American Horror Story: brillante rareza
American Horror Story: brillante rareza. Celebramos Halloween con el análisis de la serie que ha conquistado tanto a la audiencia como a las críticas.
Siniestra, enfermiza, imprevisible, polémica, contundente, hipnótica, adictiva… "American Horror Story" se puede calificar de muchas maneras y siempre te quedarás corto. Quizás se podría resumir diciendo que es una buena serie de terror; pero eso tampoco sería exacto porque lo cierto es que es una muy buena serie. Te podrá gustar o no, pero no le busques defectos, porque es impecable. Ahí están para confirmarlo los 19 premios (Emmys y Globos de Oro incluidos) y 47 nominaciones que ha recibido.
Sabiendo que sus creadores, Ryan Murphy y Brad Falchuk, saltaron a la fama con la muy controvertida "Nip/Tuck", era lógico pensar que "American Horror Story" sería cualquier cosa menos normal pero, desde su estreno en 2011, ha superado todo pronóstico. Y quizás eso responda a que, siendo una serie de terror (algo de por sí inusual), incomoda e impacta al espectador más aún con el factor humano que con lo sobrenatural y fantástico. Fantasmas, asesinos, extraterrestres, demonios, brujas… todo ese imaginario del terror es en esta serie una forma de subrayar el “horror de ser humano” y es que "American Horror Story" nos hace testigos obligados de lo que pueden desencadenar nuestras ideas, prejuicios, convicciones, inseguridades, recuerdos, sentimientos, obsesiones, pasiones, instintos, deseos, contradicciones… La condición humana se convierte magistralmente en manos de Murphy y Falchuk en una herramienta para escalofriar.
Con esta apuesta por lo humano como forma más eficaz y contundente de inquietar al espectador, "American Horror Story" juega perversamente con una premisa muy clara: nada nos da más miedo que perder aquello que nos proporciona seguridad/tranquilidad/estabilidad. Así, la primera temporada ("Murder house") gira temáticamente en torno a la pérdida del hogar, entendido éste como lugar físico (casa) y/o sentimental (familia). La segunda ("Asylum") pivota sobre la pérdida de la identidad, es decir, sobre las ideas, los recuerdos, los principios y las motivaciones que nos hacen ser quienes y como somos. Y la tercera ("Coven") aborda la pérdida de nuestro lugar en el mundo, esto es, lo que nos hace encajar respecto a los demás y, como seres sociales, con nosotros mismos. De esta manera, cómo los personajes intervienen en la recuperación o consolidación de esas pérdidas se convierte en uno de los grandes motores de tensión e interés de "American Horror Story".
Si a todo eso le sumas una trama concebida como un siniestro puzzle siempre listo para sorprender al espectador, un apartado visual capaz de convertir en hermosas a la vista escenas profundamente inquietantes, un reparto(con la grandísima Jessica Lange como arpía de cabecera) que borda sus interpretaciones por pequeñas que éstas sean, unos créditos iniciales ya antológicos y la capacidad para reinventarse y superarse con cada nueva temporada, tienes muchas papeletas para dar la campanada. Y eso es lo que hace "American Horror Story": coger la campana y atizarte con ella hasta que tiembles de espanto y asombro.
Así que, igual que se consideran arte las Pinturas negras de Goya o los cuadros de Francis Bacon, "American Horror Story" debería ser considerada, con razón, una obra de arte televisiva, por lo que nos hace pensar… y sentir.
Javier Crespo Cullell