Si hoy nos parece normal ver en revistas imágenes de modelos sintiendo emociones (sonriendo, llorando, cabreadas…) o haciendo actividades, montadas a lomos de caballos -o de hombres-, en bici, brincando en la arena, (viviendo, en fin) es gracias a Richard Avedon. La obra de este fotógrafo, fallecido hace ahora un década, revolucionó para siempre el concepto de “retrato” y puso patas arriba las jerarquías de la imagen.
Richard Avedon Richard Avedon
Porque Avedon también llevó al gran formato -imágenes de más de un metro, hasta entonces reservadas a los dioses o los reyes- las vidas de mineros, marineros, campesinos… Ante su lente desfilaron durante más de 50 años los grandes rostros del siglo XX, el de los famosos y los poderosos. “Ser fotografiado por Avedon significaba que uno había triunfado en la vida”, declaró a “Los Ángeles Times” el director del Museo de Arte Fotográfico de San Diego, Arthur Ollman. La lista es interminable. Desde su gran musa, Audrey Hepburn, y todas las grandes actrices, hasta presidentes, los Beatles, el Dalai Lama, Samuel Becket, Andy Warhol, Picasso... “Personas que huyen de la infelicidad y se esconden en el poder; encerradas en sus reputaciones, ambiciones y creencias”, escribió en su autobiografía. Es esa lucha interna la que Avedon consiguió retratar. La captó igualmente en el alma de los desheredados (porque el de la pobreza, al fin y al cabo, también es uno de los rostros del siglo) y la condensó en una serie titulada “In the American West”, compuesta por 120 imágenes tomadas entre 1979 y 1984 en mataderos, minas, ferias de ganado, pozos de petróleo, rodeos… ¿De dónde le venía esta necesidad de penetrar en el alma humana? Dick, como lo llamaban sus allegados, nació en Nueva York en 1923, en el seno de una familia judía con raíces rusas. Su padre, un humilde trabajador manual, logró levantar un negocio textil en plena Quinta Avenida. Ya familiarizado con el mundo del corte y confección, con 12 años Dick se apuntó a un club de fotografía. A menudo usaba como modelo a su hermana Louise, que padecía esquizofrenia. Allí comenzó la indagación formal: intentaba desentrañar con la cámara los mundos interiores que bullían en la cabeza de su hermana. El primer dinero que cobró Avedon gracias a su cámara fue haciendo fotos de carné para la Marina Mercante. En los años cuarenta empezó a estudiar fotografía con el director creativo de moda de Harper’s Bazaar, Alexey Brodovitch, y montó su propio estudio. Vogue, Life y Haper’s Bazaar eran sólo algunas de las revistas en las que empezaría a publicar asiduamente. En los años 50 era ya tan famoso que su vida inspiró al personaje de Dick Avery, un fotógrafo –interpretado por Fred Astaire– en busca de una nueva modelo –Audrey Hepburn–, en la película de Stanley Donen “Una cara con ángel”. Avedon seguía en ascenso. Llegó a ser fotógrafo jefe de “Harper’s Bazaar” y luego de “Vogue”, hasta 1988 –cuando Anna Wintour, con la que tuvo una pelea, comenzó a dirigir la publicación–. Cuatro años más tarde, en 1992, se convertiría en el primer fotógrafo de plantilla de la revista “The New Yorker”, la biblia de la alta cultura popular. Fue realizando un encargo para esa cabecera, un amplio reportaje titulado “Democracia” –sobre el sentimiento político estadounidense–, cuando le sorprendió la muerte en San Antonio, Texas, a los 81 años de edad. “Conocer a Dick Avedon era conocer el Sol (...), pero si su presencia era incandescente, era sorprendentemente doméstico en sus entusiasmos. Creía en la familia con tanta pasión como creía en el arte, y podía conversar con la misma avidez durante una hora sobre los “Desastres de la guerra” de Goya o sobre cómo iluminar una habitación o asar una pierna de cordero”, escribió su compañero del “New Yorker”, Adam Gopnik. Cierta luz abandonó muchas vidas cuando murió, relata Gopnik. La luz era la materia prima con la que Avedon investigaba al ser humano, no en vano la palabra fotografía significa escritura de luz. Si Avedon siguiera vivo, podríamos continuar asomándonos al alma humana con el simple gesto de pasar las páginas de una revista de papel cuché. Su nieto, Michael, ha tomado el relevo. Suya es la polémica foto de North, la hija de Kanye West y Kim Kardashian, que con solo 13 meses aparece junto a un bolso de Chanel. La imagen da qué pensar. Como las fotos del abuelo. Por Toño Fraguas. Ilustración Inma Giménez.