Desde Suecia (con amor, claro) llega “El abuelo que saltó por la ventana y se largó”, entretenida adaptación del famoso best-seller en forma de “Forrest Gump” europeo. Taquilla desplomada (aquí y en USA), cines cerrados por vacaciones, cartelera anémica, “cinéfilos” esperando ansiosamente hits plagados de mercenarios geriátricos, aviones de juguete, superhéroes de saldo, simios peleones o muñecos gigantes chatarreros… El verano ya se ha instalado plenamente en nuestros termómetros y nuestras salas, qué vamos a hacer. Pero, antes de pedir tiempo muerto para un merecido descanso de nuestros viejos huesos, recomendemos una joyita de esas que tanto nos gustan, aunque venga con best-seller internacional debajo del brazo: ya se sabe, la simpática novela de Jonas Jonasson que ha despachado seis millones de ejemplares en todo el mundo y que demostró que los nórdicos, aparte de elucubrar crímenes negrísimos y retorcidos, también tienen sentido del humor.
"El abuelo que saltó por la ventana y ser largó"
Así, “El abuelo que saltó por la ventana y se largó” cuenta la historia de Allan, un solitario anciano que, a punto de cumplir los cien años y recluido en una residencia por culpa de su afición por la dinamita, decide pirarse, coger un autobús (y una maleta llena de dinero de un grupo de delincuentes skin-heads) y aterrizar en un pueblo perdido, donde trabará amistad con algunos de sus pintorescos lugareños mientras que recuerda su ajetreada vida, que incluye episodios tan curiosos como salvarle (de chiripa) la vida a Franco en plena Guerra Civil española, emborrachar a Stalin, planear una fuga con el hermano tonto de Einstein y ser agente doble en la Guerra Fría. Todo ello, narrado con abundantes dosis de ironía y ucronía gracias a la mano del semi-debutante director Felix Herngren: "Esta es una historia maravillosamente orquestada, con personajes muy ricos, es una comedia de situación en estado puro. Sé que hay muchas expectativas respecto a esta película, y por supuesto eso es duro, pero prefiero rodar una buena historia con grandes expectativas que una historia desconocida sin expectativas", comenta el cineasta.   Secuencia de la película Pero el gran mérito del filme reside en su protagonista, un Robert Gustafsson que, como Dustin Hoffman en “Pequeño gran hombre”, se plantó ante el reto de interpretar un personaje desde veinteañero a centenario: “Para mí, es el único que podía interpretar el papel con credibilidad y vis cómica al mismo tiempo. Cuando hicimos la prueba con él perfectamente caracterizado, en el invierno de 2012, vi que había sido una excelente elección. Además, me encantan los personajes con carácter y las buenas interpretaciones“, comenta Herngren, antes de resumir el espíritu de su filme: “Dejar de preocuparnos por el futuro, seguir nuestro instinto y no darle vueltas a problemas del pasado“. Amén. Feliz canícula. Paul Vértigo