la decadencia y el futurismo. Coronando el look, cómo no, una
cascada de perlas. Si la francesa dictaba al comienzo de su carrera que debían ser falsas porque la joyería era vulgar, declaró que debían combinarse con auténticas cuando comenzó a diseñar joyas.
Look 3. Si Gabrielle Chanel revolucionaba el mundo de la moda con su cabello corto, sus maxicollares de perlas falsas, su famoso
little black dress y su bronceada delgadez, su sucesor ha sabido mantener en el tiempo cada uno de estos símbolos, adaptándolos intuitivamente a cada década. Quizás la aportación más famosa del alemán, que hoy es ya fondo de armario de varias generaciones, sea la pareja
jeans/blazer de tweed. Que un severo traje de chaqueta con olor a naftalina en nuestras mentes ávidas de novedad se situara en el
front row de los vestidores de medio mundo es una tarea, cuanto menos, optimista. Pero la idea, aparentemente obvia, de sustituir la falda del conjunto por unos pantalones vaqueros y así permitir a la nieta vestir la chaqueta de la abuela, fue sencillamente brillante. Así, este tándem pasó a ser el
LBD diurno, el nuevo
must have de
Chanel, que como vemos, está tan arraigado a nuestra cultura visual que ya es objeto de
reinterpretación.
Por Jorge Acuña.
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