Choclock lanza «Daltónico Pero Me Siento Azul» y desde Vanidad hablamos con él para averiguar todos los detalles detrás de semejante proyecto.
Choclock para «Daltónico Pero Me Siento Azul», su nuevo álbum. Imagen: ©Quieto Carlos.
Choclock para «Daltónico Pero Me Siento Azul», su nuevo álbum. Imagen: ©Quieto Carlos.
Choclock lanza «Daltónico Pero Me Siento Azul» y desde Vanidad hablamos con él para averiguar todos los detalles detrás de semejante proyecto.
Cargar con el disco de R&B español mejor ejecutado estos últimos años, sube el listón de un artista como Choclock a las nubes. Pero «Daltónico Pero Me Siento Azul», su nuevo álbum, es, cuanto menos, prometedor (además de divertido).
Un poco más movidito que su predecesor, «Magua con Miel», con ritmos afro y UK garage y un claro indicativo de una evolución necesaria en la carrera de un artista que ya tiene un repertorio extenso y que, ya solo por ello, se ha ganado la oportunidad de hacer lo que quiera con su música.
En Vanidad recibimos al tinerfeño para enterarnos un poco más de qué es eso de sentirse azul…
Sí, estoy viviendo en Madrid (por suerte o por desgracia) y, como todo, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Lo que noto viviendo aquí es que no desconecto del trabajo, lo cual es bueno en el sentido de que todo avanza mucho más rápido, hago muchas más conexiones y tengo todo más a mano. Pero por otra parte, cada X tiempo necesito volver a Tenerife para desconectar del estrés que voy acumulando aquí.
Obviamente, para mí, la calidad de vida en Tenerife está muy por encima de la realidad que vivo aquí en Madrid, pero la mayoría de gente con la que siempre trabajo se mudó aquí por el mismo motivo que yo, y es que al final me es más sencillo avanzar mi proyecto desde la capital.
Quizás no es tanto por parte del público, pero sí por mí mismo. Con «Magua Con Miel» sentí que encontré un sonido, una estética y una forma de escribir que me representa mucho y que no había conseguido antes. Cuando empecé a preparar «DPMSA», «Magua Con Miel» era el proyecto del que más orgulloso estaba, y eso, quieras o no, lo convierte en una vara de medir, lo cual hace que, inconscientemente, aparezca un miedo a salir de esa zona de confort que creé.
Ese es quizás uno de los motivos por los que tardé tanto en terminar este álbum, buscando una evolución cohesionada con el sonido del disco anterior.
Han cambiado muchas cosas, no solo desde «Magua Con Miel», sino desde que empecé a trabajar en este último álbum. Si antes hablaba de que «DPMSA» nacía de la idea de desarrollar un poco más el sonido de «Magua Con Miel» pero sin dar un giro súper drástico, a día de hoy estoy en un punto donde mis inquietudes musicales van por otro lado.
Tengo ganas de experimentar y de sorprender a mi público con el próximo proyecto que saque y dar una versión de mi música que nadie se espere.
Pues sale de las ganas de hacer música más movida y, sobre todo, de tocar registros un poco más alejados de lo que suelo hacer siempre. Es una de las primeras canciones que hice para el álbum y siento que, para mí, es de las más arriesgadas.
De hecho, cuando la terminé de escribir, realmente no entendía si era una genialidad o un sin sentido, pero con el tiempo se convirtió en una de mis favoritas. Estoy seguro de que canciones como esta son las que van a enriquecer mi repertorio y van a hacer los shows más contrastados y entretenidos.
Cada canción es un mundo y no tengo un proceso específico. A veces las hago con otros productores y escritores, otras completamente solo, algunas las empiezo por la melodía y otras por la letra, unas hablan de vivencias y otras no siempre son tan específicas…
No sabría hablarte de mi proceso porque es muy variado, pero por algún motivo, tengo una sensibilidad especial por las canciones que te sacan la lagrimita ¡y no sé muy bien de dónde viene!
El nombre viene de un juego de palabras con la expresión inglesa «I’m feeling blue», que significa «Me siento triste». De ahí también que el disco saliese en el Blue Monday, el día más triste del año (risas). Me hizo gracia poder mezclar la tristeza, que es algo muy recurrente en mi música, con el hecho de que soy daltónico, dándole también importancia a los colores, algo muy ligado al imaginario de mis últimos discos.
No es que sea un disco conceptual a nivel de temáticas ni mucho menos, pero, por lo general, todo gira en torno al amor y a las emociones que genera. El título del disco se podría interpretar como una metáfora de cómo cada persona experimenta y vive estas emociones de una forma subjetiva, de la misma forma que un daltónico percibe los colores que tiene alrededor.
A Mvrk le tiré directamente al DM después de hacer la demo del tema porque sentí que era de las voces que mejor me encajaba para terminar de empacar la canción. Su forma de escribir y la intuición que tiene para tirar melodías, sabía que le iban a venir como anillo al dedo al tema. Linkamos de una en Mécèn para grabar su verso y me flipó trabajar con él en el estudio, tiene una forma de crear muy peculiar y el man es un pibe de 10, es muy fácil sentirse a gusto al lado suyo, lo cual se agradece cuando vas a hacer música con alguien.
Con Yoshi es una historia más larga. Cuando terminé «Magua Con Miel» le hablé para hacer algo porque me enamoré de su proyecto desde que lo descubrí. Estuvimos hablando pero al final quedó en nada por culpa de la agenda de cada uno y porque la distancia no ayuda. Tiempo después fui telonero de Cruzzi en CDMX y después del show, linkamos con él y con Zizzy. Estuvimos de palique intenso hablando de música y de nuestras respectivas pedradas hasta que salió el sol. Me fui con muy buen feeling de allí y, a la que llegué a España, empecé a preparar un track ya más enfocado en el álbum para que se montase Yoshi. Le envié las pistas y el resto es historia.
Así de primeras, se me vienen nombres como Daniela Garsal, Samuel Petra, Patricia Lint, Enry K, Alu… Eso a nivel España. Y en LATAM tengo la espinita de hacerme algo con Zizzy, Jesse Baez, me encantaría hacer música con Vei Habache a ver qué sale… Igualmente, siempre he sido una persona que le cuesta mucho forzar las cosas a nivel de featurings, prefiero que salgan de forma natural a estar tocando mil puertas y que termine saliendo algo frío y sin un feeling recíproco.
Siempre intento involucrarme lo más que puedo para que resuene lo más posible conmigo y que mi personalidad esté impresa en lo visual. Pero, evidentemente, tengo un equipo increíble detrás que lo llevan todo siempre al siguiente nivel. Sanhadid con los estilismos, Quieto Carlos en las fotos, Aitana Sainz dirigiendo cada vídeo y Rubs Ziontifik en los diseños, hacen que todo se sienta muy empacado y potente.
Tengo una suerte increíble de poder contar con todos ellos, y para mí su trabajo tiene la misma importancia que tiene la música en mi proyecto.
Me siento más cómodo produciendo porque es lo que más tiempo llevo haciendo, donde soy más versátil y, al final, donde menos presión tengo. En el sentido de que yo hago el beat, entrego las pistas y me desentiendo. No me tengo que preocupar por cómo va a ser el vídeo, por cuánto tengo que invertir, por la promo y un largo etc de cosas que van acompañadas a un release que siempre son una fuente interminable de estrés. Pero eso es hablando de «comodidad».
Sin embargo, cuando hago música, me siento mucho más realizado. Aunque tenga que afrontar todas esas cosas no tan directamente relacionadas con la música, al final estoy sacando lo que yo quiero y de la forma que yo quiero. Todo eso es un desafío que cuando lo consigo llevar a cabo me llena mucho más que hacerle un beat a alguien, por mucho que ese beat tenga más repercusión o genere más dinero.
Estoy en un punto de mi vida donde tengo más ganas que nunca de volver a mi isla, la verdad, pero siempre existe una especie de FOMO de no saber las oportunidades que me puedo perder por estar lejos de la gran ciudad y de la gente con la que suelo hacer música. Es una decisión complicada pero, por ahora, tengo claro que mi vida en Madrid es algo pasajero.
Es tristísimo ver como tantos canarios nos vamos de nuestras islas por la falta de recursos, la falta de industria e incluso por la propia fuga de talentos que impulsa a que más gente siga el mismo camino. Sobre todo sabiendo que la gran mayoría disfrutamos mucho más viviendo en nuestra tierra que en una ciudad que es casi que la antítesis del día a día que vivimos en la isla. Pero, a fin de cuentas, todos queremos aspirar a tener las mismas oportunidades y eso suele implicar volar del nido.
Dani Curbelo: @ssaintdanii
Imágenes: ©Quieto Carlos