Para más de uno, en los primerísimos 90, David Trueba era ese chico triste y solitario que reivindicaba el “toque Azcona”, escribía canciones para Rosa León y firmaba los guiones de esos dos tótems de la dramedia romántica urbana madrileña que fueron “Amo tu cama rica” y “Los peores años de nuestra vida”, filmes ideales para coronar una tarde otoñal en el Café Comercial, luego Malasaña arriba con vermú en Casa Camacho o carajillo de anís en el Maragato, nostalgia en el Penta y limosna a la ancianita que vendía “chistes de amor“ en Fuencarral. Qué tiempos… Un runrún afrancesado que enfiló a fondo en su ópera prima como cineasta, “La buena vida“, nouvelle vague melancólica y a la vez vitalista que, aunque se topó con “Tesis” para el premio de rookie del año, encendió los ojos de tantos, y que ahora vuelve a ensayar, a su manera, en “Vivir es fácil“, un verso suelto y almeriense de John Lennon que recupera al mejor David Trueba (igual que “Todas las mujeres“ recuperaba al mejor Mariano Barroso, estamos de suerte últimamente).
"Vivir es fácil"
La excusa argumental de la película es un viaje más o menos iniciático a la caza y captura del beatle cuando aterrizó en la España de 1966 a rodar “Cómo gané la guerra”, a componer “Strawberry fields forever” y a comprarse los quevedos que iban a cambiar su vida. La “no excusa” es una puesta en limpio y sobre la mesa de una sociedad sucia, con moscas de desolladero, mostrencos y gañanes con la mano ligera y películas de Manolo Escobar (ese “Elvis español”, como hemos leído en alguna necrológica psicotrónica) en sesión continua. Eso y, sobre todo, la educación sentimental y vital, un poco estilo Tanner, de dos chavales perdidos y un perdedor (excelente Javier Cámara) que da clases de inglés para sordos que no quieren oír demasiado. Una película fetén, de esas para recomendar a cualquiera, incluso a Montoro. Pero tampoco nos olvidamos de Halloween, o del Día de Difuntos, si se prefiere, y el riego por aspersión de cine de terror que suele provocar. Esta vez la cartelera adelantó sus sustos y respingos una semanita merced al estreno de “Insidious 2”, estupenda secuela del ya clásico de James Wan que ahonda en la pesadilla familiar de la primera, soltándose la melena a lo Rob Zombie en su descacharrante tramo final. Pero esta semana llega otra pieza aún más escalofriante: “Blackfish”, impactante documental sobre una orca, asesina de tres personas por culpa de haber sido mantenida en cautiverio. Y, ya puestos, también hay sobresaltos en “Sólo Dios perdona” (lo nuevo de Nicolas Winding Refn y Ryan Gosling tras la idolatrada “Drive”) y hasta en los rayos y retruécanos de “Thor 2”. Ah, el horror, el horror… Paul Vértigo