Cuatro años después de su última temporada (que los reboots están de moda últimamente) vuelve una de las series que dominó la televisión a comienzos de siglo: “24”. Hay ideas arriesgadas: participar en una comida familiar, querer conservar la amistad con tu ex, ir en metro en hora punta, confiar en un partido político, ser la tercera persona en una relación, actuar con calma en las rebajas, ver Telecinco (a cualquier hora del día), tomarse Eurovisión en serio o pasar veinticuatro horas con Jack Bauer. De todas estas inquietantes opciones, la única con la que vas a disfrutar mientras tu ritmo cardiaco se convierte en un concierto de Mayumaná, es la última. Y ello se debe a que Jack Bauer no sólo es uno de los mejores personajes que dio la televisión a comienzos de siglo XXI sino también a que protagoniza 24, una serie que en la primera década de esta centuria cosechaba espectadores, buenas críticas y nominaciones a premios con una facilidad casi insultante. 24-Vanidad Lo cierto es que 24 fue un producto que merecía (y merece) la pena ver por varios motivos: su adictiva concepción de la acción en tiempo real, su absoluto dominio del cliffhanger, su ritmo trepidante, su hábil gestión del hype, su perfecto engranaje de las tramas, su adrenalítica mezcla de acción y drama, sus magistrales giros de guión, su uso pionero de la pantalla dividida, su valentía a la hora de no ser políticamente correcta/previsible/aburrida…y Jack Bauer. Y es que, siendo honestos, el personaje que convirtió a Kiefer Sutherland en una estrella de la televisión mundial es el mejor activo y reclamo de esta serie. Y ello responde básicamente a que su forma de enfrentarse a los problemas, ya sean amenazas terroristas o problemas personales, hace que John McClane parezca un maestro zen. Es decir, que, con Bauer, el entretenimiento está asegurado y la tranquilidad absolutamente descartada. Además, teniendo en cuenta la inmensidad y variedad de contrariedades (por decirlo educadamente) que ha sufrido el bueno de Jack, al espectador no le queda más remedio que encariñarse con este héroe de buen corazón y (muy) malas pulgas. Ahora se acaba de estrenar (en Fox) la novena y ¿última? temporada de 24, cuatro años después de la anterior. Lo cual es una buena noticia para todos los fans de esta entretenidísima serie pero…¿lo es también para 24? Perdido el factor sorpresa de sus señas identitarias, cortada la inercia del hype que movilizaba a millones de espectadores, exploradas ya todas (o casi) las posibles amenazas a las que podría hacer frente Bauer y teniendo mucha más (y mejor) competencia televisiva que la que tenía hace años, recuperar 24 ahora se ha convertido en una decisión que sólo el tiempo y la audiencia dirán si es un acierto o un fracaso. De momento, hasta salir de dudas, lo mejor será sentarse frente a la pantalla y dejar que la tensión se dispare durante veinticuatro horas, viendo cómo Bauer salva el pellejo propio y ajeno mientras el mundo amenaza con irse por el retrete (una vez más).   Javier Crespo Cullell