El primer reto lo cumplimos en un hotel que nació del humus de los gimnasios que hay por todo Estados Unidos, que le dieron fama y conocimiento en la materia. Nos referimos a Equinox, referente en el well-being americano por la multitud de estudios que acarrea a sus espaldas y la experiencia que acumula en la innovación de técnicas para el desarrollo personal, no solo físico, también mental, haciendo un acercamiento holístico de cada disciplina que imparten.

De las distintas ofertas que proponen, nosotros hemos elegido Tier X, un programa que incluye un estudio completo de comportamiento, aptitud y actitud para que un coach (porque aquí se mezclan las dos funciones: trainer y coach) te oriente de una forma seria y realista sobre las pautas a seguir en el futuro una vez que regreses a tu vida habitual.

Nos levantamos para estar a las 7:00 de la mañana, sin haber ingerido nada en 14 horas con el fin de comprobar nuestro metabolismo activo y en descanso, las posturas activas y pasivas, la composición del cuerpo en términos de grasa y la masa muscular adherida al esqueleto, así como la presión arterial. Como podéis comprobar, el estudio es muy completo, con pruebas que duran casi toda la mañana. Al final de la misma, el coach nos explica los resultados y las pautas idóneas a seguir para nuestras características corporales y mentales.

Movimiento, nutrición y regeneración son los puntos desde donde se va a basar el resto del programa en los próximos días.

Antes de comenzar, recibimos una riada de mails recabando información que les puede resultar útil a los distintos especialistas que se ocuparán de nosotros, empezando por un amplio cuestionario que les hablará de nuestros hábitos, capacidades y deseo de cambiar actitudes enconadas.

Aquí es dónde empiezas a darte cuenta de que estos profesionales se toman muy en serio su cometido, que no es otro que mejorar tu calidad de vida en cualquiera de los órdenes que consideren necesarios. Y para ello te piden que colabores con la misma seriedad si quieres conseguir resultados constatables.

Emocionados ya por el hecho de combinar nutrición, ejercicio físico, yoga, meditación y distintas terapias de masajes, endovenosas o criogenización, nos disponemos a coger nuestro vuelo hacia esta aventura tan apetecible como novedosa.

El pistoletazo de salida llega con el aterrizaje en el piso 25, que es dónde se aloja la recepción. Una conserje nos agenda rápidamente una sesión de Nutrí Drip.

¿Qué es eso?, nos preguntamos mientras nos bajan a la zona de spa para quedarnos boquiabiertos con el espacio que nos encontramos y lo bien tratado que esta -decorativamente hablando-.

La elección de un mobiliario ecléctico, funcional moderno y elegante, se combina con una iluminación cuidada, hecho que hace que la relajación física y mental sea una realidad inconsciente. Nos dirigen a una sala alargada con grandes cristaleras que se adivinan detrás de cortinas de privacidad y nos asignan una chaise long con vistas a todo el Hudson y buena parte del skyline neoyorquino. No damos crédito...

Parece que estemos en una nave de Star Trek contemplando el universo mientras esperamos a la enfermera que llega con su dosis de Glutathithone, cuyo efecto detox despeja tu hígado desahaciéndose de las partículas nocivas para dejarte limpio de residuos, lo cual se traduce en mayor frescura física y mental y en una piel renovada, más joven y luminosa.

La segunda dosis NAD+ consiste en reparar los daños del ADN a nivel celular, trabajando sobre cada célula del cuerpo con beneficios claros tanto mentales como físicos.

Subimos a la habitación que, desde un piso 38, nos muestra un Nueva York vibrante de luces recién encendidas. La habitación tiene una decoración de marcado carácter masculino, con tonos oscuros en las maderas y luces cálidas pero contundentes. Dan ganas de no salir, pero el estómago nos empuja hacia el restaurante estrella del hotel: el Electric Lemon, donde la música y la iluminación te energetizan de inmediato.

Un ambiente joven y moderno puebla sus mesas, que salpican un espacio más que generoso rodeado por completo por una cortina continua de cristal que te permite unas vistas sin parangón de toda la zona del Hudson Yards, con la cabeza blanca de mármol de nuestro escultor más internacional hoy en día, Jaume Plensa. La doble altura deja espacio a una rúbrica de luces que, como espaguetis flotantes, coronan la sala con su cálida presencia que parece escapada de un cuadro de Jackson Pollock. La comida, saludable, como no podía ser de otra forma, pero no por ello menos rica. 

Por la mañana nos acercamos a la clase de cycling, donde sudamos la gota gorda a ritmos africanos inmersos en un ambiente indescriptible para, posteriormente, irnos a una sesión de Crioterapia.

Esta consiste en meterse en una cabina durante 3 minutos a menos 100 grados centígrados para evitar o reduce las agujetas, relajar los ligamentos y ayudar a la regulación de la sangre liberando endorfinas, que es la hormona de la felicidad. La experiencia no tiene parangón. 

Después del susto que produce antes de entrar, bailamos todo el tiempo rodeados por oxígeno seco que nos congela el pelo y las pestañas. Nos alegramos cuando salimos porque todo el mundo alrededor es más diáfano, más excitante. El ánimo está en lo más alto. 

Llega el turno de la piscina climatizada exterior, que nos permite nadar con el Vessel como referencia a escasos metros y el Hudson, que nos parece una continuación en lo que podría ser nuestra infinity pool. Todo ello mientras nieva. 

El brunch nos aguarda en su versátil restaurante Electric Lemon y, esta vez con las vistas diurnas de los edificios circundantes, icónicos todos, nos sumergimos en una selección de platos muy bien pensados para estar en forma y disfrutar a partes iguales.

Como seguimiento del programa, esta tarde nos administran Nutri Sleep, una composición de aminoácidos y vitamina C, calcio, zinc y magnesio, que nos ayuda a conciliar el sueño de una forma natural, aplacando nervios y aminorando preocupaciones. Podemos asegurar que es fantástico.

Ya al día siguiente, y tras un sueño reparador, recibimos una dosis de Vitamina D que nos ayuda con el cansancio, reduciendo la fatiga y elevando nuestra energía, lo cual nos hace estar de buen humor para empezar a disfrutar de esta gran ciudad.

¡Vamos a por el segundo reto!

 

Carlos Sánchez

Imágenes: Cortesía de Equinox Hotel, Nueva York