Mujeres despechadas: ¡Muerte a Julien!
Las chicas de Muerte a los hombres malos vuelven a las andadas. Esta vez la víctima es Julien, un francés sin ganas de baile que tampoco deja bailar. No es de extrañar que haya muerto.
Las chicas de Muerte a los hombres malos vuelven a las andadas. Esta vez la víctima es un francés sin ganas de baile que tampoco deja bailar. No es de extrañar que haya muerto.
Aún no sé cómo acabamos en un bar de salsa. Veníamos de una boda donde nos lo habíamos bebido todo. Al que iba menos pedo no se le entendía al hablar. Sí, he dicho el que iba menos pedo –imaginad–. Entramos y grité algo como “¡Sooaaalsaa!”. Era mi gran oportunidad. ¡Por fin podía poner en práctica mis lecciones! Cogí a Julien y lo animé a bailar. Pero se negó. Como se negó a apuntarse conmigo a clases con un “¡ni muerto!”. E insistí –me puse muy pesada– hasta que huyó maldiciendo en francés –no porque le gustara cagarse en todo así, sino porque era gabacho–. Sí, por mi vida ha pasado un italiano, un francés… ¡hay que probar de todo señoras! Tenemos una variada gastronomía como para quedarnos solo con lo que se cocina en casa. Y dicho esto, apareció el cubano.
Caroline Selmes & Laura Torné (Mujeres Despechadas)
Volvamos a la pista y yo intentado seguir los pasos de las parejas bailando a mi alrededor, pero sola, borracha –qué pena me doy–. Aunque por poco tiempo. Una mano grande, fuerte, me agarró y me estiró hasta pegarme a su dueño: un cubano más negro que el carbón. Hacía conmigo lo que quería. Me parecía ser la más hábil. Sólo me parecía claro. Si hubiera sido un concurso de baile aquí va la puntuación: Ritmo = 0 points, Técnica = 0 points, Presencia escénica = pato mareado. Pero por un momento fui feliz. ¡Bailaba salsa! Aunque pronto noté la mirada helada de Julien que pretendía apagar ese incendio de emoción. Y cuando el cubano tizón me apretó más contra su cuerpo de nuevo oí las maldiciones en francés que acababan de irse, pero ahora de vuelta a la pista. Me arrancó de sus brazos con un fait chiar!* y se acabó. Así que, como comprenderéis, no me quedó otra que matarlo.
*¡Hace cagar!