Todavía quedan algunos -buenos- regalos por hacer. Tenemos arte, joyas, perfumes y… libros. Más que libros, en realidad. Si eres de los que se tiran horas leyendo lomos en busca de historias épicas, o de los que se toman algo más de cinco minutos para elegir una agenda -o una pluma, o un portapapeles, o sobres-, si crees que el tiempo en las papelerías corre, por suerte, a su aire, entonces debes conocer La Eriza.

El utópico reino que el encuadernador Óscar Sánchez ha levantado en el madrileño Pasaje Romero -muy cerca de la calle Orense-. Un espectacular taller en el que su dueño y encargado solo vende por encargo. Además de enlomar, restaura libros, crea álbumes, cartas de menú, invitaciones, cajas, y se atreve incluso a organizar presentaciones, proyecciones de películas y exposiciones. Por todo esto La Eriza es el nirvana de los bibliófilos.

Sánchez sabe que el mundo de la encuadernación es tan minúsculo y exquisito como su mercado. La estilista Paloma González Durántez, habitual en las páginas de Vanidad, lo descubre con él.

Abrió La Eriza hace ya una década, de casualidad. Estudió Historia del Arte en Madrid y, a los 23 años, cuando hubo terminado la carrera, se mudó a Londres. Allí fue donde nació el germen de su peculiar proyecto. Compaginaba las clases -se matriculó en Bellas Artes-, con un trabajo de aprendiz, cortando cartón y cosiendo, y de vuelta en la capital terminó de dar forma a su deseo. 

A pesar de ser, básicamente, un taller de encuadernación, en La Eriza Sánchez restaura y crea objetos de todo tipo, siempre de manera artesanal. Derrocha creatividad por los cuatro costados. Para muestra: su versión de Romeo y Julieta, dos ejemplares encuadernados por separado y atravesados por una flecha. Hay evidencias de sobra. Incluso en forma de listines telefónicos.

“Mi propuesta es que el cliente, a partir de la selección de materiales, decida o logre hacer lo que quiere”, detalla. ¿Y cómo es, a grandes rasgos, el comprador típico de La Eriza? “Suele ser joven, si no de edad, de actitud. Le tiene que gustar lo original o crear él mismo o ella misma lo que sería el encargo, pero igual nos traen un diccionario para restaurar, que una tesis doctoral, o quieren un coleccionable que tienen desencuadernado…”. El abanico de posibilidades que ofrece el local desde luego es amplio. “También hay mucho sector creativo. Mucho arquitecto, mucho artista, mucho estilista, mucho fotógrafo… Gente que quiere tener un portafolio de su trabajo a su imagen y semejanza”.

En Navidad, cada año, Sánchez trama colecciones cápsula en colaboración con la marca de complementos Zubi. Este año, de plurales cuadernos en algodón y piel. “Está planteado como idea de cuaderno de dibujo pero funciona muy bien como libro de firmas, de testigos…”.

Paloma no lo ha dudado. Fácil. Este es un área noble. La Eriza es punto de parada obligatoria para quien sabe apreciar el fascinante universo editorial. Regala, o regálate, con la ayuda de Sánchez.

 

Alejandro Bernad - @alejandrobernad