Decía Borges que “la belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica”. Sin embargo, la etiqueta de ‘misterio indescifrable’ no ha sido un impedimento para el ser humano a la hora de adentrarse en su complejidad. Incluso podría decirse que es ese carácter desafiante lo que ha despertado en las personas el morbo de querer atraparla, racionalizarla y domesticarla, todo con un mismo fin: el de poseerla. La belleza, tan ambigua como omnipresente, se ha convertido en un asunto de tal envergadura que, sin saber muy bien definirla, ha sido mil veces estandarizada con el objetivo de hacerla parte de una norma. Esta idea ha ido penetrando fuerte en la construcción de las personas y las sociedades hasta el punto de sembrar la necesidad de ser, en sí, belleza.

Las personas hemos ido aprendido a mirarnos y validarnos desde el prisma de lo bello. Según la psicóloga Natalia Romero, “como seres sociales nos gusta la aprobación y sentir que formamos parte de algo. Hay ciertos rasgos físicos que se perciben con una connotación más positiva que otros en nuestra cultura y, por tanto, favorecen la aceptación del resto porque van asociados a la valía, deseabilidad y éxito”. Por ello, el hecho de no encontrar en nuestra apariencia los requisitos considerados como belleza puede ser causa de problemas y generarnos un malestar para con nosotros mismos impidiendo así nuestra propia aceptación.

Afortunadamente, ante grandes problemas, grandes soluciones. Para paliar el impacto negativo que la aparente falta de belleza refleja en las personas aparecen los tratamientos estéticos con el fin de devolver la confianza, seguridad y felicidad que en situaciones previas no se tenían. Ante nuestros ojos se abre un mundo de posibilidades estéticas que prometen esa belleza que tanto ha costado alcanzar.

Así, la conocida como ‘medicina del bienestar’ está cada vez más presente en nuestros días. Sin embargo, su trayectoria lleva ya un largo recorrido histórico, y es que la preocupación por encontrarnos bien con nuestra propia imagen lleva estando presente desde hace siglos. Las primeras manifestaciones de tratamientos estéticos se remontan al 1.500 a.C. Pero no fue hasta el S.XX, especialmente tras el gran desarrollo médico y científico que hubo después de las dos guerras mundiales, cuando la medicina del bienestar empezó a verse en auge. Las últimas décadas del S.XX y lo que llevamos de S.XXI, se han vuelto momentos claves para los tratamientos estéticos, que tienen en estos momentos más éxito y demanda que nunca.

Según el último informe de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) en 2021 un 35,9% de la población española se ha sometido a algún tratamiento de cirugía estética, ampliando la entrada a un público más joven y con cada vez más presencia del sector masculino. Pero no solo para los pacientes, para la economía también supone un input importante de ingresos. El sector de la estética lleva generado más de 100.000 puestos de trabajo en nuestro país. Pero, ¿a qué se debe el crecimiento exponencial que está viviendo en los últimos tiempos este sector?

Un sector en auge

Los tratamientos estéticos están de moda. Sin embargo, como matiza el Dr. Francisco Gómez Bravo, cirujano estético y presidente de la Asociación Española de Cirugía Estética y Plástica, “no en base a la acepción de moda como algo peyorativo o pasajero, sino como algo que está basado en un tratamiento que funciona y que generalmente incrementa este tipo de técnicas en base a tratamientos reales con efectividad médica comprobada”. Y es que, tras tantos años de prueba y error sumados al avance tecnológico y científico de los últimos tiempos, la medicina del bienestar cuenta ahora con el conocimiento y los recursos necesarios para lograr los resultados que los clientes demandan. “Conforme las técnicas y las sociedades científicas mejoran, los resultados mejoran, y los pacientes no ven inconvenientes en someterse a una intervención con resultados naturales que no dejen rastro de que uno ha pasado por quirófano”, afirma el Dr. Gómez Bravo.

Si hay algo que caracteriza a las modas, es su carácter corrosivo natural, y es que las modas no son nada sin el boca a boca y, por ende, sin la transmisión de información. La normalización y la creciente naturalidad con la que se habla de los tratamientos estéticos ha incidido enormemente en su éxito. Especialmente notorio es el auge de las técnicas no invasivas de la medicina estética, cada vez más comunes entre una amplia horquilla de población. La Dra. Concha Obregón, médica estética miembro de la SEME, nos cuenta que estos tratamientos no invasivos tienen “resultados magníficos que lógicamente resultan muy atractivos para el paciente”. Por su parte, la Dra. Carla Barber, especialista en medicina estética, reafirma el alegato a favor de estos tratamientos recalcando que “son indoloros, mejora la calidad de vida del paciente y conseguimos incluso mejores estándares de belleza que con intervenciones quirúrgicas”.

En la imagen, Carla Barber

 

Intervenciones ambulatorias que no dejan a penas rastro visible de su ejecución y cuyo efecto es inmediato parecen la solución definitiva para aquellos que quieren potenciar su belleza, y la efectividad bien conocida de estos tratamientos no ha hecho más que aumentar el interés por ello. No obstante, los tratamiento mínimamente invasivos parecen no ser aún todo lo definitivo que se espera de ellos, y es que, como indica el Dr. Gómez Bravo, esto procedimientos llevan a veces a una “sobre indicación”. “Es importante el conocimiento y saber hasta dónde llega cada técnica. Por ejemplo, la toxina botulínica es muy eficaz en el tercio superior facial, sin embargo en el tercio inferior facial y en el cuello no son tan efectivos. Es muy importante saber cuál es el problema y qué puede permitirse”, comenta. Similar a la opinión del doctor es la de Silvia Oliete, directora del Centro de Estética Blauceldona, quien en su trabajo como esteticista se ha tenido que enfrentar a algunos casos de pacientes descontentos con los resultados de estos procesos. “Dentro de unos años – aventura – las esteticista tendremos mucho más trabajo, porque va a venir gente a deshacerse los efectos del ácido hialurónico y volver a la belleza natural”.

Porque, a pesar del éxito irrefutable que tanto tratamientos no invasivos como opciones quirúrgicas están demostrando con creces tener, hay quien sigue abogando por la búsqueda de la belleza natural. Por eso, la mejor solución es la prevención y el cuidado que ofrecen en centros de estética como alternativa a la irreversibilidad de la medicina del bienestar. Centros como el de Silvia Oliete reciben cada vez más pacientes que buscan prevenir la aparición de imperfecciones recurriendo a técnicas como Indiba, masajes linfáticos o radiofrecuencias que ayuden a aflorar la belleza que ya hay en sí mismos.

Doctores, ¿qué me hago?

De la mano de estas técnicas vienen todos los tratamientos que le han llevado a la cima. Desde los tradicionales como la rinomodelación hasta los más vanguardistas como el aumento de glúteos o la cirugía íntima femenina, pasando por el ya mencionado interés creciente en todos los tratamientos no invasivos, el abanico de posibilidades es cada vez más amplio y alberga una solución para cada uno de los descontentos. Según la experiencia de la Dra. Barber “el fox eyes y el relleno de ojeras son tendencia durante este año, aunque el aumento de labios sigue siendo el tratamiento estrella”.

Sin embargo, desde hace más de un año, nos hemos visto obligados a sumar a nuestras vidas un factor hasta entonces desconocido que ha alterado todos los sectores: la llegada de la pandemia de la COVID-19, que no ha pasado en absoluto desapercibida para el sector de la estética. “El que uno se aislara socialmente nos preocupó a nuestra especialidad en cuanto a que pudiera bajar la búsqueda de los pacientes en modificar la confianza en sí mismos y su físico”, confiesa el Dr. Gómez Bravo.

Pero la realidad ha sido otra muy diferente: la pandemia ha alterado la relación con la estética, pero para sorpresa de todos, su impacto ha sido altamente positivo en el sector. El confinamiento ha llevado, en opinión de Silvia Oliete, a “invertir más en cuidado a nosotros mismos y nuestro aspecto”. “Nos hace mucha falta el tema social, – afirma la experta en estética – y la gente se cuida en estos centros todo lo que la sociedad la está descuidando”.

En la imagen, Silvia Oliete

 

“Hay dos aspectos que han incidido: el uso de mascarillas y el uso de plataformas digitales en aumento”, declara el presidente de la AECEP. Los profesionales coinciden en que el uso de mascarilla ha llevado, por un lado, a derivar la atención al tercio superior de la cara. Los ojos se han vuelto el objetivo principal de los tratamientos estéticos, especialmente de las técnicas no invasivas y de aquellos llevado a cabo en los centros especializados. Pero no ha sido lo único que los pacientes han querido perfeccionar en era pandemia. “Los ojos son lo primero en lo que piensan, pero después les gusta completar”, afirma la doctora Obregón, y es que el uso de mascarilla se ha vuelto la excusa perfecta para disimular los efectos inmediatamente posteriores que este tipo de intervenciones pueden dejar.

El otro aspecto que destaca el Dr. Gómez Bravo es el uso en aumento de las plataformas digitales. “Hay pacientes que nos han dicho “paso muchas horas mirándome en el Zoom y me he dado cuenta del problema que tengo en los párpados o en la nariz”, comenta. El uso prolongado de este tipo de lentes hace que nos enfrentemos más de la cuenta a nuestra imagen y nos haga examinarnos con más detenimiento. Estas citas con nosotros mismos muchas veces culminan en un desencantamiento que encuentran su fácil solución en los tratamientos estéticos.

Estandarizar la belleza

Al disparado uso de las plataformas digitales se suman también Internet y las redes sociales. No es ningún misterio que a la hora de compartir una imagen en redes queramos ofertar la mejor versión de uno mismo, transmitiendo la ilusión de que así es la realidad ideal. Así, el panorama que se acaba dibujando en estos espacios virtuales es un mosaico de prototipos que se acercan a la perfección. Cuerpos normativos, caras espléndidas y ausencia de defectos es, por norma, lo que se expone aquí, y lo que se acaba por extender como el cánon de belleza.

La psicóloga Natalia Romero recalca que “con las redes sociales se extiende la idea de que lo que vemos ahí es lo normativo, cuando no es así”. Aunque su sentencia es clara, la idea de la normatividad en belleza sigue estando más que aceptada, y salpica directamente al sector de los tratamientos estéticos. Ante la pregunta de si sigue existiendo verdaderamente un canon de belleza, los especialistas lo tienen claro: “Obviamente tiene que haber unos cánones de resultados y unos cánones de belleza de qué es lo que hace que un resultado sea atractivo. Todo está estudiado, no es cuestión de gustos, hay unas características de toda nuestra anatomía que hacer que per se se consideren bellas”, afirma el Dr. Gómez Bravo. Esta idea es apoyada por la Dra. Barber, para quien “el canon de belleza ha existido y existirá siempre”, y apoya que este canon “es lo que nos hace más humanos y atractivos día a día”.

La idea del canon de belleza está muy extendida en la sociedad, y buena parte de las inseguridades y complejos estéticos derivan de no encajar dentro de estos parámetros. Si bien el ideal parece ser cambiante, los parámetros que marcan las pautas de lo bello siguen dictaminando qué está bien y qué no, y generando complejos psicológicos y sociales en quienes se escapan del molde. Es aquí cuando los tratamientos estéticos cobran mayor relevancia, pues en el marco de esta medicina del bienestar parece encontrarse la solución a esta falta de aceptación por uno mismo y del medio. “Nadie tiene que sufrir con algo que puede resolver”, sentencia la Dra. Obregón, “Se trata de una combinación de tratamientos que lo que busca es el beneficio del paciente, una mezcla entre optimizar su imagen y que esté acompañada de un equilibrio psicológico por que se guste y se acepte como está”.

Pero, aunque todo parezca estar bien consolidado, no todos los especialistas opinan igual. En este caso, la nota disonante la aporta Natalia Romero, quien opina que los tratamientos estéticos no son la solución ante la falta de autoestima que genera no encontrarse dentro del canon. “Si para valorarme positivamente tengo que cambiar todas las cosas de mi aspecto físico consideradas ‘no bellas’, por un lado estoy siendo muy cruel conmigo misma y, por otro, estoy persiguiendo un ideal inalcanzable”. “La solución – comenta – es trabajar todas esas creencias, pensamientos y mensajes recibidos del entorno que te están haciendo sentir que no vales”. Además, señala que “El capitalismo incita al consumismo, hay intereses en vender productos para todo, crear necesidades cada vez mayores. Si aceptamos la diversidad y la premisa de ‘lo que tengo está bien y es suficiente’ hay menos ventas

Uno de los factores más influyentes en la percepción de la belleza ideal en tiempos de redes sociales es el ‘efecto filtro’. Con tan solo un click podemos tener la cara de ensueño completamente libre de imperfecciones y con nuestros rasgos potenciados y, por qué no, mejorados. Por ello, porque la belleza parece ser difícil de conseguir y bajo el resultado de estos filtros estamos un paso más cerca de ella, no es suficiente con dar esa imagen solo en redes, cada vez son más las personas que quieren materializar los resultados en la vida real. Como cuenta el Dr. Gómez Bravo “Muchos pacientes creen que la cirugía es algo sencillo como aplicarse un filtro de Instagram, y quieren eso, y realmente es un problema si no tienen la madurez para entender que la cirugía tiene unos riesgo y conviene acudir a un profesional con categoría suficiente”. Recalca, además, que “en ese sentido es cierto que hay una preocupación, y es cierto que hay muchas personas jóvenes que acuden antes a modificar zonas de su cuerpo que ven que se pueden modificar”.

En la imagen, Dr. Gómez Bravo

 

Por ello, estos médicos y cirujanos se encuentran con un “reto”, como lo define la Dra. Barber en su profesión: “explicarles y hacerles entender que cada uno tiene una base para trabajar y realzar sus propias facciones”, cuenta. “Les ayudamos hasta el punto que consideremos que le debemos ayudar – dice la Dra. Obregón – cuando vemos que es una exageración que se lleva a extremos patológicos o que puedan tener un desequilibrio detrás le ofrecemos apoyo psicológico”. El ansia de perfección a veces puede virar por caminos no deseados y conducir a la ruina, ya no solo en términos estéticos, sino principalmente de salud, dañando especialmente la salud mental. “La medicina ha avanzado mucho y si una intervención estética puede mejorar nuestra calidad de vida, adelante, siempre y cuando haya habido una evaluación psicológica de la persona y se pueda asegurar un acompañamiento durante el proceso”, aconseja Natalia Romero.

Una opción al alcance de... ¿todos?

A la vista está que estos tratamientos estéticos son una opción cada vez más frecuentes. Poseemos la información, sabemos qué son y cómo funcionan, y parece postularse como una solución viable para aquellas personas que quieran verse y sentirse bien con ellos mismos. Un mercado que hasta ahora era mayoritariamente femenino parece abrir sus puertas con mayor naturalidad también al público masculino, y la edad deja de ser un problema a la hora de escoger cuidarse por estas vías, pues los profesionales del sector cuentan con una recomendación apta para todos los públicos interesados. Sin embargo, ¿es una opción al alcance de todos?

Si bien el abanico de precios varía enormemente según el tratamiento recibido y las necesidades o demandas específicas de cada paciente, por lo general aún queda mucho para que sea una opción accesible a todas las carteras. No obstante, si verdaderamente se trata de una opción deseada por el paciente, no suena descabellado considerar estos tratamientos como parte de la lista de “caprichos accesibles”, como hemos experimentado tras el confinamiento: “Como no podemos viajar ni invertir dinero en otras cosas, nos ha llevado a invertir más en cuidado a nosotros mismos y en nuestro cuerpo, y por ello han aumentado las operaciones estéticas y los tratamientos”, comenta Silvia Oliete.

No obstante, el presidente de la AECEP recalca: “No consideramos que sea conveniente que los criterios económicos sean los únicos que rijan a la hora de que un paciente decida someterse a una intervención. En España y muchos países somos propensos al low-cost, y en medicina y salud hay que tener mucho cuidado con esto, pues si uno no invierte adecuadamente en sí mismo puede tener graves implicaciones para la salud, a veces irreversible”.

El mundo de la estética parece ser ese lugar donde ese misterio de la belleza comienza, poco a poco, a descifrarse. El paso del tiempo y todos los avances en múltiples aspectos que ha traído consigo han sumado puntos a favor de este sector y sus tratamientos. A pesar de la disparidad de opiniones y realidades que podamos encontrar, resultaría absurdo negar que la belleza es un factor determinante a la hora de construirnos como personas y en sociedad. Querer encajar, también, dentro de unos patrones físicos es intrínseco a la naturaleza humana curtida por un contexto en el que esto sigue siendo un valor casi principal. Dentro del gran abanico de tratamientos estéticos hay una solución para cada problema, un milagro que la ciencia ha convertido en oportunidad para lograr la felicidad partiendo del equilibrio y el bienestar de cada persona consigo misma.

 

Elena Romero Vargas: @elenar_vargas

Imágenes: Cortesía oficial de los centros y los profesionales