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¿Qué tiene la serie que ha atraído a tanta audiencia en EE.UU.? Creo que es la mezcla de emociones e historia real. Probablemente creó en su momento cierta curiosidad y luego la gente, al verla, se quedó enganchada. Algunos de mis amigos llegaron a verla hasta tres veces. También creo que tuvo mucho que ver el boca a boca. La gente la vio y comenzó a hablar de ella con otras personas. ¿Tiene algo que ver con su calidad? Por supuesto. Para mí, es como “El Padrino”. Tuve la oportunidad de ver la miniserie completa sin anuncios en Santa Mónica con el reparto y algunos amigos. La serie, como el clásico del cine, tiene que ver con la familia, la venganza, traición, los problemas entre padres e hijos. Además también presenta dos grandes familias. ¿Por qué el enfrentamiento entre estas dos familias que presenta la miniserie es tan popular en EE.UU.? En el momento en que sucedió fue una historia muy grande, se le dio mucha importancia en los periódicos de Nueva York o Chicago. Más tarde desapareció. Después es algo a lo que la gente se suele referir cuando hablan. Recuerdo a mis abuelos hablando de ello, incluso mi padre. Lo usan como una figura construida, algo así como “Esto es otro Hatfields y McCoys”. Pero actualmente se ha convertido en algo así como una leyenda.© 2012 Sony Pictures Television Inc. All Rights Reserved.
En España no estamos tan familiarizados con esta rivalidad, ¿crees que la audiencia española puede interesarse por la historia? Sí, claro, de la misma forma en la que uno se puede sentir identificado con “El Padrino”. La dirección de esta serie, las interpretaciones, el montaje... funcionan en cualquier lugar. Las escenas son muy primitivas, es como una tragedia griega. Últimamente parece que las productoras de Hollywood no invierten en realizar westerns, que no es un género rentable. Sin embargo, en los últimos años ha habido varias series de televisión de éxito que eran westerns. ¿Por qué crees que sucede esto? No lo sé. Puede que yo haya hecho más westerns que cualquier otro actor de mi generación, pero creo que los días de este género se han acabado. Por desgracia, no es seguro invertir en él. ¿John Wayne o James Stewart? Me tengo que decantar por John Wayne. Cuando era pequeño me encantaba e iba al cine con mi padre a ver sus películas. De hecho, incluso llegué a trabajar con su hijo Patrick aquí en España. Me sorprendió mucho que supiese hablar muy bien español y me contó que su madre era mexicana. ¡Ni siquiera sabía que John Wayne estuviese casado con una mexicana! “Hatfields & McCoys" presta mucha atención a sentimientos como el honor o la lealtad, ¿crees que la sociedad de hoy en día le da tanta importancia a este tipo de valores? No, creo que se ha perdido mucho valor hacia el honor y la lealtad. Por desgracia, es como si la gente hubiese vendido su alma al diablo. Quizás por ello la serie puede ser vista como una especie de llamamiento a la audiencia, aunque se encuentren con que llevan a los personajes a situaciones terribles. Puede ser una reflexión interesante: ¿qué tal si rescatamos alguno de esos valores hoy en día? En nuestra política, la industria, el comercio, en nuestras familias, o incluso en nuestra nación.© 2012 Sony Pictures Television Inc. All Rights Reserved.
¿Qué tipo de sentimientos llevan a tu personaje, Jim Vance, a hacer las cosas que hace? Bueno, en realidad es un psicópata. Es divertido en ocasiones, pero básicamente hay algo que falla en él. No tiene conciencia, es un sociópata. ¿Tuviste dificultades para meterte en su piel? No, he conocido a varios sociópatas. De hecho, estuve casado con dos. No les importa el bien y el mal, buscan su propio beneficio, mienten sin piedad… ¿Disfrutas interpretando al malo de la película? Sí. Son interesantes, me crean curiosidad. Hay cierto misterio alrededor de ellos, suelo hablar con psiquiátras que tratan con criminales y los estudian. Me resulta tan curioso que siempre pienso que, si no hubiese sido actor, seguramente hubiese terminado siendo un detective. Muchas veces acabo viendo en la televisión los programas sobre psicópatas y criminales. ¿Qué hay detrás de su mente y de sus acciones? En ocasiones tiene que haber un motivo, pero otras veces pienso que tiene que ver directamente con su ADN. Has hecho series de televisión en el pasado, ¿volverías a comprometerte con otra en el futuro, con un proyecto más largo que no sea una miniserie? A menudo me lo pregunto. Si lo hiciera, tendría que ser con algo realmente bueno, y no me refiero sólo al personaje, si no a la historia. Si el resto de personajes son interesantes, si hay posibilidades para que la trama se desarrolle. Algo que se podía apreciar en “Los Soprano”, Tony Soprano era un personaje maravilloso, pero estaba apoyado en toda esta serie de personajes secundarios que tenían sus propias historias que contar. Algo así funcionaría, con los guionistas emocionados por seguir escribiendo y no cansados creativamente. ¿Cuál es el personaje que más te ha costado interpretar a lo largo de tu carrera? Una vez tuve que interpretar lo que creo que terminaría siendo mi mejor papel. Se trataba de un blanco racista, un granjero en el medio oeste. Debra Winger interpretaba a una agente del FBI encubierta que termina enamorándose de mí. Recuerdo que mi mujer en la ficción estaba muerta, estaba a cargo de dos niños y la madre de mi personaje vivía con él en la granja. Más tarde, termina descubriendo que soy el jefe de una banda de criminales racistas. Resultó ser un papel muy difícil de interpretar. Hice toda la investigación que creí conveniente para meterme en su piel, pero nunca llegué a estar seguro de si mi interpretación estaba bien. La primera vez que ví el resultado, fue al lado de Debra, y me dijo: “Berenger, he estado viendo tu trabajo, pero creo que ésta es tu mejor interpretación”. Entonces me di cuenta de que sí que era bueno, y con el tiempo tuve la oportunidad de ver el film más veces y darme cuenta de que sí que era mi mejor actuación. Por Andrés G. Menéndez