2. Si eres pelirroja, descarta labiales rojos. Hay mucha leyenda urbana en cuanto a las combinaciones más adecuadas entre pelo color fuego y barras de labios. No negaremos que es un tono que limita algo más, al ser más llamativo de por sí que otros, pero piensa en la soltura con que lo lucen Jessica Chastain, Julianne Moore o Christina Hendricks. Fire walk with me.
3. Los peinados wet solo cuando estés en la playa. Jornadas enteras en el agua, encrespamiento y humedad se combinan a la perfección dando como resultado un bad hair day en bucle. La única solución aparente es un peinado mojado, que desterrarás tan pronto tus pies pisen el asfalto. ¡Error! Unas raíces mojadas como si acabaras de salir de la ducha pueden configurar un peinado refrescante y juvenil, tal y como vimos en los desfiles de Marni, Balmain o Stella McCartney de esta primavera-verano.
4. Las sombras perladas envejecen. Amadas en los 70 y 80, no tienen por qué añadir años, siempre que se usen en los puntos adecuados. Un toque claro en el hueso de la ceja abre la mirada, mientras que en el lagrimal la descansa. Solamente recuerda que el flash de las cámaras multiplica cualquier destello, por lo que deberás modular su intensidad en ocasiones en las que sepas que serás fotografiada.
5. Solo si eres menor de 18 puedes permitirte tintes fantasía. Parecía que la excentricidad de los tintes de colores vivos estaba reservada a la adolescencia o a sectores underground, pero si algo hemos aprendido de las últimas tendencias de coloración (de los tintes “candy” a los “mermaid” o “rainbow”) es que poner un color fantasía en tu pelo no tiene porqué parecer inmaduro.
6. El tónico es un paso prescindible. Reivindicamos al gran olvidado cosmético como aliado imprescindible de belleza. De nuevo las japonesas tienen algo que decir al respecto, ya que sus tónicos han evolucionado a lociones con propiedades que exceden a la mera limpieza: humectantes, antioxidantes, clarificantes, desincrustantes, blanqueantes, etc.
7. La base de maquillaje, siempre del mismo tono de tu piel. No estamos hablando de que aprobemos el efecto careta, ni de cambiar radicalmente el tono natural de la piel con un golpe de base (para eso están los polvos bronceadores). Nos referimos a que podemos movernos un tono o dos por encima y debajo de nuestro color natural dependiendo del efecto que busquemos. Por ejemplo, en pieles maduras, suele funcionar muy bien “aclarar” la base ligeramente para dar luminosidad. En cambio, si buscamos un look cálido, como tostado por el sol, podemos oscurecer ligeramente la base, eso sí, trabajando bien los contornos y unificando escote, orejas y cuello. Berta Almagro