Desde hace algunos meses matamos a hombres malos en nuestro blog www.muertealoshombresmalos.com. A todos aquellos que nos vuelven locas con sus tonterías. A todos, vaya. Y ahora queremos contaros las historias reales que hay detrás de estos asesinatos, para que juzguéis vosotras mismas. Después de lo que leeréis, ¿había otra opción que no fuera acabar con ellos? Se llamaba Martino. Sí, italiano. Lo sé, ese dato era una señal luminosa que me gritaba “¡hombre malo a la vista!”. Pero cómo no iba a caer. Ese maldito italiano tenía algo que me obsesionaba: un cuello ancho. Y ya sabéis lo que dicen. Y si no lo sabéis, apuntad en vuestra lista de "Cosas por hacer antes de morir": tirarme a un tío de cuello ancho. Por eso cuando me propuso salir me dejé llevar, y no precisamente por el corazón. Nos reíamos -yo como una imbécil-, me contaba su vida, yo lo más guay de la mía y ambos inventamos historias para parecer personas que moulan. Típico de las primeras citas. Y después de tanto blablabla jijiji aún no había pasado N-A-D-A. Sí, increíble estando frente a un figlio della panna cotta, un mangiapasta, un puttanesca rubacuori. Acabamos en un antro oscuro con la música tan alta que era imposible hablar. Así que bailamos. O no. Eso era restregarse, frotarse, hacer una fondue catalano-italiana, follarse con la ropa puesta. Llamadlo como queráis. Y nos besamos. ¡Mamma mia! Tenía esa sensación de haber encontrado a mi lengua gemela. Y era mucho mejor que un alma, os lo aseguro. Alargamos este rato –mucho rato- hasta que no pude esperar más. Lo arrastré a la calle, pare un taxi, abrí la puerta, lo miré con cara de Piggy –sí, con cara de eso- y le dije “Vamos a mi casa”. Y en aquel momento en que el calor de esa noche de agosto y mi calor corporal hubieran sido capaces de quemar el fuego –haceos una idea de mi estado- él respondió “No”. Y se esfumó. Así que, como comprenderéis, no me quedó otra que matarlo. Caroline Selmes & Laura Torné (Mujeres Despechadas)