Entre Granada y Nueva York, entre lo real y lo simbólico, nace «Lorquianas». Una exposición que no solo rinde homenaje a Federico García Lorca, sino que lo reinterpreta desde una mirada profundamente femenina, contemporánea y personal.
Así, en el majestuoso Palacio de Carlos V, dentro de la Alhambra, Cristina BanBan presenta su primera muestra institucional, un viaje que dialoga con la poesía, el teatro y los símbolos eternos del universo del poeta.
Desde Vanidad, charlamos con ella sobre lo que significa pintar con la obra de Lorca como compañero de viaje y cómo sus figuras femeninas se convierten casi en espejos del alma en esta exposición:

CRISTINA BANBAN: «Me parecía de gran interés explorar la relación entre los arquetipos de Venus y Virgen. Son conceptos y estereotipos que, de alguna manera, las mujeres seguimos arrastrando hasta el día de hoy»
Cristina, «Lorquianas» supone tu primera exposición institucional. ¿Qué significa para ti presentar esta serie en un lugar tan emblemático como la Alhambra?
La Fundación Medianoche creó este proyecto y organizó una residencia para mí en el Centro Federico García Lorca, con el fin de realizar un trabajo de investigación que sirviera como base para las pinturas que formarán parte de la exposición. Ya de por sí, es un proyecto de gran envergadura. Por lo tanto, el hecho de que la exposición tenga lugar en el Palacio de Carlos V, dentro de la Alhambra, es un sueño hecho realidad y un gran orgullo formar parte de ello.
La exposición se basa en tu investigación sobre los archivos de Federico García Lorca. ¿Cómo ha influido la obra del poeta en tu proceso creativo?
Ha sido la primera vez que he concebido una exposición en diálogo con otro artista, lo cual transformó significativamente mi proceso creativo. En este caso, pasé semanas leyendo, visité las casas donde vivió Lorca y fui anotando conceptos, analogías, fragmentos de poemas y sensaciones que me parecían interesantes en un cuaderno.
Este cuaderno de artista, ya de vuelta en Nueva York, se convirtió en el punto de partida para una búsqueda extensa de fotografías que, para mí, evocaban las palabras del poeta. De una manera casi surrealista, a través de la contraposición de símbolos y palabras, fui creando esta serie de siete pinturas y ocho dibujos en los que mis mujeres dan vida a esos conceptos lorquianos.
Así pues, hay lienzos que hacen referencia al teatro, a «La Barraca», a «Yerma» o a ideas como la religión, el luto o «Venus».

En tu trabajo sueles transformar elementos cotidianos en metáforas poderosas. ¿Cómo has utilizado esta técnica para reinterpretar la obra del poeta?
Transformar lo cotidiano en metáforas es algo que siempre ha estado presente en mi trabajo. En el caso de Lorca, utilicé esa misma técnica para conectar con sus símbolos —como la luna, el luto— y darles un sentido más actual. Su universo está lleno de símbolos que, aunque profundamente enraizados en su contexto, siguen teniendo resonancias universales. Lo que hice fue tomar elementos cercanos, imágenes cotidianas, cuerpos y gestos femeninos, y cargarlos de nuevas significaciones, en diálogo con esos símbolos lorquianos.
En vez de ilustrar sus textos, intenté entrar en su universo desde mi mirada, trayendo esos símbolos a mi propio lenguaje visual. Tomé elementos sencillos, como un cuerpo cubierto, un gesto, un paisaje con chopos, y los convertí en imágenes que hablan de las emociones, de lo femenino, del deseo o del dolor.
¿Qué has descubierto de Lorca que te haya sorprendido o resonado especialmente a posteriori?
Sus dibujos, los cuales no conocía demasiado, me parecieron sublimes por su honestidad y simplicidad, exquisitos. Con una estética naïve, incluso kitsch, en la que además vi resonancias con algunos recursos que aparecen también en mis dibujos, como la superposición de líneas, el doble rostro, los ojos sin iris o el énfasis en las manos.
Estos dibujos tuvieron una gran influencia en mi trabajo para «Lorquianas».

En «Lorquianas» exploras temas como la feminidad, el destino y las dinámicas intergeneracionales. ¿Cómo conectan estos conceptos con tus obras anteriores?
Siempre me he basado en la mujer como contenido y continente de mi trabajo, pero quizás en los últimos años, hasta ahora, de una manera más universal. La mujer y sus emociones complejas, representadas con figuras que apenas ocupaban todo el lienzo, poderosas, grandes. A nivel estético, la figuración se iba desmontando para acercarse más a la abstracción. Pero, en este caso, he retomado la figuración, el realismo, porque necesitaba esta herramienta para poder contar la historia.
Estos personajes aparecen con ropa o sin ella, con zapatos, velos, o los ropajes blancos de novia, algo que nunca había aparecido en mis pinturas anteriores, que eran más atemporales. Esta vez, tanto el vestuario como los elementos arquitectónicos son más presentes, con el fin de dar contexto a la obra.

¿Qué tipo de personajes femeninos encontramos en esta serie? ¿Hay alguno que destaque especialmente?
Hay una mezcla. Algunos vienen de las historias lorquianas, pero también de la representación de mujeres reales, que pueden pertenecer tanto a épocas pasadas como a contemporáneas. Me he servido del arquetipo de la Venus, como en «Venus 2025»; del de la Virgen o novia, como se representa en «Multitud»; y del personaje de «Clown», un pierrot femenino. También he representado a mujeres reales de distintas generaciones, como en «Lujo y ajuar».
La intención era construir una imagen que abarcara tanto lo real como lo ficticio, invitando al espectador a perderse en ella. ¿Qué es imaginado y qué es real? Me parecía de gran interés explorar la relación entre los arquetipos de Venus y Virgen, por la contraposición entre la mujer sensual, el peligro, la sensualidad. Son conceptos y estereotipos que, de alguna manera, las mujeres seguimos arrastrando hasta el día de hoy.
En concreto, las ventanas aparecen como un motivo recurrente en la exposición, simbolizando la frontera entre lo íntimo y lo público. ¿Qué otras imágenes o símbolos clave podemos apreciar en la serie?
En esta serie, los personajes se encuentran en un contexto determinado, por lo que son más evidentes los elementos arquitectónicos, como la ventana, los arcos, y estructurales, como las sillas de madera, que ayudan a darles la ilusión del tiempo y situarlos en una escena concreta.
Otros símbolos, como los jarrones con peces, podrían interpretarse como una representación del ciclo de la vida, de que todo tiene un final; las máscaras, la gola de payaso, el velo, o incluso los zapatos rojos, también podrían ser clave.

Hablando más allá de la inspiración para esta obra, Lorca es un autor profundamente ligado a su tierra: Andalucía. ¿Qué impacto ha tenido trabajar en Granada, una ciudad tan presente en su obra, para ti?
Fui invitada a visitar el archivo del centro, donde conocí de primera mano los dibujos originales, fotografías y manuscritos. El viaje fue muy liberador, tanto a nivel profesional como personal, y me empapé de la atmósfera de la ciudad, con esa magia, sonoridad y luz tan especiales.
Creo que las residencias artísticas son muy enriquecedoras, ya que el paisaje y el contexto influyen directamente en tu obra.
La exposición también se presentará en París coincidiendo con el Art Basel. ¿Planeas adaptar «Lorquianas» al contexto parisino?
La muestra se va a expandir, ya que el número de salas será diferente, pero el foco será el mismo y se respetará el concepto de la exposición en Granada. La idea es llevar este proyecto a otro contexto durante una feria de arte internacional, lo cual enriquecerá este diálogo con Lorca, aún tan latente en la actualidad.

En cuanto a técnica, has trabajado tanto en gran formato como en obras sobre papel. ¿Cómo decidiste qué piezas debían ser de un tamaño u otro?
La instalación se resume en dos salas: el trabajo en papel en una, y las pinturas en otra. En la segunda sala, los ocho dibujos se muestran en vitrinas, en contraposición a otra pared de dibujos. Esta pared forma parte del trabajo más inicial, con páginas de mi libro de artista que realicé durante y después de mi residencia, donde se pueden leer ideas clave, fragmentos de poemas y una serie de dibujos que, a su vez, se muestran junto a los facsímiles de los dibujos de Lorca que más me marcaron. La Venus, la doncella, los payasos…
Todo esto construye una parte más conceptual del proyecto, más íntima y meditativa. Por otro lado, las pinturas quería que fueran grandes, poderosas, ocupando gran parte de la sala principal. Además, su tamaño juega visualmente con el techo y los arcos originales del palacio.
¿Qué te gustaría que el público sintiera o reflexionara al enfrentarse a tus «Lorquianas»?
Mi intención es que el público perciba cómo el legado de Lorca sigue siendo tan relevante en la actualidad, a través de una mirada sincera y honesta sobre lo que su obra me ha inspirado, particularmente en relación con estas mujeres.
Estas figuras se presentan para reivindicar el papel de la mujer en la historia, el arte y la sociedad, así que espero que el espectador pueda reconocerse en ellas, cuestionar los estereotipos que aún persisten y conectar con esa amalgama de belleza, dolor, fuerza y deseo que atraviesa tanto las historias de Lorca como nuestras realidades actuales.
Lucía Martínez Rubio @luciamartinezrubio
Imágenes: ©Albert Font