Y, de repente, Wes Anderson. Sí, el mismo que viste y calza, el David Trueba con sangre tejana, el Borges sesteando con manta zamorana y una ardilla disecada de pisapapeles, el fino estilista que pone de los nervios a la plana mayor de la crítica escayolada, y que ha vuelto a hacerlo este año nada menos que en la apertura del Festival de Cannes, zas, en toda la boca. ¿Cómo? Nada menos que con su última fábula con lunares, que trae saludables ecos a su venerada “Academia Rushmore”. “Moonrise Kingdom”, romance marciano teen ambientado en una rinconera isleña de la Nueva Inglaterra de 1965, versión aplacada de “Romeo y Julieta” con rollo scout de por medio, elementos enfurecidos, pasmarotismo de arte y ensayo y demás prodigios de este señor. Y es que aquí encontramos las más gozosas señas de identidad del cine de Wes Anderson, empezando por su dislocado reparto: aparte de los zangolotinos Jared Gilman y Kara Hayward, tenemos nada menos que a Bruce Willis como perplejo sheriff local, Edward Norton como jefe de tropa de los “jóvenes castores”, Frances McDormand como madre de la niña (y el gran Bill Murray como su papá)... Eso, aparte de secundarios de lujo como Tilda Swinton o Jason Schwartzman, que se pasean por las avenidas y rotondas del cine de Anderson como Pedro por su casa. Moonrise Kingdom Un cine que puede provocar la misma sensación que tuvo el primer ser humano que contempló a una jirafa pero que, en el fondo, está teñido de elegancia, seriedad, ironía subterránea, indagación psicológica, encuadre milimetrado, guión calibradísimo, música que lleva en volandas a la historia y sorpresas con lazo rojo. ¿No son esos los elementos del séptimo arte más clásico y eterno? Y si alguien sigue dudándolo, que recuerde el caballito de mar hipnotizando a la tropa de “Life Aquatic”, a Gene Hackman y sus nietos de farra gamberra bajo los acordes de Paul Simon en “Los Tenenbaums”, a James Caan en batín en “Ladrón que roba a un ladrón”, a Clooney con savoir fair zorruno en “Fantástico Mr. Fox”, a la Portman mariposeando en “Hotel Chevalier”... Sí, nos chifla este tío, ¿qué pasa? Por Paul Vértigo