Con una puntualidad asombrosa y la sala casi llena del público heterogéneo que habitualmente puebla el Templo del Pop por excelencia, Linda Mirada se encargó de abrir el show con Secundario, el tema que ha sonado incansablemente en Radio 3 estos últimos meses y que la ha llevado a la fama. Ana Naranjo y su hermana María, responsable de las programaciones y coros, demostraron la madurez musical que han alcanzado en su segundo disco,  “Con mi tiempo y el progreso”, en el que han vuelto a contar con la producción de Bart Davenport. Su synth pop nostálgico, lleno de luces y sombras,  y sus modas retro, nos tele-transportaron a la década dorada de los 80, creando una sensación ingrávida de felicidad sólo empañada por el deficiente sonido de la sala y algún que otro gallo en las voces. Nada que no se pueda solucionar con unas clases de canto.
Joe Crepúsculo Joe Crepúsculo
La sala ya estaba casi a rebosar cuando aparecieron Joe Crepúsculo y su inseparable Sergio Pérez (PEGASVS): desde el primer momento invitaron a su cada vez mayor número de fans a “dejarse llevar” por los derroteros bailables que ha tomado su carrera, en la que el sintetizador sustituirá a la guitarra definitivamente. El público se lo tomó al pie de la letra y disfrutó al máximo del espectáculo verbenero que el catalán ofreció con la ambigüedad que le caracteriza, que no duda en aporrear el teclado cuando pide más y más desmelene. Ninguno de sus temas más conocidos quedó en el tintero, desde “Mi fábrica de baile”, adelanto del álbum que sacará en Marzo, a la celebrada “Baraja de cuchillos”, para cerrar con  toda la sala al completo  coreando “Suena brillante”. La guinda del pastel la pusieron los más que consagrados Klaus&Kinski, una banda que ya se encuentra en la categoría del Edén del Pop de este país. Todo en ellos rezuma talento y profesionalidad: arreglos minuciosos, melodías más que solventes, letras inspiradas y esa gracia que tienen para tocar todos los palos que se les antoja, del pasodoble y las havaneras al kraut rock. En esta ocasión escogieron un repertorio inusual, evitando hits y sirviendo un espectáculo calmado en el que se puso de relieve que las carencias en el falsete de Marina han desaparecido y está más que cómoda encima del escenario, a pesar de los constantes problemas de sonido que la irritaron durante todo el set. La dedicatoria personal al Presidente del Gobierno de “Eres un sinvergüenza” y la invitación a bailar pegados con “El rey del mambo y La reina de Saba” sirvieron para ganarse la complicidad del público del Ocho y Medio, que pidió a gritos un bis que nunca llegó. Olga de Asenjo