Whatsapp que nunca debiste enviar a las 2 de la madrugada...
Lo sabes. A la mañana siguiente amaneces y ves el desastre creado por tu adicción a Whatsapp
Está haciendo efecto el cuarto ron miel y tus emociones son cada vez más variables. Abrazas a todo el mundo en el bar y subes a tus amigas en brazos como sí fueses un Tarzán salido de la jungla. Y en pleno apogeo se te ocurre la brillante idea de sacar el móvil a relucir, no vaya a ser que haya ocurrido una gran desgracia en el mundo y te tengas que enterar instantáneamente. Tienes siete Whatsapp y seis son de tu madre recordándote los problemas que acarrearán en un futuro los excesos del sábado noche.
Decides ignorar sus plegarias y enviar mensajes a TODO el mundo (no vaya a ser que se olviden de ti en el fragor de la batalla)
El primero con el que te envalentonas es con el de tu ex. Insistes e insistes... Y tras 754 mensajes y 453678 caracteres, percibes el rechazo. Tu nivel de arrastre está en todo lo alto. En ese momento sólo piensas en lo poco que ha tardado en superarte y como si tuvieses una bola de cristal entre las manos afirmas que está en su casa con otro.
Continúas la ardua tarea contestando a tu madre explicándole que no se preocupe, ya que no has bebido tanto (ese último "bebido" con dos uves). Pero dejas claro que mañana prefieres que te corten la piel a tiras antes que comer los callos con chorizo de la abuela.
Tras haber ingerido otra copa, te replanteas la noche: No quieres acabar una noche más abrazado a ese peluche de Pokemon.
Así que redactas lo que prevés que va a ser “EL mensaje” y piensas reenviarlo a “Churri 1”, “Churri 2”, “Churri 3” y “Churri 4”. Eso sí que no falla...
El contenido del mensaje haría sonrojarse al mismísimo diablo. Mezclas romanticismo al más puro estilo Shakespeare con una dosis de contenido picante... Épico.
Sigues a la espera de que alguien te conteste y ante la emoción de una respuesta positiva a tu último whatsapp, te envalentonas a contarle a tu hermano mayor (en un ataque total de sinceridad) que la última vez que regaste las plantas de su casa y su hámster paso a mejor vida, fue tu culpa. ¿Los hámsters no fuman?
Tu adrenalina está por las nubes y con un afán de demostrar tu amor infinito a todas las cosas, tecleas con mil emojis a tu mejor amigo Pedro haciéndole saber que para ti sois como uña y carne.
A la mañana siguiente amaneces y ves que hay un bulto enorme a tu lado. Es Pedro. Te confundiste en mandar cada uno de los Whatsapp.
Ahora tu madre tiene el mensaje Shakesperiano y tu ex el que enviaste a tu amigo Pedro...
¡A ver cómo sales de ésta!
Pablo Aragón - @Aragon_Pablo