Antes de pertenecer a la escena urbana española y pasarse el juego con la búsqueda -y captura- de nuevos sonidos y colaboraciones que ya han cruzado el charco, este chico de Alcalá de Henares no lo tuvo tan fácil. Las batallas de freestyle, el rap y la cultura undergound de aquel entonces, alimentaban sus ganas de dedicarse a la música, pero mientras, no le quedaba otra que servir hamburguesas en el Burger King.
Aun así, su forma de ver la vida nunca ha concebido el blanco y negro. Y es que Víctor García, aka Love Yi, tiene la capacidad –o superpoder, como queráis llamarle- de atribuir a la música, color. Después de presentarnos su roja ‘Fortuna’ – no de manera literal, hablamos de su primer álbum de estudio- el artista nos deleita ahora teñido de azul con ‘Espíritu’, un disco que, a pesar de coger forma durante la cuarentena, está esperando el momento perfecto para ver la luz… Esperamos que sea pronto.
Camisa y americana de Hermès
Love Yi, tu nombre artístico, refleja dos matices de tu personalidad: Love es tu faceta más romántica y sentimental, mientras que Yi define tus orígenes. Centrándonos en la primera, ¿de qué manera el amor está presente en tus letras y en lo que haces?
De principio a fin. Hay artistas que para componer se basan en algo o en alguien, se imaginan una historia, pero en mi caso, mi fuente de inspiración siempre son mis sentimientos. Soy un romántico (risas)...
¿Cómo crees que ha influenciado el crecer en un ambiente de barrio en tu carrera musical?
La cultura que yo he tenido de la música ha sido cultura de calle, de rap, que al fin y al cabo es lo que me representa. Llevar el ‘Yi’ en mi nombre artístico es como una manera de recordar y representar siempre de dónde vengo, pero también de traspasar fronteras y trasladar mi nombre más allá del barrio.
En una entrevista decías que para ti es muy importante separar lo que es un artista al uso de lo que es un artista urbano de verdad. ¿Por qué quieres mantener esa etiqueta?
No me gustan las etiquetas pero para mí es importante saber diferenciar. Los artistas urbanos somos gente que estamos haciendo música porque es lo que nos nace. A la mayoría, nuestros padres no nos han apuntado a un conservatorio, ni hemos tenido una salida fácil en la industria. Somos gente que nos hemos limitado a hacer música porque nos gusta y a trabajar duro para poder dedicarnos a ello.
Creo mucho en los artistas de mi mundo porque cuando los escuchas, siempre aprendes, te cuentan una historia real, te motivan por dentro. Con esto no digo que seamos mejores ni peores, pero sí distintos, sobre todo por el mensaje que buscamos transmitir.
¿Crees que ha cambiado el concepto de “urbano” y la percepción que hay ahora de los artistas como vosotros?
Qué pregunta más difícil... Pienso que sí porque ha evolucionado todo mucho. Antes el rap solo se escuchaba en los guetos, en los barrios, y ahora mismo se escucha en la radio y hasta en las universidades. El hecho de que esta cultura se globalice es algo bueno, porque gana más camino, pero a la vez, su mensaje puede verse un poco desvariado. Es contradictorio. Probablemente este sea el camino para que todos los chavales que se quieran dedicar a eso lo puedan hacer, pero a la vez, pierde algo de pureza.
Al fin y al cabo es una industria, puro capitalismo, que se traduce en querer hacer dinero, pero no nos queda otra que convivir con eso…
Total look de Levi’s
¿Cómo ves la industria en España en estos momentos?
Confundida. En España llevamos mucho tiempo haciendo música. Fuimos de los primeros en hacer trap en castellano… pero no sé por qué, en otros países como Latinoamérica, Italia, Francia, Holanda, un rapero que acaba de empezar ya se puede comprar un coche, y aquí todavía no. En nuestro país hay mucho talento, muchos productores, muchos artistas, muchos filmmakers, pero no están donde tendrían que estar, no sé si me explico. Pero eso en realidad no es problema de la industria, es problema del Gobierno. Son otros temas, pero creo que es así (risas).
Tampoco hay distinciones. En España sale un artista que lo peta, un C. Tangana, y todo va para él. En cambio, en Latinoamérica, que es la industria que más me ha nutrido y donde tengo puesta la cabeza, salen artistas nuevos todos los años.
Las batallas de Red Bull, por ejemplo, empezaron en España y dan más resultados en países en los que llegaron más tarde. Aquí la gente de las batallas está en un lado y la gente que canta o ha salido de otros sitios, en otro. Es una pena…
Aunque ahora se te reconozca como una eminencia dentro de la escena urbana española, poder dedicarte a esto full-time no fue tan fácil... ¿A qué te has dedicado a lo largo de tu vida antes de poder vivir de la música?
Cuando dejé la ESO, porque no quería estudiar más y todo el rato sentía que estaba perdiendo el tiempo, mis padres me obligaron a trabajar. No querían que estuviera sin hacer nada, así que a los 17, empecé en un almacén moviendo palés. Luego fui camarero y más tarde me cogieron en el Burger King de Alcalá de Henares, mi ciudad. Ese fue mi último trabajo antes de dedicarme a la música.
Era muy fuerte porque la gente venía a pedirme su burger y me reconocían, me pedían fotos… ¡era súper incómodo! Al final eso me hizo plantear que tal vez era el momento de centrarme a fuego en la música y, a los 4-5 meses, todo fue dando resultados…
Total look de Dior
Un mes antes de la pandemia lanzaste al mundo ‘Fortuna’ y, a pesar de ser tu primer álbum de estudio, en una entrevista dices has pasado de darle un gran valor a, directamente, no darle, destruirlo. ¿Por qué este cambio tan drástico?
Es mi manera de trabajar. Me gusta valorar mucho las cosas cuando las estoy haciendo, pero cuando las termino, en mi cabeza se crea como una especie de acción-reacción que hace que las deje de valorar. Es pasado, es como: “ya lo he hecho, ahora puedo hacer algo mejor”, pero en ningún momento me arrepiento de haberlo lanzando.
Con ‘Fortuna’ además, se dio el caso de que lo lancé, iba a hacer una gira… y por la pandemia se canceló todo.
¿Cómo afrontaste el hecho de que todos tus planes se desmoronaran?
Ha sido bastante difícil. Ya no el día a día, porque al fin y al cabo con mi equipo seguíamos teniendo proyectos, haciendo música, etc, pero los momentos en los que estás tú solo y te paras a pensar, a hablar contigo mismo… esos son los más difíciles. Es decir, aparte de que mi mentalidad ya es la que es, me vi en esa situación. Podría haberme hundido porque era mi álbum debut y se vio truncado, pero decidí no verlo como algo tan grande para poder superarlo. En realidad me hizo madurar mucho y ahora he asumido que soy alguien nuevo y que por lo tanto, hago cosas nuevas... y mejores (risas).
Justo a raíz de esta evolución como artista nace ‘Espíritu’, tu segundo disco… ¿Qué cambios ha habido en tu vida que se hagan evidentes en este nuevo proyecto?
Sobre todo madurez, personal y profesional. Como te decía antes, no tengo ninguna formación en la música. Sinceramente, hasta hace un año no sabía ni cómo hacía los estribillos, las entonaciones... Me salía solo y luego pensaba: “¿cuándo voy a volver a hacer eso?, porque no sé ni cómo lo he hecho”. Cuando saqué ‘Fortuna’, por ejemplo, dije: “vale, no voy a volver a hacer algo así”. Antes hacía una canción y pensaba que esa canción era buena durante una semana. A la semana siguiente, como ya me sentía de otra manera, ya no me parecía tan buena. Eso es algo que también he aprendido. Soy consciente de lo que hago y sé que cuando está bien, está bien hoy, mañana y pasado.
Este parón me ha ayudado a conocerme muchísimo a mí mismo y a cambiar mi mentalidad, que era un poco pesimista... Ahora en todo momento sé lo que quiero y tengo más confianza en mí.
Cuando escribí ‘Fortuna’ ni siquiera estaba en la escena, vivía en mi barrio, con mis amigos de siempre… Si lo analizas, verás que está escrito desde una perspectiva un poco triste. Pero a raíz de haber hecho ‘Fortuna’ estoy donde estoy, controlo todo lo que hago, sé por dónde quiero ir musicalmente y esto, a la hora de lanzar un mensaje, se nota. ‘Espíritu’ no hubiera existido de no ser por ‘Fortuna’, así que para este disco, me forcé en inspirarme en todo lo contrario a lo que estaba sintiendo durante la cuarentena, centrándome en los momentos buenos para transmitir un mensaje más positivo y esperanzador tanto para mí, como para vosotros.
Total look de Dior
Aunque tu prioridad es hacer música, ¿cómo de importante es destacar, también, por tu imagen? ¿Qué conexión existe a día de hoy entre tu música y la moda?
Para mí la música es como un universo, engloba muchas cosas. Así que cuando hago música, aparte de con mis letras y mi voz, me gusta hablar a través de otras líneas de expresión como para mí lo es la moda.
Además, tengo una paranoia muy grande con la música. Bueno, de hecho tengo sinestesia, suelo hacer una unión de sensaciones, de mis sentidos, de manera inconsciente. Cuando escucho música, automáticamente puedo ver colores. Desde pequeño me imagino los vídeos llenos de colores, visualizo todo. Por eso ‘Fortuna’ es rojo, ‘Espíritu’ va a ser azul…
Ahora entiendo lo de tu color de pelo…
Exacto (risas). Para mí los colores dicen mucho, me ayudan a transmitir el mensaje que quiero hacer llegar.
¿Te limita en algo la etiqueta de ‘artista urbano’ a la hora de vestir?
Para nada. Es más, ahora mismo pienso que es un plus. Antiguamente a lo mejor no estaba bien visto que un rapero se pintara las uñas, o se pusiera una falda si le apetecía… El movimiento y la época social que estamos viviendo nos invita a que hagamos lo que queramos, independientemente de ser raperos, rockeros o cantantes de ópera. La cosa es con la seguridad que tú te lo pongas. Creo que a día de hoy todo se resume en lo a gusto que estés contigo mismo y la capacidad que tengas de exteriorizarlo.
Camisa y bermuda de Antony Morato y chaqueta de Tommy Hilfiger
Al igual que con la moda, en este álbum sacas tu lado más atrevido, desarrollando tu música con nuevos géneros como pop y algo más mainstream. ¿Es Espíritu una presentación formal de los nuevos sonidos que has adoptado como artista?
Totalmente. Ahora sí puedo decir que he hecho mi sonido. La gente estaba acostumbrada a escuchar un reggaetón que sonara a Love Yi, un trap o un rap que sonaran a Love Yi, pero ahora, con NAES, mi productor, hemos hecho un sonido totalmente diferente, algo que en España nadie está haciendo y que suena a nosotros dos, que nos representa a ambos. Siempre hemos sonado a lo que nosotros somos, pero ahora hemos dado un paso más. Son sonidos ‘disfrutones’, para que la gente se lo pase bien…
El proceso de madurez del que hablamos antes me ha hecho encontrar estos sonidos, una nueva fórmula con la que me siento a gusto. Para mí la música es como una relación poliamorosa. Te explico (risas): yo con el trap he jugado, he quedado, nos hemos visto a escondidas una noche, con el reggaetón igual, hasta que he ido conociendo a la música más íntimamente y me he ido sintiendo más a gusto con una o con otra…
Sabemos que habrá colaboraciones interesantes y cosas que sorprenderán al público. ¿Nos puedes adelantar algunas?
De las colaboraciones que te puedo adelantar, va a haber una con Camin, una con Aleesha, una con Yeieme y otra con dos chavales de Puerto Rico, Debians Cardi y Rvsell, que, al fin y al cabo, forman parte de la dirección musical que quiero tomar ahora. Estoy intentando conectar con gente que no está aquí. Llevamos toda la vida centrándonos en España y a los de fuera les llamamos mucho la atención. Love Yi representa los valores del movimiento urbano español, pero en lo musical voy más allá. Quiero ser partícipe de esta conexión entre países y hacer ver a la gente que todos estamos unidos.
DESCUBRE TODOS LOS CONTENIDOS DE LA TEMPORADA AL COMPLETO EN NUESTRO NÚMERO PRIMERA-VERANO 2021. ¡DESCARGA DIGITAL DISPONIBLE A TRAVÉS DE KIOSKO Y MÁS!
Texto: Anna Alarcón @_annalarcon
Fotografía: Rafa Gallar @rafagallar
Estilismo: Paloma González Durántez @palomagonzalezdurantez
Grooming: Pilar Vilas @pilar.vilas
Asistente de fotografía: Pablo Mingo @pablomingo