Ryan Gosling en Ryan Gosling en "Cruce de Caminos"
A la parrilla de estrenos, algunas semanas, dan ganas de ponerle encima el trofeo de un barroco y reluciente candelabro, como hacía Liberace con su piano (ojo a lo último de Soderbergh, ya rulando, o revoloteando, por TV de pago). Algunas semanas, sí. Ésta, la verdad, con un cirio pascual va que chuta. Principalmente a la mayor gloria de Ryan Gosling, que el muchacho se merece casi todo, oxigenado protagonista de “Cruce de caminos” (“The place beyond the pines”, toma traducción estilo libre), filme en el que el cineasta Derek Cianfrance (“Blue Valentine”) vuelve a calzar sólidas botas katiuskas para un género tan pantanoso como el drama romántico a varias bandas. Aunque éste tiene “bola extra”: las chispas de Cupido surgidas entre los tortolitos Gosling y Eva Mendes durante el rodaje.
Lástima que el romántico sonido de violín resultante puede quedar eclipsado por los estruendos procedentes de la multisala vecina, donde es más que probable que se proyecten los dos blockbuster del viernes: “Riddick” (tercer solomillo de adrenalina galáctica gentileza de Vin Diesel, con el fichaje de Jordi Mollà, ese Bale renacentista).
Aparte de tal trío bien alimentado, en la cartelera emergente también buscan su sitio, a codazos o pescozones, títulos de más complicada digestión: “La piedra de la paciencia”, metáfora sobre la durísima condición de las mujeres en Afganistán; “Tú eres la siguiente”, una de terror doméstico a la americana mejor de lo que parece; “El comandante y la cigüeña”, comedia al dente y de picoteo made in Italy; “Operación Libertad”, o cómo los suizos, aparte de relojes de cuco, también se atreven con nostalgias revolucionarias setenteras… o “Atrapada en la oscuridad”, thriller mediopensionista pero que responde a una duda mayúscula: ¿dónde demonios se había metido Michael Keaton? ¿A que os corroía la curiosidad, eh? Paul Vértigo