Mujeres Despechadas: ¡Muerte a Carlos!
Mujeres Despechadas: ¡Muerte a Carlos! Para sobrellevar un poco mejor este lunes, nuestras chicas asesinas nos traen un nuevo relato sobre primeras veces y
Para sobrellevar un poco mejor este comienzo de semana, nuestras chicas asesinas nos traen un nuevo relato sobre las primeras veces y los "te quieros" a destiempo.
Hay muchas primeras veces. Y las más importantes giran entorno al amor: el primer beso-pico, el primer beso con lengua –donde descubres un nuevo uso del músculo-, el primer tocamiento –tú a él, él a ti o tú contigo misma-, el primer polvo –que solemos llamar “hacer el amor” porque esperamos que sea con “el príncipe azul que yo soñé”…- y como no, el primer “te quiero” –con la boca pequeña, rápido, como si jugaras al juego del teléfono–.
Saber cuándo decirle “te quiero” a un tío y que se lo tome bien sigue siendo expediente X. ¿Debe pasar un mes, un año, una catástrofe mundial? ¿Existe el momento ideal para que no le de un ictus cerebral? ¿Tenemos que soltarlo de manera firme, tierna, susurrando para ponerlo cachondo? Son cosas que con el primer polvo no pasan. Cualquier momento le parecerá ¡fantástico! Y no te mostrará su entusiasmo exagerado, pero su colita se moverá como la de un perro de bolsillo hiperactivo cuando estás a punto de lanzarle una pelota.
Y un día, después de tanta planificación, esas dos palabras mágicas –porque pueden hacer que un hombre desaparezca al estilo del gran Houdini– ¡se te escapan! Es como si se escabulleran de tu boca gritando con William Wallace en Braveheart: ¡libertad! Entonces rezas –aunque no creas en nada– para que no te haya oído. Pero en el fondo estás deseando que sí y que te responda con otro “te quiero”, alto y fuerte como él, mientras clava sus ojos brillantes en los tuyos y hacéis el amor apasionadamente (…) Desengañaos. Si alguna amiga os ha contado que fue así, lo sacó de la misma película que yo.
Mi primer te quiero con Carlos fue como una ensalada: crudo. Se me escapó, por supuesto, y como no había llegado su momento, lo único que el muy lechuga supo responder fue “gracias”. Ojos como platos. Bye bye cuento de hadas.
Así que, como comprenderéis, no me quedó otra que matarlo.
Caroline Selmes & Laura Torné (Mujeres Despechadas)