Rococó mínimal, sombreros mejicanos con rayas marineras, monos y plátanos. Todo esto y mucho más conforma la propuesta de Prada para la primavera/verano. Analizamos 4 de sus looks más relevantes. untitled-2_10 Look 1. Si hace un año Miucca Prada nos proponía un tándem tan sorprendente como ofinina/playa, esta temporada los contrastes giran en torno a la paradójica idea de Minimalismo Barroco. Se abre el desfile con simplicidad, trajes de algodón en colores lisos que permiten vislumbrar la silueta propuesta. Mangas desproporcionadamente anchas, con sisas bajas de carácter masculino y una evocación al pijama de hospital. Las faldas, sin embargo, aparecen entubadas, aportando el carácter femenino: primer contraste. Los colores son nucleares, como este azul Klein venido de un futuro muy lejano. Pero, segundo contraste: elementos del pasado como una cola de zorro, eso sí, teñida de naranja, y un peinado que recrea el de la deshinibida Joséphine Baker. El look no puede ser más minimal, pero he aquí el tercer contraste: unas gafas de sol repletas de volutas y bautizadas con el nombre de, cómo no, "Minimal Baroque", anuncian ya la tónica general del show. Look 2. Prada, marca con fama de intelectual, suele contener un barniz de nostalgia, pero nunca pierde el tiempo en el ayer. La sencillez de un vestido holgado de herencia años 20 se altera con un estampado de rayas que encontrará mil variaciones en próximas salidas. Cuarto contraste: la generosidad súper sexy del escote se apaga con unos zapatos Oxford que dejan de ser clásicos al aparecer bajo el cuero una altísima suela de esparto y goma multicolor. Un sombrero mexicano rayado en amarillo y negro nos traslada de pronto a una América desconcertante. untitled-1_10 Look 3. Es una ardua tarea definir el estilo de Prada. No sólo porque sea una de las pocas firmas que se reiventa cada temporada, sino porque sus inspiraciones están tan integradas en el conjunto de sus propuestas que parecen invisibles. Todo el trabajo artesanal vuelve a ajecutarse aquí sobre la neutralidad del algodón blanco. Quinto contraste: Un bordado mexicano en hilos de colores vibrantes que, sin embargo, dibujan una escena inspirada en el Brasil de Carmen Miranda. Uniéndose a esta confusión de conceptos, se une Argentina en unos zapatos de tango. Lo más interesante de esta valiente combinación es que no responde a la lógina ni pretende ser fiel a la cultura desde la que se construye, sino que nace de una visión lírica y delirante de Sudamérica. Look 4. He aquí el outfit donde mejor se aprecia la idea de Minimalismo Barroco. Una silueta prácticamente idéntica a la primera, pero que proyecta un estilo claramente rococó. La mezcla suena ya frenética: zapatos de tango trenzados en piel bicolor, rayas naranjas y negras, arquitectura barroca con querubines, y por si fuera poco, monos y plátanos. Ya no sabemos si los plátanos tienen relación con las faldas hechas de esta fruta con las que bailaba Baker, o por la que Miranda lucía en sus gigantescos tocados. Tampoco si los monos tienen que ver con la ascendendia genética de los querubines barrocos, o porque les gusta comerse las mencionadas bananas. Lo que sí sabemos con certeza es que Prada ha vuelto a construir un universo único que, lamentablemente, sólo durará seis meses. Por Jorge Acuña.