Algunos dirán que es porque la mayoría de la vida la disfrutan en interiores, que no tienen luz solar o que su nivel de vida es más alto y por eso se inclinan a ello. Todo cierto, pero hay algo más. Algo más allá que habla del hygge y de esa sensación que sentimos en el hogar. Calidez, seguridad, relax. Esas son las emociones que intentan generar daneses, suecos o noruegos cuando se pone un pie en sus casas. Y vaya si lo logran, pero ¿cómo? 

No hace mucho (vale, hace diez años) pasé una temporada en Copenhague y descubrí el secreto, las velas. En general, la iluminación es la clave para crear esa atmósfera reconfortante de la que no querer salir y, en un lugar donde anochece a las 15:00 horas en invierno, la llama es la mejor manera de replicar la alegría solar. Con los años, la colección de candelas ha crecido y mi inclinación por ellas se ha refinado, pero lo imprescindible de encenderlas al llegar a casa tras un día duro o para disfrutar de una reunión íntima no ha cambiado. Así, te presento siete velas que darán calidez a tu hogar en la Navidad más casera en años.

Plumón de ámbar, de Dyptique

La colección invernal de la marca francesa siempre llena los últimos días del año de ilusión. Esta temporada han presentado una compuesta por tres modelos diferentes cuyos aromas representan bestias fantásticas. Ugo Gattoni pone la ilustración del león, el ciervo y el cisne junto a detalles arquitectónicos de París sobre un vaso que querrás guardar para siempre. Esta última ave da nombre al aroma que destacamos, que gira en torno a la resina de ámbar, pero sobre todo con navideños toques de canela, jengibre y naranja.

Les Albâtres Héméra, de Cire Trudon

De esta colección recientemente lanzada por la icónica casa no sabemos si quedarnos con su composición, llamada Héméra en honor a la diosa del amanecer, con cilantro y bayas sobre un fondo balsámico de sándalo y madera de cachemira, o con su vaso de alabastro. Sí, has oído bien. Un material inusual por lo suntuoso del mismo que filtra la luz de la llama de una manera muy especial. Cada contenedor se fabrica manualmente en España desde un bloque de la piedra, que aporta así unas vetas personales y únicas. Una vez consumido su interior, el envase queda como un bello objeto de decoración.

Time to bloom, de Vera & The Birds

Seguimos por nuestro país con la propuesta de la marca Vera & The Birds en forma de pack ideal para obsequiar al que todavía desconfíe del poder de una buena vela. Gracias a la del set, que se acompaña de unas cerillas también perfumadas, podrás inundar tu casa de un aroma dulce y algo sensual. Como una buena banda sonora, enciéndela de fondo para tus sesiones de belleza, una cena o simplemente ver una película y triunfarás.

Grapefruit and rosemary, de Floris en Isolée

El tratamiento que dispensan a las composiciones olfativas de las candelas de la centenaria firma inglesa, Floris, es equiparable a la de sus reconocidos perfumes. De salida, notas de pomelo y romero para un inicio del viaje chispeante y herbal; en el corazón, cremosos jazmín y melón y, para terminar, sándalo y almizcle que inundan la estancia de carácter. Una composición contemporánea, pero con cierto regusto a la regia historia de este proveedor de la corona británica.

Townhouse Fresh fig and cassis, de Jo Malone

 

La colección Townhouse está prácticamente agotada, pero si la encuentras en algún punto de venta merece la pena detenerse en sus aromas inspirados en una casa de campo de la campiña. La piedra, el sol, el aire fresco, la vegetación húmeda son fuentes de inspiración para unas propuestas de entre las que nos quedamos con esta de higos, dulces y pegajosos, y grosella negra, algo ácida y fresca. Todas están contenidas en unos recipientes de cerámica texturizada en los que vemos algo de recio bote de cocina, aunque de lujo, claro.

Thé Osmanthus, de Dior

Simple, minimalista, perfecta. La colección de velas de Dior funciona a la vista como un objeto que encaja a la perfección entre jarrones de formas orgánicas y libros de moda y fotografía. Pero, además, sus aromas son deliciosos, como sucede con el de esta nueva incorporación lanzada en septiembre. Toma su nombre de la ceremonia del té, un ritual social cargado de simbolismo que para el profano cuanto menos es sumamente relajante. A parte de estas notas, lo que más llama la atención al encenderla es el goloso albaricoque.

Chai, de Byredo

Otra confesión queda por hacer. En la estancia en Copenhague también descubrí el poder del chai para el espíritu, sobre todo en invierno. Los puristas dirán que no es exactamente un masala chai lo que preparan allí, pero eso no afecta al resultado, la gran sonrisa de felicidad que nace al beberlo. Los que saben perfectamente cómo emular esa mezcla de té negro, especias y leche caliente es Byredo (por algo son suecos). En esta vela combinan cardamomo, clavo y jengibre con incienso, mate y violeta sobre un fondo amaderado. ¡Ñam, ñam!

 

Berta Almagro: @balmagro

Imágenes: Cortesía de las firmas