Macarena García y Anna Castillo se mueven por el espacio casi dando saltos. Es difícil imaginar que en algún momento puedan sentirse tristes... llenas de risas sonoras y una energía que da envidia contrastan con las paredes necesitadas de pintura del antiguo Teatro Lara. Su juventud se respira, es casi palpable y no sorprende demasiado si se les ha visto en el escenario en el musical “La llamada”. Anna es nueva (su papel lo interpretó Andrea Ros en las primeras funciones de la obra) pero no se le nota. Ella y Macarena están cómodas con la mutua compañía, hay una complicidad palpable que se traduce en escena. “La llamada” es un musical escrito y dirigido por Javier Ambrossi y Javier Calvo (dúo de actores que había escrito y dirigido dos proyectos antes de este) que se estrenó en el hall del Teatro Lara, como un proyecto pequeño (los ensayos fueron en su piso de 20 metros cuadrados y el catering eran los tuppers que traían sus padres) y con sólo unas pocas funciones, se convirtió en un fenómeno que ha girado por toda España y que ahora regresó al Teatro Lara, pero esta vez atraviesa la puerta de la sala y se sube al escenario. “La llamada” es un musical en que dos chicas asisten a un campamento católico y una de ellas recibe mensajes de Dios, en forma de canciones de Whitney Houston. Con esta premisa han seducido no sólo a la audiencia sino a la crítica.
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Ambas habéis tenido una experiencia diferente con este musical. Podríais contarnos ¿cómo os involucrásteis en el proyecto? Macarena García: en mi caso mi hermano es uno de los directores, fue la cosa más fácil y normal del mundo. Me dijeron que serían cuatro días en el hall del teatro Lara, y me dijeron que pensaban hacer la historia de una chica que recibe la llamada de Dios y que si quería ser yo. Dije que sí. Fue una especie de juego y un proyecto de pasarlo bien. No sabíamos que iba a llegar a tanto, eso fue una sorpresa increíble. Anna Castillo: sabía que existía “La llamada” pero no la había visto. Una día mientras estaba currando me llamó Javi Ambrossi y me contó que Andrea Ros no podía seguir en el musical y me preguntó: ¿quieres hacerlo tú? Le dije: pero ¡si no se de qué va! Y me dijo que tenía que cantar. Y fue como: A ver un momento. Así que quedamos para vernos y me dieron el guión. Lo empecé a leer esa noche y me llamó la atención lo natural que era todo y pensé ¡Aleluya! Esta es una persona que habla como yo, que le gustan cosas parecidas a mí, que tiene una amiga como tengo yo... todo era tan fresco y natural... y me dije: ¿Y que tengo que bailar y cantar? ¡Pues claro! Ambas habéis trabajado cantando, pero vuestras carreras no se han centrado en lo musical. ¿El proceso de preparación del personaje fue diferente? MG: a mí cantar y bailar me gusta mucho desde pequeña y cuando supe que era un musical era la más feliz del planeta. Las canciones que cantamos son necesarias, es como si fuesen una escena normal: el personaje cuenta lo que siente, no están metidas a calzador, las trabajamos como si fuesen otras escenas. Y en ningún momento se nos pidió que cantásemos bien (se ríen), claro que tiene que ser agradable al oído, pero nos pidieron cantar con nuestras voces. El trabajo ha sido cómo contarlo AC: a mí cantar era lo que más inseguridad me daba. Pensé: lo voy a hacer pero la verdad es que no es lo que estoy acostumbrada a exponerme y tenía cierta inseguridad. Todavía es lo que me da más nervios antes de la función. Esto fue una obra pequeña, pensada para pocas funciones, ¿De dónde salió tanto éxito? AC: una cosa es la ilusión con la que se ha hecho, que es impresionante, y otra es la sensación con la que se va el público. Nosotras lo disfrutamos y creo que eso se transmite y eso hace que quieran volver y traer a su gente. MG: hay tanta gente que repite, que trae a su familia, a sus amigos, que regala entradas a su amigo invisible. Es como cuando ves una película y piensas: quiero que la vea la gente que quiero. Pues creo que es así. Es divertida, bonita, emocionante, es respetuosa. AC: esta obra es una defensa de lo bueno. https://youtu.be/3sTXezcEhAc

¿Vais mucho a ver musicales? ¿Tras esta incursión los veis de otra forma? (mirada cómplice entre ambas) MG: a raíz de esto… no tenemos tiempo de ver casi nada y, de todas formas, no tienen nada que ver con este musical. AC: “La llamada” no tiene que ver con los que están en Gran Vía.No es una crítica pero un musical de los que normalmente se presentan aquí no es el tipo de espectáculo que a mí me interese. Veo “La llamada” y me gusta más esa alternativa MG: realmente es una obra de teatro, las canciones son necesarias y los personajes cantan porque necesitan cantar. AC: a mí me gusta mucho más -queda poco culto- el musical de cine que de teatro. Yo veo “Chicago”, “Billy Elliot”, “Annie”. Vi “Los miserables” y está todo más justificado.

Dios canta canciones de Whitney Houston en la obra, si se os apareciera ¿qué pensáis que os cantaría? AC: Si Dios se me apareciera me metería debajo de la cama. No sé qué me cantaría. Supongo que una canción de misa pero porque mi imaginación no va a más. MG: A mí me gusta Julieta Venegas pero debería ser un hombre. O no. Me cantaría Julieta Venegas. AC: La verdad es que no sé. Quizás Dios me baile un reggaeton (se ríe). Los planes de este dúo no incluyen ningún otro musical en el futuro próximo. Macarena seguirá con las grabaciones de la serie “B&b” y con una nueva película recién terminada. Anna termina con “Amar es para siempre en septiembre”. Mientras tanto se entretienen entre canciones religiosas, Presuntos implicados y electro-latino. Que Dios te hable puede resultar divertido (o por lo menos melódico). “La llamada” se presenta todos los fines de semana en el Teatro Lara. Por Nerea Dolara Fotografía Álvaro Delgado